domingo, 31 de mayo de 2009

Roll the dice


Al margen de ese cajón de sastre con tijeras poderosas que damos en llamar destino, nadie duda de que nuestras decisiones configuran nuestra vida; nuestra vida y a nosotros mismos. Continuamente nos hallamos ante encrucijadas que, de un modo u otro, solventamos tomando decisiones, escogiendo un camino. Incluso el quedarnos en la encrucijada, pensando y repensando los pros y los contras de nuestra decisión, es en sí una decisión que nos define. La mayoría de nuestras decisiones cotidianas responden a nimiedades, ni siquiera nos damos cuenta de su existencia; hay pocas grandes decisiones en la vida, y la mayoría ocurren en edades más avanzadas. Sin embargo, y a pesar de la contigencia de nuestra resolución (¿me ducho por la mañana o por la noche? ¿me recojo el pelo o me lo dejo suelto? ¿me tomo un café en cafetería o me lo subo a mi cuarto? ¿veo una película o me quedo leyendo?) no somos conscientes de la importancia de la misma. Quizás si aquel día, en lugar de quedarte en la cama hubieses salido a dar una vuelta, habrías conocido al amor de tu vida. Quizás si aquella noche no hubieses decidido que querías una coca-cola, no te habrías tropezado en las escaleras y no tendrías ese esguince de tobillo. Quizás si en lugar de repasar y repasar el tema 7 te hubieses mirado más el tema 8, habrías aprobado el examen. Quizás si no te hubieses quedado hablando con ella hasta la madrugada los primeros días de curso, ahora no sería tu amiga.
Desde luego, las decisiones nos conforman, conforman las encrucijadas futuras y los recuerdos que reforzarán o mitigarán la seguridad de nuestros juicios. Pero hay algo de lo que poco se habla, en este mundo de psicólogos y psiquiatras que duermen en colchones de billetes, y es de la importancia de las decisiones que los demás toman acerca de nosotros. Desde luego, y por desgracia, no está en nuestra mano cambiarlas, a veces, ni siquiera influír en ellas. Pero ahí están, erguidas como tótems, como manojos de llaves que cierran sendas de quizases.
No sólo nuestras decisiones marcan lo que ocurrirá en nuestro futuro; a menudo, las decisiones de los demás son incluso más importantes en el desarrollo general de nuestra vida. Y es que nosotros podemos tomar una decisión, tenerla clara, acatar su desenlace. Sin embargo, cuando esa decisión atañe a alguien más, la responsabilidad no es sólo nuestra.
De pequeños, nuestros padres o las personas que están a nuestro cargo toman todas las decisiones por nosotros. Qué comemos, cómo nos vestimos. Con el convulso período de la adolescencia nos enfrentamos a una capacidad de toma de decisiones inusual y abrumadora para muchos (de ahí las crisis), aunque seguimos contando con el colchón de los papás en casos de fuerza mayor (y menor, normalmente). A medida que avanzamos hacia la madurez de la edad adulta son cada vez más y mayores las decisiones que tomamos sobre nosotros mismos. Pero he aquí que nos olvidamos de que, aunque no de forma tan acusada como en nuestra infancia, los factores externos continúan ahí, decidiendo al margen de nosotros, condicionando nuestro suelo, nuestro techo.
Las personas pasan por nuestra vida; a veces de forma fugaz, otras veces, de forma más duradera. El concepto duradero es muy subjetivo, pero con mis 20 años, he de decir que, por lo de pronto, lo único realmente duradero ha sido mi familia. Existen proyectos; todos tenemos proyectos. Quizás dentro de 5 ó 10 años si esos proyectos continúan en su lugar podría ampliar mi pequeña lista.
Sin embargo, reparemos en esas personillas que, de forma pasajera o no, superficial o profundamente, han visitado los lares de nuestra existencia. Todas tomaron la decisión de hacerlo, así como tomaron la decisión de abrir la puerta y marcharse cuando lo creyeron oportuno. Y lo mismo podríamos decir de nosotros mismos. Sin embargo, preguntémonos, ¿en base a qué tomamos esas decisiones?
Por mi espíritu reflexivo intento siempre tener un motivo para abrir esas puertas que probablemente me impedirán volver a esa casa. Aunque el motivo no sea muy convincente, al menos procuro que tenga coherencia para mí, que yo pueda explicármelo. Mucha gente no lo hace así; para ellos el abandono de una vida es algo coyuntural, casual, casi azaroso. No comprenden que, si traspasan el marco de esa puerta, probablemente no puedan regresar, porque estarán condenando a esa persona a una nueva encrucijada. Una encrucijada inesperada y repentina.
Para muchos, todo no es más que una tirada de dados. Una decisión como otra cualquiera, como ducharse por la noche o por la mañana; repasar un tema u otro. Y no se dan cuenta de que, en realidad, todos no somos más que las decisiones que se toman: las que nosotros tomamos, pero también las que los demás toman sobre nosotros. Tiran los dados, los agitan con más o menos fuerza y los lanzan al vacío, dejan que den vueltas como peonzas, se divierten con su danza de derviches. Tú observas sus contoneos mientras te muerdes las uñas. Porque tú eres lo que esos dados digan de ti; lo que muchos otros dados han dicho ya de ti: quien te ha escogido y quién no. Y en base a eso, una nueva encrucijada: dos caminos, cuatro, seis. A veces, ninguno. Cuando es tu camino quien tira los dados y decide mudarse y dejarte sin brújula . A veces.
If you’re going to try, go all the
way.
Otherwise, don’t even start.
(Charles Bukowski)

martes, 26 de mayo de 2009

Conversaciones con el espejo

Eres, nada más, un recuerdo que fluye solo en ese limbo que llaman tierra.
Eres (lo veo en tus ojos: demasiado grandes, demasiado tristes) una espiga desvirgada, lo que pudo ser, el ardid de metáforas absurdas que cualquiera quiso entregarte.
Eres caderas demasiado anchas, pechos demasiado fútiles, piel demasiado pálida, el rincón de la sala que queda sin luz, la bombilla de la lámpara que no funciona.
Eres pelo que crece como crecen los árboles octogenarios, por costumbre; fuerte, negro, carbonizado frente a tu semblante gris. Tan gris que nadie adivinaría su innato color aceituna.
Eres sólamente un silencio vagabundo en una partitura llena de solfeas; sabes que no te escuchan, mas ni siquiera te oyen.
Eres lástima en tus pómulos. Lo que se exilia de los neonatos.
(Me lo dicen tus manos, tan ásperas...), eres lo que otros quisieron dejar en ti, eres lo que otros rozan de tu cuerpo absurdo, lo que otros modelan de tu mente insignificante, lo que demasiado pocos quisieron entrever de tu corazón.
Eres, nada más, el cubo de basura que se arrastra moribundo ante las puertas de una perfumería, la carga ocre de un alcohólico en las noches de resistencia, la contingencia de un abuso cometido en callejones amnésicos.
Quieres ser lo que fuiste, pero nunca has sido nada.

Ya nadie recompone tu figura de barro caliente. Aguarda junto al torno las noches de disfrute; aguarda junto al torno con esos labios bizcos lo que ni tú sabes que aguardas.


Sigue aguardando, incauta.
Eres, por esta noche, la esperanza de los necios.

domingo, 24 de mayo de 2009

Llueve en Madrid

Llueve en Madrid y ya nada es lo mismo.
Pasan los autobuses por los charcos
como quien pasa las hojas de un periódico
carcomido de tanto autoengañarse.

Versiona la primavera
un acorde desgastado de grises
y en la cocina se amontonan
la loza y y los restos de memoria.

Aguijones que no pierden mucho.
Sólo ellos concretan
el estúpido danzar de las horas
ante las ventanas salpicadas.

La tormenta dirige un coro
de barítonas lenguas limpiantes
borrando los jeroglíficos
que algún mortal quiso dejar en vela.

Llueve en Madrid y ya nada es lo mismo.

[ Y tú y yo,
como todos,
desapareciendo desagüe abajo...

viernes, 22 de mayo de 2009

Amor líquido

Ocurre a menudo, cuando se lee, cuando se piensa o, simplemente, cuando se da la coyuntura, que se descubren cosas tan maravillosas como que éso, ese tema al que tantas vueltas le has dado sin encontrar respuesta alguna y sintiéndote totalmente incomprendido, ha sido ya pensado, interpretado y valorado por alguna otra persona con mayor capacidad intelectual y de expresión que la tuya. Esta situación, en lugar de convertirse en envidia, se convierte en un gran sentimiento de empatía e identificación que se intensifica todavía más cuando la persona en cuestión parece haberse colado en tu mente y descrito tus sensaciones al milímetro. Esto me ha ocurrido con el libro Amor líquido del sociólogo polaco Zygmunt Bauman; en principio, otra lectura más para la facultad; al final, la (in)satisfacción de que mis tesis sobre las relaciones humanas no están tan desencaminadas o, al menos, eso afirma a su vez un experto en sociología contemporánea.

Bauman llama a los tiempos actuales "modernidad líquida". Proviene este adjetivo de la facilidad de "escurrirse", de la fragilidad e inestabilidad de la misma. Pues bien, en la modernidad líquida, las relaciones afectivas también se han licuado.
El concepto de amor ha cambiado para dar paso a relaciones efímeras, sin apenas conexión, que pretenden reivindicar la "independencia" tan enarbolada en el siglo XXI, mas que a su vez evocan a la raza humana a la frustración, la incomprensión y la falsa felicidad. Se asocian los vínculos fuertes a la falta de libertad
Como sociólogo que es, Bauman asocia este cambio al cambio producido en la propia sociedad. El problema es cómo adaptar las necesidades afectivas del ser humano a ese modelo social que "prohíbe" las mismas. Claramente, algo sobra. Y el 99% de la humanidad claudica, y prioriza la integración en la masa a unos sentimientos que, en mayor o menor medida, todos tenemos. Nos sentimos avergonzados de nuestro cariño, nos sentimos avergonzados del cariño de los demás y procuramos mostrarnos distantes y fríos en aras de mostrar nuestra seguridad en nosotros mismos. ¿Significa eso que una persona tierna o afectuosa no es una persona segura de sí misma? No a ojos de la realidad social. Pero, sin embargo, esa persona será probablemente más segura que todos esos ojos que la observan con aire de reprobación, porque se atreve a mostrar sus verdaderos sentimientos aun a pesar del comportamiento generalizado.

Menciona también Bauman la relación directa entre la sociedad de consumo y las relaciones personales, y dice que, hoy en día, las personas se ven más que como personas como bienes de consumo, siendo valoradas a partir del placer que puedan otorgar. Una sentencia dura, mas (a mi buen ver) real. Se prefieren las relaciones superficiales, líquidas, que proporcionan placeres efímeros, bien en forma de sexo o de unas risas después de comer a relaciones más estables, más profundas, relaciones que pueden proporcionar los mayores éxtasis de felicidad, mas también momentos de tristeza y preocupación. Y, como bienes de consumo que somos las personas (me incluyo en el bote) no hay ningún problema en cogernos y tirarnos a la basura cuando ya no funcionamos. Viéndolo de una manera simplista, soy una mopa. Sirvo (tanto yo como cualquiera) para limpiar el polvo que se asoma por entre las rendijas de las estanterías, pero para poco más. Cuando ya estoy demasiado sucia, se me tira. Y, desde luego, nadie se preocupa por limpiar mi superficie, pero tampoco su propia profundidad. Porque esas estanterías siguen teniendo polvo, aunque ese polvo no se vea.

Este comportamiento muestra, pues, un profundo egoísmo. Y esto lo hilo con el último concepto de Bauman que ha puesto en funcionamiento mis lacrimales: el de amor propio. ¿Qué es el amor propio? A fin de cuentas, nada más y nada menos que la esperanza de ser amados. En el momento en que esa esperanza se pierde, se produce al autoaborrecimiento. Y es que el ser objeto de un amor arranca a la persona de "entre todo el mundo" y la convierte en un "alguien bien definido": la hace especial. Siguiendo con esta dinámica de afectos reprimidos, relaciones fugaces y amores líquidos, criamos una raza de autómatas que, además, nunca serán verdaderamente felices.

Ponéos a pensar en todas esas balletas que habéis tirado a la basura, en esas oportunidades de convertiros en alguien especial que perdísteis por miedo a la marginación, a la pérdida de independencia o al sufrimiento por otro que no eráis vosotros mismos. Planteaos el polvo que hay en vuestras repisas; el de las demás estanterías. Hacedlo, por favor, y luego reid, si queréis, reid a costa de esta mopa perteneciente a la masa de las mopas, a la que nadie se ha empeñado en definir jamás.

lunes, 18 de mayo de 2009

In Memoriam: Mario Benedetti



¿Quién fue, Mario?
¿Quién robó el aguijón
de terciopelo de tu lengua?
¿Quién amasó tus penínsulas,
recorrió las bermudas
de tu callar albino?
¿Quién?
¿Qué máscara te abandonó,
qué merienda?
¿Por qué, a ti,
te mostró el escote la luna,
el abdomen la guerra?
¿Por qué vomita la primavera
en tu recinto de anzuelos?

(¿De quién heredaste
la palabra corazón?)


¿Quién fue, Mario?

¿Quién dijo que el poeta no era hombre,
quién mordió el espejo de numen
arrastró tus ausencias,
tus indicios,
el adiós violeta de los pómulos?

(¿...quién ahoga las palabras
en la alfombra de tu rastro..?)

No te salves, Mario.
No te salves.

domingo, 17 de mayo de 2009

Día das Letras Galegas: Ramón Piñeiro

Como cada 17 de maio, estamos de noraboa todos aqueles que somos galegos e que amamos as letras. ODía das Letras Galegas, non extinto (como algunhas voces apuntaban) aínda que si recoñecido a persoas cada vez máis dispares, continúa a súa traxectoria como "data para recolle-lo latexo material da actividade intelectual galega". Escomezando como un xeito de homenaxear o centenario de Cantares Gallegos, da nosa benquerida Rosalía de Castro, os 17 de maio desde o ano 1963 instauráronse como o día das nosas letras por antonomasia. E neste 2009, tocoulle a Ramón Piñeiro.


Ramón Piñeiro López, lugués de nacemento, foi escritor, filósofo e activista político. Como a maioría dos representantes das nosas letras, estivo exiliado en Francia e pasou seis anos no cárcere durante a ditadura franquista. Participou de pleno na fundación do Partido Galeguista na clandestinidade (onde coñeceu a Castelao, Alexandre Bóveda e o resto da troupe) e, posteriormente, ingresou na Real Academia Galega. Con anterioridade xa fundara a ben coñecida editorial Galaxia (no 1950) da que foi director. No 1983, o rexurdimento da nosa cultura logo dos 36 anos de longa noite de pedra, converteuse no primeiro presidente da Cultura Galega. Morreu no 1990.

Dos seus textos destacan basicamente ensaios sobre a sociedade do momento, sobre literatura e sobre a situación da Galiza. A maioría introducen o concepto de "saudade" e destacan a necesidade da reafirmación cultural de Galiza como "camiño fundamental para a súa realización como pobo".

Un ano máis, outro home que loitou pola nosa identidade.
Un ano máis, 
longa vida ás Letras Galegas.


sábado, 16 de mayo de 2009

Sino

SINO

Músculos de barro
que condenan la tierra pasiva.
(Hoy, me modelan;
vivo en un torno,
doy vueltas,
y acarician garras poderosas
mi cuerpo de plastilina).

El poder me corrompe.
La obediencia.
Todo se vuelve permeable,
la lluvia sacude mis pies:
hoy soy un chicle
pegado a una suela;
tan inamovible
como metamórfico.

¿Quién soy yo?
¿Y mi forma?
Mis caderas se tornan tronco
en un cuerpo que ha perdido el norte.
Nunca volveré
a la antigüedad de mis fotografías.
Es este un camino
de dirección única
y constante.
Los desiertos obstruyen los poros;
las estepas los licuan;
nunca volveré
a la antigüedad de los caminos sucios.

Hoy soy una esfera
en la galaxia de los jarrones ming.
No tengo estampado
ni capacidad.

Sólo un alfarero sin rostro
que escoge, soberbio,
mis valses.

martes, 12 de mayo de 2009



El hombre lúgubre
no descansa los domingos.
El hombre lúgubre
no muere en las piscifactorías:
no acaricia los peldaños,
hermetiza las autopsias.

El hombre lúgubre
no vomita ni padece.
El hombre lúgubre
no permite;
el hombre lúgubre
no afirma,
el hombre lúgubre
ahoga el sudor
en las lágrimas del cemento.

El hombre lúgubre
escupe ceniza.
El hombre lúgubre
no destiñe,
el hombre lúgubre
condena:
el hombre lúgubre
es lúgubre,
mucho más de lo que tú serás jamás.


El hombre lúgubre y mi sombra
resbalan en las escaleras.

(El hombre lúgubre atenta).


sábado, 9 de mayo de 2009

Cerrado por visitas

A pesar de mi (cada vez menos desarrollado) polifacetismo, estos días son días en los que mi cuerpo y mi alma me exigen dedicarme 100% a mis visitantes. Personitas, amigas de toda la vida, ésas que siguen siendo la horma de tu zapato aunque lleves meses sin verlas. La química resurge en segundos como una reacción previsible que encharca mi habitación, hoy llena de pelusas y deshechos de nuestras comidas nocturnas, de un repentino bienestar.
La atmósfera de Madrid, la atmósfera del colegio, a veces parece esforzarse por oprimir aún más este par de pulmones ya de por sí negros de inhalar el humo de la hipocresía. Y, de repente, una bocanada de aire fresco. Tres pares de sonrisas que me traen consigo el olor a carballos, a fentos y, por qué no, al licor café de las noches.
Qué más dan los exámenes que se preparan para asediarme en 10 días; qué más dan las miradas suspicaces de aquellos con los que cada jornada me exige rozarme; qué más dan los dos años que hemos pasado viéndonos menos que nunca: hoy están aquí, a mi lado, y quiero creer que no sólo para visitar Madrid.
Por todo ello, lectores potenciales, abandono el blog hasta que, con pesar, me despida de aquellas personas que están haciendo un alto en el camino ascendente de mi melancolía.
No hay nada mejor que una inyección de energía en forma de abrazos.
Por todo ello
GRACIAS

domingo, 3 de mayo de 2009

"Quedas"

Ninguén ensina
a xogar ás agachadas.
Ninguén palpa os ombreiros
explicando,
"ti ficas;
nós corremos".

(Non souben contar ata cen
ata ben chegados os quince)

Os nocellos doen, ás veces,
de se mazar contra o tronco
(ou a farola,
o container do lixo,
tanto ten)
no que alguén se maniata
namentres todos bulen.

Logo o momento do saqueo.
De agardar a sorpresa
agazapada entre os musgos,
atrás das lomas de e das
vellas cuspindo improperios;
buscar o diagnóstico
(e todos seguen correndo)
agarimar os lombos, atrapalos
para que non escapen,
para voar doado,
para ser agora ela a que
lisque.

(Os intres de ledicia
cheiran a humidade
e visitan nas treboadas)

Aínda non chegou a travesura.
Ésa, na que o heroe
salva a todos
das garras apócrifas
do becho,
que só quería berrar alento,
como berran todos mentres
afunden as súas testiñas
no embigo do protagonista.

(Por mí y por todos mis compañeros)

Ninguén ensina
a xogar ás agachadas.

Ninguén contou
nin sequera
ouviu
por que nesta historia
á carapuchiña tocoulle ser lobo,
e de vermello ter
pouquiño máis que o sangue.

(Por que
os vermes súan
por entre as meixelas carcomidas).