martes, 31 de marzo de 2009

Catástrofe temporal

Las prisas se agolpan frente a toneladas de residuos que, surgidos de la nada, han decidido adornar un suelo demasiado lleno de pelusas sin nada que contar. De ser una instantánea, retrataría el caos, mas no lo es: es un cuarto de forma poliédrica y manchas en las paredes que parece enjaular una marea de vivencias que, sin embargo, se traducen en una vida monótona. La maleta, abierta de par en par sobre la cama, clama a gritos unas cuantas prendas de ropa interior que, sueltas sobre una red medio rota, flotan entre calcetines sin pareja y alguna que otra tira de sujetador viuda. Las fotocopias de unos apuntes de sociología se enmarañan entre un par de relatos de Borges, mientras una agenda estratégicamente colocada frente al portátil (más lleno de polvo que de palabras) recuerda las tareas por hacer. Muchas y muy poco interesantes.
Un reloj de Decatlon, esperando a ser retrasado seis horas, reposa sobre una antología de Gioconda Belli y ésta sobre Las intermitencias de La muerte, y éste sobre La conquista de la felicidad y todos sobre una mesilla escuálida que intenta frugalmente acompañar a un catre desfigurado, lleno de edredones, almohadas y ausencia. El sudor y el insomnio hacen mella en una cara que, blanca en toda su redondez, se refleja en un espejo que unas manos un tanto torpes precipitaron de la pared al suelo, en su afán de rectitud. Una bolsa de Zara llena de periódicos atrasados se esfuerza por reseñar que su propietaria lleva unos cuantos días sin leer la prensa, como un augurio demente que susurra ineptitud e ineficacia.
El tiempo, ese enemigo íntimo que nos deleita con su falta en momentos de angustia, se me antoja hoy como el galgo ganador en esta carrera sin meta que es mi vida. Cada segundo parece volatilizarse entre deberes absurdos y charlas sin sentido que se consumen frente a cafés fríos y llamadas a deshora. El tiempo. Lo pierdo por los rincones, casi tanto como las llaves, siendo sólo superado en cantidad de pérdidas por la cabeza y la seguridad. Las obligaciones, absurdas en su mayoría, van consumiendo poco a poco el cameo que lo verdaderamente importante solía tener en mi día a día, convirtiéndolo en una tragicomedia de poca monta que lucha por abrirse paso en la copada parrilla en la que se traduce mi entorno.
El tiempo. Maldito aguafiestas. Pasa sin saludar y me hunde en el olvido los momentos que, casi sin quererlo, se convirtieron en iconos. Y me deja un regustillo amargo, como a rutina caducada, que se extiende del paladar al pecho trasladándome, en cuestión de segundos, al amplio sendero de la melancolía.

Hoy mi cuarto sonríe cerrado a las horas que pasaron por él dejando sus pisadas oscuras. El desorden parece, incluso, parte de él; parece que siempre hubiese estado ahí, como un enorme reloj de arena que, desapercibido, va arrastrando su delicado contenido por el cristal. No sin esfuerzo, logro encontrar mi sitio entre el pantalón de pijama y la mochila de montaña que parece sugerirle a mi cuaderno de notas una escapada romántica.
Todo parece ser el vivo retrato de mis disturbios. Y el tiempo, como no, la mano que pinta el lienzo.

viernes, 27 de marzo de 2009

Ingenios

Yo no tenía sueño
y tú tenías mucha hambre.

Las luchas, al final,
siempre se saldan
con disparos *
y bombillas fundidas.

*(de estrógenos)



Las plumas
que un caballero quiso arrancar
de cualquier animal palmiforme
blindaron fuselaje
al almohadón que trasladamos
a un campo de refugiados
muy al sur...
(sobre el parquet)

Doce campanadas
prefirieron no amargar
los surcos
de nuestros contornos pérfidos
coreografiando
gula.

...


¿En qué noche amnésica
se nos acabaron los ingenios?

jueves, 26 de marzo de 2009

Jueves 26, 10 a.m.

Mientras miraba por la ventanilla trasera del coche, sus dientes saqueaban restos de un antiguo chupa chups. Por mucho que lo intentara, nunca era capaz de aguantar más de un minuto sin morderlo. A pesar de que, tan sólo un instante después de que su mandíbula se precipitara sobre el duro caramelo rojizo, sentía impulso de cerrar los ojos y doblar las rodillas. La dentadura le castañeaba. Y, además, ni siquiera disponía de un tiempo para disfrutar el placer de un sabor dulzón enredándose en sus papilas gustativas. Quizás era esa impaciencia - se decía - lo que contribuía a que jamás ocurriera nada digno de mención. Nada.
El tiempo parecía no correr mientras en la radio sonaba una canción que bien podría ser de Michael Jackson en su época de color castaño. Esperando en el coche, como una pasajera inesperada, sintióse de repente enjaulada entre cuatro ruedas y unas cuantas chapas de metal. Abrió la ventanilla para sentir el aire fresco sobre los cristales de las gafas, pero en ese mismo momento un hombre de mediana edad cruzaba el paso de cebra situado a su izquierda fumando impasiblemente un cigarrillo que se coló por sus orificios nasales componiendo una sinfonía de olores y sabores chupa-chup-nicotinense que no terminó de agradarle.
Y, sin embargo, la sentía tan suya...

Su cabeza daba vueltas entre las carpetas donde se encontraban archivados los recuerdos. Como un niño antes de un examen, los hojeaba nerviosa y taciturna a partes iguales en busca de aquello que, sabía, no iba a encontrar. Una explosión. Un corte. Un algo que hubiese hecho que su vida diese un vuelco, un giro inesperado. Un buen diálogo de un judío hollywoodiense que habría ganado algún que otro premio en el festival de Cannes. Y, a pesar de todo, no encontró más que polvo y unas cuantas pelusas que, agazapadas tras las montañas de memorias, confirmaban la certeza de su mediocridad.
El tiempo parecía entretenerse en pasar por su existencia como quien pasa por los aeropuertos, apoyando el pie sólo para dar un brinco y colarse en su verdadero objetivo: una vida intensa a la que añadir excitación con su presencia exasperante. Ella, a pesar de todo, a pesar de sus veintitres años y el flequillo que se esforzaba por crecer quince centímetros cada tres semanas, se sentía un sujeto pasivo en un juego de rol en el que el master se había olvidado de darle un papel. Sabía que el tiempo pasaba porque veía al sol ponerse cada atardecer y porque aquel estupendo reloj suizo se encargaba de recordárselo cada hora con un pitido. Pero hoy podría ser perfectamente ayer, o el anterior, o el anterior...

Sólo algo lo diferenciaba. Mientras esperaba en el coche, mordisqueando aquellos restos vermellones que, algún día, provocarían una manada de caries, no se percató del aura que recorría sus puntos cardinales, del especial resplandor que el panadero aquella mañana, había enfatizado con una sonrisa de oreja a oreja mientras le entregaba su baggete integral. No se percató de la repentina felicidad que, el perro de la casa de enfrente, pareció demostrar a su paso, en lugar de los típicos gruñidos a los que casi estaba acostumbrada; tampoco de la amabilidad con la que todos los semáforos de su camino se habían tornado verdes a su encuentro. No se percató de nada. Porque hoy sólo era un día normal. Una costurera remendaba trapos en el pequeño local de unas galerías de barrio, mientras su vista, cansada, hacía un esfuerzo por no dejar de funcionar. El cartero llevaba su séptimo portal del día, con una devolución y tres cartas certificadas, y quedaban todavía seis horas hasta que pudiera descansar de sus quehaceres. La maestra, desorientada, ordenaba a una alumna ir a por tizas, mientras una batalla campal se extendía por los pupitres de 2º C.
Todo parecía en orden.

Pero hoy el universo conspiraba a su favor.

lunes, 23 de marzo de 2009

In memoriam

La llamaron la poeta del desamor, y su juventud la pasó rodeada de prestigiosos intelectuales de su país, como García Márquez. Pero poco más nos ofrece su biografía. Si digo Olga Isabel Chams Eljach, probablemente no sepáis de quién demonios estoy hablando. Pero quizás Meira Delmar arroje un poco de luz al pozo de los nombres propios que se perdieron en el olvido tras seudónimos acertados.
Sus padres eran libaneses, aunque ella nació en Colombia, y allí se quedó. Su historia no es la historia de una miliciana que luchó por su pueblo, no estuvo exiliada ni tuvo que ganarse la vida a base de limosnas. Su historia fue la historia normal de una mujer nacida en las Barranquillas que, simplemente, escribió. Y escribió. Y escribió. Su talento, eso sí, fue más apreciado fuera de sus fronteras, en Cuba o Nicaragua, que en Colombia. Pero al final, su tierra natal sucumbió a los encantos de una poesía que, lejos de retóricas metafísicas, aludía a su propio sentimiento. Pura poesía de la experiencia.

Y es que en este mundo de superproducciones hollywoodienses, de videos de youtube y leyendas urbanas, parece que aquel que no posea en su haber un par de guerras, cárcel, miserias varias y muerte de seres queridos no merece nuestro respeto. Hoy rindo pleitesía a una artista que dejó como legado nada más y nada menos que su arte, lejos de fructíferas estratagemas de márketing editorial. Una mujer a la que me aproximé hará apenas un año, en una de esas noches de insomnio en la que las vísceras me pedían poesía y los párpados, canciones de cuna. Y allí descubrí un amor doloroso, sacrificado, que le reventaba las entrañas. Un miedo a la muerte, más que por la muerte en sí, porque llegase sin haber tenido tiempo de gozar la vida. Un canto a los anhelos y a las pasiones, que muchos se esfuerzan por repudiar en aras de una complejidad casi ascética.
Y de repente, una niña de 18 años se vio reflejada en una mujer que cantaba sus melancolías.

Dejo este amor aquí
para que el viento
lo deshaga y lo lleve
a caminar la tierra.

No quiero
su daga sobre mi pecho,
ni su lenta
ceñidura de espinas en la frente
de mis sueños.

Que lo mire mis ojos
vuelto nube,
aire de abril,
sombra de golondrina
en los espejos frágiles
del mar...
Trémula lluvia
repetida sin fin sobre los árboles.

Tal vez un día, tú
que no supiste
retener en las manos
su júbilo perfecto,
conocerás su rostro en un perfume,
o en la súbita muerte de una rosa.


Te echaremos de menos, Meira, poeta del desamor.

viernes, 20 de marzo de 2009

Em silêncio


















Não perder outro navío

en prol dun oceano tinguido de morte

e ficar

com você]

coma se a soidade pertençese

ao mundo dos que pechan os olhos

coma se a carícia

que esvara na minha pele

enlousase un caminho á tua fiestra

e as palavras

virasen mudas ao seo dos praceres prohibidos.

Ficar

com você]

quando as meigas se ruboriçan,

com você

com tudo alerta

e as nosas palpebras

a navegar numa balsa de mimbre

polo verão infinito

que construirom as crianças...

martes, 17 de marzo de 2009

Save me, god

En este Día Internacional de la Poesía, hechos muy poco poéticos nos acucian. Aviso (y el que avisa no es traidor) que este post probablemente carezca de calidad periodística, debido a mi estado de cansancio absoluto, y que seguramente se parecerá mucho a un post anterior que, si habéis leído el blog con asiduidad, conoceréis. Pero, precisamente, si de algo sirve un blog es como palangana cuando te entran las arcadas. Y allá vamos.
Aborto. Sólo pronunciar la palabra produce miradas suspicaces y silencios incómodos. Aborto. Incluso entre los más "progres". El rey de los temas tabú. Aborto.
Sería absurdo explicar las causas por las cuales estoy a favor del mismo (presupongo ciertas nociones básicas en la cabeza de mis lectores)... pero, en fin, aborto, nada y más y nada menos que el derecho de una mujer a decidir qué hacer con su cuerpo. Derecho a la LIBERTAD, recogido en la famosa Declaración Universal de los Derechos Humanos. "También en ella se recoge el derecho a la vida", responderán algunos. Así es, por supuesto, el derecho a la vida, de los seres VIVOS. Y no hay más que hablar. La penalización del aborto es otra forma de discriminación de la mujer y luchar contra esa discriminación significa no sólo luchar por la emancipación de la misma, sino por la propia libertad.

Llevamos años con este tema a vueltas. Y la iglesia católica, erre que erre. Ya se sabe, propugnan la bondad, se preocupan por sus queridos hermanos, y por eso les encantaría que nacieran miles de niños no deseados traídos al mundo por chicas que no van a saber cuidarlos para que se pudran ambos, niño y madre. Pero lo de su nueva campaña publicitaria tiene narices. Va a resultar que ahora con lo del cambio climático se nos han concienciado, todo eso de la naturaleza y el jardín del edén, quién sabe, pero el mensaje no tiene desperdicio.
Puestos a ponernos críticos, aquí la iglesia está anteponiendo los derechos de los animales a los derechos de las personas, de las mujeres.

A todo esto, y como está muy de moda lo de respaldar posturas mediante escritos (por si las palabras se las lleva el viento) aparece un nuevo manifiesto que apoya esta postura firmando, según los medios, por diversos profesores e intelectuales de diversas ramas (y el Partido Popular, claro). Pero vamos a ver, ¿cuántas veces les tengo que decir que intelectual está mal utilizado en esa oración? (Los periodistas que escribieron eso eran de mi facultad, seguro...)
Los obispos afirman, además, que el aborto es un delito y que, por tanto, aquellas mujeres que lo practiquen deberían ser encarceladas. Pues nada, pienso, que vayan ellos construyendo cárceles, porque las 112.000 me parece que no van a caber en las que hay. Quién sabe, a lo mejor también es una medida de lucha contra el paro: las metemos en la cárcel y oye, unas menos que nos quitan el trabajo.

Hablando un poco más en serio, y como una suerte de conclusión (si es que cabe sacar una conclusión de todo esto, además de lo absurdo de la situación), nuestra sociedad me asusta. La sociedad española que hace un par de décadas luchaba por una democracia aún débil e insegura, se vuelve hoy más retrógrada que nunca. Se plantea una regresión, una vuelta al pasado, un deshacer el camino andado que terminaría con derechos básicos adquiridos a través de sangre, sudor y lágrimas. Jamás pensé que el padre de una chica asesinada por su novio llegase a sentarse frente al presidente del gobierno exigiendo la cadena perpetua. Mucho menos que este acto estuviese respaldado por movilizaciones bastante más masivas de lo que le correspondía. Y mucho menos todavía que el presidente, un hombre (supuestamente) socialista, tuviera que replegar la cabeza y disculparse por cómo estaban hechas las leyes. Y con esto, más de lo mismo. Sólo que encima están los obispos tocando... las campanas.

Y de repente, todo se me presenta claro. Si eres un misógino reprimido que no folla ni pagando tienes dos opciones: hacerte obispo o ser Ignatius.

Buenas noches, y buena suerte.

domingo, 15 de marzo de 2009

Nitidez [líquida]













La duda se siembra sobre la tierra

(y se encharcaron las cosechas
como ánades evacuados)

esperpéntica
pacífica
plagada de alambradas de seguridad
y de susurros de certeza.

Nada cambió,
sólo la lluvia,
porque desde entonces los niños
ya no juegan a arrancar tubérculos,
las caléndulas
se retuercen en su senectud


y tú y yo
ya no ponemos espantapájaros.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Carencia total de inspiración (II)

Respirar. Respirar nicotina y ausencia de magia. Las carreteras asfaltan de manera prosaica un torrente de pensamientos mientras los pulmones, carentes de oxígeno, buscan desesperadamente un combustible ajeno al miedo. Y todo se derrumba. Agazapados por una bocanada de aire, los instintos depredadores eternizan una guerra fría sin teléfonos rojos que construye muros por doquier. (Esos no se derrumban).

Mirar en rededor, con mirada necia. Crisis, crisis, crisis. Mas, por mucho que diga la prensa, todo se regala. Las almas pagando letras de hipotecas que han venido a convertirse en las sustitutas del diablo. Los ojos evitando encontrarse; tropezar desinteresadamente como solían hacerlo, por temor a que algo los succione y se queden atrapados en un bache retrasando su huída de quién sabe qué. Ya no hay principios (ni siquiera finales), soñar es de bobalicones y de comedias americanas. Las glotis se impermeabilizan tras corrientes de saliva que, forzosamente, se deslizan por su superficie hasta causar tumulto. Se traga saliva como se tragan ilusiones.

Recordar. Recordar inocencias, que murieron en el seno del escepticismo exentas de quimioterapia. Luces y sombras que configuraron el elenco de una función que nunca llegó a estrenarse aunque resistió pasivamente al desgaste del tiempo, de la faz de las dudas (hasta aquel maldito holocausto...). Recordar. Cuando aún era posible llorar de cara al público y las manos jugaban a entrelazarse y regalarse vida. Cuando las garras enmudecían ante un sonido de carcajadas. Cuando los monstruos vivían debajo de la cama y no en el pecho.





Preguntarse...




¿Quién puede llamarse poeta
en un mundo sin poesía?


domingo, 8 de marzo de 2009

Feliz día, chicas



Mediante el trabajo ha sido como la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa. Simone de Beauvoir

Desde ‘mujer casada, la pierna quebrada’, son innumerables los refranes españoles que limitan la actividad de la mujer al círculo de los quehaceres domésticos, y, en nuestra clase media, esta idea está profundamente arraigada (...) la preparación de la mujer para algo que no sea estrictamente el matrimonio, aparece todavía, a la mayoría de las gentes como una cosa insólita y que, no sólo no debe ser tomada en consideración, sino que debe ser severamente reprobada o –lo que es peor- ridiculizada (...). Margarita Nelken

La mujer de la nueva sociedad será plenamente independiente en lo social y lo económico, no estará sometida lo más mínimo a ninguna dominación ni explotación, se enfrentará al hombre como persona libre, igual y dueña de su destino. August Bebel

Cada 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Este día sirve como reflexión acerca de las condiciones en las que trabajan y viven las mujeres, y propugna su igualdad frente al género masculino. El origen de esta fecha se remonta a 1857 cuando en Nueva York hubo una marcha de mujeres trabajadoras de una fábrica textil en protesta por las condiciones de su trabajo. En ese mismo día y lugar, en 1908, un grupo de mujeres trabajadoras, costureras industriales de grandes fábricas se declaran en huelga para protestar por sus condiciones laborales, piden un aumento de los salarios, una reducción de la jornada laboral y el fin del trabajo infantil. Básicamente reivindicaban la consecución de la jornada de 10 horas diarias con posibilidad de descanso los domingos, como ya habían conseguido sus colegas varones. Durante esta huelga pacífica las 129 mujeres murieron quemadas en un incendio provocado por el patrón de la fábrica en la que trabajaban, que previamente las había encerrado dentro.

En 1909 se celebró por primera vez en los EEUU el día de la mujer trabajadora respondiendo a una declaración del Socialist Party of America. Este día, 8 de marzo, fue propuesto en 1910 como día internacional de la mujer trabajadora durante el Congreso Internacional de Mujeres Socialistas en Dinamarca. En 1911, al año siguiente y en respuesta a este decreto, más de un millón de mujeres y hombres europeos participaron en manifestaciones por demandas de igualdad para la mujer. El 8 de marzo de 1977 la oficina de los Naciones Unidas declaró ‘El Día Internacional de Mujeres Trabajadoras’.

La fecha sigue celebrándose hoy en día con más motivos, a mi buen entender, que nunca. No hay nada más peligroso que una sociedad que no reconoce sus propios errores. La sociedad occidental del siglo XXI, sumida en crisis económicas y ordenadores de bolsillo, se ha olvidado de sus valores más primarios, así como de sus propios defectos. Cubriéndolos con parches, se hace la loca ante una herida que, si bien ha sido intervenida más de una vez, aún es susceptible de volver a abrirse, y está muy lejos de cicatrizar. Las mujeres del mundo desarrollado no han alcanzado todavía la igualdad en muchos aspectos como en el salario (cobran menos que los hombres desempeñando el mismo trabajo, sufren más despidos...). Además, las labores domésticas y la responsabilidad de la familia recaen exclusivamente en la mujer al igual que el cuidado de familiares enfermos, minusválidos, personas con dependencia... Esto sin hacer referencia a las apabullantes cifras por violencia de género que se siguen dando, sin ir más lejos, en España. En los países del tercer mundo, la situación es mucho peor: las mujeres se ocupan exclusivamente del trabajo, la alimentación, la familia... (cultivan la tierra, van por agua y la transportan, dan de comer a los animales, cuidan de la familia...) y en la inmensa mayoría son objeto de abusos sexuales y maltratos. La consecución de la igualdad puede tardar décadas, incluso siglos. Es, por lo de pronto, un tímido intento de cambio que se ve arrastrado por la marea de desastres culturales que se nos inculcan desde niños, muchos de ellos sin darnos cuenta. Por ello debemos seguir luchando. Para que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad, no una utopía.

Ni barbie, ni puta, ni loca, ni analfabeta, ni esclava, ni doncella, ni solícita, ni sumisa, ni trofeo, ni adorno, ni lujuria. Ni tan siquiera musa.
Mujer, ante todo, mujer; reflejo de las que fueron. Digna como las rocas que resisten al oleaje sin sucumbir a la erosión. Plena como los destinos de quienes soñaron con alcanzar el horizonte, y partieron a su encuentro. Madre, yerma o fecunda; hermosa, aun lejos de bellezas límpidas; débil (pero tan fuerte...).

Mujer. Ante todo, mujer.


Feliz día, chicas

miércoles, 4 de marzo de 2009

Rihanna o el entretenido cuento de la información inmoral

Junto a un titular que estipula que, en nuestro país, las mujeres cobran casi un 20% menos que los hombres, me encuentro escalofriantes cifras de muertes por violencia machista. Sin embargo, casi como un acto reflejo, y tras un breve suspiro y una mirada al cielo, paso la página y continúo leyendo datos sobre la crisis. Parece mentira la frialdad con la que los medios informan sobre este tipo de cuestiones (más preocupados por los detalles morbosos y sanguinolentos que por el acontecimiento en sí), así como nuestra indiferencia ante ellas, ya hartos de tripas y desgracias . Y qué más da que mueran 500 personas en un atentado, si es el pan de cada día. Incluso nos parecen pocas, oye. Ahora bien, hay ciertos hechos, noticias concretas, que, bien por su concreción, bien porque nos resultan curiosas o porque hay actores implicados que no acostumbramos a ver en ese rol, nos llaman la atención. Quizás también por el morbo, quién sabe, pero lo cierto es que es así.
Por eso a muchos no se les pasó por alto lo ocurrido hace unas semanas, cuando salió a la luz que el famoso rapero Chris Brown había propinado una paliza a su novia, nada más y nada menos que la cantante Rihanna. La agresión desfiguró parcialmente la cara de la cantante, que tuvo que ser ingresada en el hospital. Y como en este tipo de casos el componente visual es importante, aquí podéis ver una foto no apta para pupilas sensibles. Por mi parte, me abstengo de ponerla en el blog, porque el caso no es tanto cómo terminó la pobre Rihanna tras la paliza sino el acongojante desenlace.
Tras unas semanas de expectación, la prensa rosa filtra que Rihanna (ya dada de alta) se encuentra en la isla privada de su colega Diddy junto a su ex-novio, el maltratador. Él lanzó un comunicado público en el que se disculpaba por su actitud (como si de una simple rabieta se tratase) y ella aceptó las disculpas trasladándose a la isla caribeña para intentar "arreglar las cosas".
Sí, a mí también me parece absurdo. Pero hay que tener en cuenta que en los casos de maltrato, desde el más expuesto a los focos hasta el más privado, el maltratador mina la moral de su víctima hasta tal punto que llega un momento en el que ella llega a convencerse de que merece ser castigada. No se puede observar desde un prisma objetivo, hay que profundizar en el factor psicológico de los hechos. El primer paso de un maltrato no es levantar la mano, sino atacar a la autoestima, despreciar. Por lo tanto, el punto de vista que podríamos considerar más racional no es el enfoque correcto desde la perspectiva moral o, yo aun diría más, desde la perspectiva más anclada al conocimiento del problema en cuestión.
Pero lo de los medios yankis no tiene nombre. Ni siquiera emprendieron este camino, el de "vaya tía tonta, mira que volver con el tío que le pegó", sino que se han dedicado a pregonar la reconciliación de la pareja como una buena noticia, como si de dos pobres almas en desgracia se tratase, como el final de un cuento de hadas en el que la princesa al fin puede estar con el príncipe tras las funestas intervenciones del mal en sus más diversas formas. (Ahora bien, ¿qué pasaría si el príncipe resultase el malo del cuento?).
Este modo de "informar" (por llamarlo de alguna manera) ha desatado en mí todo tipo de sensaciones que han ido desde la rabia hasta la tristeza y, finalmente, la desesperación. No se puede pretender arreglar el mundo así. No se puede.

Y me veo a mí misma, como un Pinocho maniatado, sentada en el pupitre de un curso de aspirante a prostituta...

lunes, 2 de marzo de 2009

Oración polos parvos

Perdóanos, señor, tanta parveza
e ten piedá de nós, dos probes parvos
que andamos os camiños das estrelas
cos ollos acendidos
na bebedeira tépeda das fábulas.

Celso Emilio Ferreiro

Nunca
unhas chamas quebraron

o devagar

das pantasmas.

Ateigadas de cinza

e medos

e nonseiqué)

lonxe de se derrubaren

anidaron no cortello
coma prol dos bacoriños
enzoufados na mugre

e nos remorsos

e nas vinganzas.


As pantasmas.

Non lembraron
as pestilencias
e os Entroidos
cubertos de lama
.

E, agora,
a sobrevivir de novo

entre o noxo

coma sempre,

coma antes,
que para se afundir

xa houbo


buques
de ácedas
entrañas
negras.


(O que pode inspirar unha decepción electoral, miña nai querida... Non quero dicir máis nada: resultaría redundante. Mais, se Celsiño levantase a testa...)