domingo, 14 de septiembre de 2008

Educación aparte

No sé qué será: si el famoso acelerador de partículas que nos ha "acelerado" un poco a todos; si la crisis, que al que más al que menos a todos nos cabrea bastante o que las personas a las que voy a referirme estaban en "esos días del mes", pero lo cierto es que la oleada de de mala educación que parece estarse produciendo en las mentes (o más bien, las lenguas) de ciertos personajes públicos me disgusta y alegra al mismo tiempo.

Desde luego, no se puede decir que esto sea nuevo; yo diría que desde que comenzó la preponderancia de las tertulias del corazón en todos los medios audiovisuales, se venía anunciando lo peor. Y es que hemos incorporado de tal forma, por ejemplo, la televisión en nuestra vida, que es algo casi normal escuchar cada semanita una o dos barbaridades viniendo de las jugosas bocas de algún que otro personajillo más bien conocido. No me refiero a Belén Esteban o a la Pantoja, esos son casos incurables, más bien a otros personajes de mayor relevancia o, al menos, de los que se espera algo más de compostura.

Digo que me repugna y me hace gracia a partes iguales porque mi parte de periodista incipiente reprende sin tapujos estas manifestaciones de mala educación y falta de respeto (digamos que mi conciencia piensa algo así como "a este hay que lavarle la boca con lejía") pero, por otro lado, mi parte más humana y humilde se congratula al ver que hasta las autoridades más laureadas y relevantes, aquellas que son modelo de educación y diplomacia, pierden los nervios. Y no me refiero sólo a estas. En parte, adoro cuando a los políticos (que representan la hipocresía en estado puro) se les escapa algún que otro pensamiento interno que suele rozar lo vulgar o lo cruel, y que empaña todo su discursito de buenas intenciones y paz en el mundo. Me encanta cuando algún famoso pierde los nervios y ataca indiscriminadamente al paparazzo que lleva siendo su sombra durante todas sus vacaciones en Malibú.
Y no es que estos actos me gusten por el mero hecho de ver a alguien haciendo el ridículo, sino porque muestra algo de lo que, a veces pretendemos escapar, pero está ahí. Todos somos humanos. Todos. Desde el mendigo de la puerta de la iglesia hasta el príncipe de Zamunda. Y todos tenemos los mismos instintos, por mucho que nos esforcemos en ocultarlos. Las normas sociales; la ética y la buena educación no son más que "acuerdos" a los que se ha llegado afirmando que ese es el comportamiento más correcto, pero tarde o temprano, incluso aquellos que han sido educados en las más estrictas normas sociales cometen algún fallo. Porque va contra nuestra naturaleza no pegarle un puñetazo a alguien cuando nos está fastidiando. Porque va contra nuestra naturaleza no devolver un insulto, o no decir lo que pensamos. O, lo que es lo mismo, caga el rey, caga el papa, y sin cagar nadie se escapa.

Por eso tengo un sentimiento de contraste cuando escucho el "por qué no te callas" o, más recientemente, las declaraciones de Clemente hacia Manolo Lama o el elaboradísimo discurso de Hugo Chávez contra los norteamericanos. Porque una parte de mí piensa "¿y esas son las personas que están por encima de nosotros? Apaga y vámonos..." pero otra se dice, "al fin y al cabo... son personas... ¿no?".

Así que... si ellos pueden... ¿por qué no voy a hacerlo yo, en toda mi insignificancia?

"Váyanse al carajo cien veces, yankis de mierda"

3 comentarios:

lamotta dijo...

Estas confundiendo, a mi parecer, los modales con la correción política.
El "por qué no te callas" del Rey me pareció fantástico, no había otra manera de hacer callar al inepto ese. Aunque lo que estaba diciendo era verdad, pero ese es otro asunto.
Lo de Clemente me encantó. Para qué mentir.

Además, me gustan los personajes públicos que no tienen pelos en la lengua, entre los futbolistas, el mejor para esos casos era Valeri Karpin.
Eso en cuanto a no morderse la lengua. Por eso también me encantó la campaña catalana de "apadrina a un niño extremeño".
FINA IRONÍA.
Otra cosa es pasarse de la raya en las formas. Se puede decir lo que uno piensa sin faltar al respeto y al oído de los oyentes.

De todas formas, la tele es el cáncer del siglo XXI. Espero que pronto desaparezca.

Un beso

Anónimo dijo...

Querida Arancha en todo lo que explicas tienes razón, no es tu edad, sino tu responsabilidad, tu madurez lo que te hace diferente al 80% de la población en ese 20 que queda estamos tu y yo. Yo pienso como tu y si entrás en mi blog he escrito bastante sobre la basura de TV, sobre politicos corruptos o que lo único que les preocupa es llenar las sacas de sus suentas corrientes, etc. etc. Pero tambien hay gente que como nosotras se preocupa por un mundo mejor, y si somos los minimos, es una pena, pero es la realidad, somos tan pocos que no se nos oye, aunque gritemos, nos desgañitemos practicamente nuestra voz es como un pequeño murmullo. Pero estoy contenta de encontrar esas personas como tu que les preocupa las cosas importantes de la vida. Eso es lo mejor, lo que nos da alegría, lo que nos hace seguir, encontrarnos con personas que aunque pocas somos las mejores. Besos Marian

lamotta dijo...

¿Esa persona es de verdad o es publicidad?