miércoles, 31 de diciembre de 2008

2008
No me gustó:
- Que ganase Berlusconi
- No tener carrera
- La guerra de Georgia
- El verano
- Que se fuera la inspiración
- Engordar
- La reciente matanza de palestinos en la franja de Gaza
- Encerrarme en la burbuja
- La sinusitis
- La película de Tiro en la Cabeza
- Mi pelo
- Ciertas personas que pasaron por mi vida
- Decepcionar
- Que me decepcionaran
- Las "opiniones" de la reina
- La gente que murió en Kosovo
- La gente que murió en cualquier conflicto
- La gente muriendo
- No encontrar mi camino
- Las noches de insomnio
- Gritar
- Que me gritasen
- El atentado de ETA de esta mañana a los medios de comunicación
- Los atentados de ETA
- Mi cumpleaños
- Llorar más que reir
- La incomprensión
- La fiesta de Navidad
- El accidente de Barajas
- Las mentiras
- La violación de los derechos humanos en China
- La violación de los derechos humanos en cualquier lugar del mundo
- Estar sola. Seguir sola.

Me gustó:
- Que Obama ganase las elecciones
- El taller de poesía
- Que no ganase el PP
- Las salidas al Bukowski
- El musical de La Bella y la Bestia
- Que le tirasen unos zapatos a Bush
- Adelgazar
- Santander
- Que España ganase la Eurocopa (sí, qué pasa...)
- Los abrazos
- Mi cama nueva
- Leer a Stieg Larsson
- Mi vestido de fin de año
- Polonia
- La cena de Navidad
- Tener carrera
- Los paseos por Madrid
- La independencia de Kosovo
- Ciertas personas que pasaron por mi vida
- Buscar mi camino
- El Sahara
- El taller de radio
- Descubrir que hay gente que lee mi blog
- Los besos
- Que, a pesar de todo, siempre hay algo que me hace seguir adelante.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Propósito de enmienda

Aunque con cierta relación, no es de lo que ahora mismo voy a decir de lo que trata el post. Sin embargo, necesito dejar constancia de que noches como la de ayer son las que me recuerdan por qué me fui de Ourense y qué es lo que no me gusta de la misma. Las miradas inquisitivas, las risitas infantiles que, acompañadas por gestos y expresiones de rechazo, se confunden con una atmósfera de humo e inframúsica. Y esa gente, esa gente que es como el herpes... crees que han desaparecido, pero siguen ahí, quizás hibernando, pero preparados para recordarte, en el momento menos pensado, todo aquello que, con ayuda de años y litros de lágrimas, te has esforzado en olvidar. Vuelve la incomodad y la tensión, y de repente eres un adulto perdido en un parque temático para niños de 0 a 3 años. Pero nadie dijo que los niños no fuesen crueles...

Dicho esto, párrafo que se debate entre el desahogo y la voluntad de trascendencia, pasaré a hablar de la noche. La noche. Camarada y cómplice de desventuras. La noche. No suelo salir mucho de fiesta, pero siempre me he considerado un ave nocturna. Y es que la noche ofrece mucho más que unas cuantas discotecas y alcohol derramado a tutiplén. La noche nos presenta todo sin maquillaje, sin esos polvos iluminadores que el sol se encarga de difuminar por la cubierta de cada lugar, de cada rostro o de cada sueño. Todo parece esconderse, temeroso de que vislumbremos su verdadera fachada, y es que en la noche aflora lo dicotómico, lo mejor y lo peor, confundiéndose el beso de despedida de dos enamorados con el vómito de un borracho en un soportal. En la noche las ciudades vuelven a su estado más original, sin coches, sin ruídos y con escasa iluminación. Avenidas vacías y espíritu durmiente. Y la posibilidad de observar desde otra perspectiva, como un vigilante anónimo que descubre un secreto. En la noche todo parece posible e imposible.Por la noche me encuentro a mí misma, para bien o para mal. Es por la noche cuando me sumo en fantasías irremediables y también cuando pongo los pies en el suelo. Por la noche reflexiono y concluyo. Los escasos arrebatos de inspiración que, en momentos puntuales, me han acribillado, lo han hecho por la noche. He tomado decisiones trascendentales por la noche, he abierto los ojos por la noche y el poco amor o pseudoamor que ha pasado por mi vida se me ha presentado envuelto en un manto de noche. Siempre he considerado a la noche mi aliada. Pero... quizás esta identificación de noche con elevación del espíritu, en su más alto nivel, sea contraproducente para mí. Y es que, mientras yo medito y descubro, a mi alrededor se cierne un mundo artificial de tacones, copas, reggaeton, sexo en lavabos y rímeles corridos del que me aíslo, lo quiera o no. Y no puedo evitar no sentirme partícipe de ello, a pesar de que lo intente. Y quiero cantar, bailar y pasarlo bien. Y en ocasiones lo consigo; pero son pocas e insuficientes. De súbito, todo el peso del mundo se cierne sobre mis hombros, y es de noche, y yo sólo quiero hablar, y es de noche, y no soy capaz de esbozar una sonrisa para esas fotos del tuenti que no ilustran más que una felicidad edulcorada, y es de noche, y a pesar de que la haya escuchado 1000 veces, unas lagrimillas asoman en mis ojos cuando suena eso de "tenía tanto que darte...", como si se tratase de un poema de Baudelaire en vez de de una estúpida canción comercial que se nutre de frases sin orden ni concierto con tal de conseguir una rima. Y es de noche.
Y vuelvo a casa angustiada, como una guiri sin plano del metro, con dolor de pies, y prometiéndole a la noche que algún día aprenderé a disfrutarla entera.
Pero el tiempo pasa y anoche, entre clínex usados y calcetines sin pareja, me topé sin quererlo con los papeles del divorcio...

domingo, 21 de diciembre de 2008

Y se pasó diciembre, de nuevo

Cansancio, cansancio, cansancio. Fue lo único que mi mente se repitió una y otra vez, como un disco rallado, al bajar del tren en la estación de Ourense tras 6 horas de viaje. Me dolían los hombros y la cabeza. El chico sentado a mi lado olía mal, y la señora de enfrente me pisaba continuamente. Hacía un calor insoportable.
6 horas dan para mucho pensar, o mucho escuchar música (todo depende). Vuelvo a casa sin saber muy bien por qué; sin conciencia alguna de que ya es Navidad (o Hanuka, todo depende...) y, tras una semana que no podríamos calificar más que con el adjetivo intensa, con un sentimiento de expectación que ya debería haberme pasado. Supongo que, en toda mi inocencia, me esperaba algo más, algo espectacular como salida de año, un adiós a lo grande, fuegos artificiales y confetis volando por todas partes. No fue así, y por lo tanto algo dentro de mí sigue esperando... no sé muy bien a qué. Ese algo morirá con la última campanada dentro de 10 días.
Mi padre había venido a esperarme en el coche, y miraba a mi alrededor. Ourense, más consciente de la situación actual que esa otra ciudad donde estoy emigrada, apenas tiene luces de Navidad. Es un poco como yo... Mientras nos dirigíamos a casa pensaba en la llantina que el año pasado me asaltó cuando me tuve que ir a casa en Navidad, las pocas ganas que tenía, lo magnífico que era todo. ¿Irreal? Desde luego ¿Ideal? Posiblemente.

Y, sin embargo, necesito un fin de 2008. Todos necesitamos un fin de 2008. O, mejor dicho, un inicio de 2009. Porque el ser humano es así, porque necesitamos acotar nuestro tiempo, ponerle barreras... para renacer cada día, cada semana, cada mes y, claro, cada año. Para empezar de cero. Dejar lo malo atrás, atado con las cadenas del olvido, y continuar adelante, con el bastón de los recuerdos afortunados. Qué lástima que no sea tan sencillo. Hay quien emprende ese cometido con ánimo, con decisión, y aun así fracasa. Lo malo se desencadena con la facilidad con que se quita el papel a un regalo en Nochebuena, y se abalanza sobre nosotros como un titán furioso. Lo bueno parece difuminarse con el horizonte, hasta que se pierde de vista, llevándose su bastón y dejándonos cojos. A veces...
Lo que vamos a hacer el 31 podríamos hacerlo cada día. Cada día de nuestra vida. La naturaleza nos regala una diferenciación entre día y noche: luz y oscuridad. Podríamos aprovecharla. Pero, qué más da. Llega el 2009, eso es lo que importa. El año de los 20 años. No me resultará extraño el preguntarme qué estoy haciendo con mi vida, a dónde pretendo llegar, qué es esto que soy, si es que soy algo. Lo hago frecuentemente, aun a pesar de los resultados poco satisfactorios. Sólo espero, entonces, no hacerlo con esos látigos con los que me fustigo día a día, sino aproximarme a mí misma con comprensión, con amabilidad, con sosiego. Y, quién sabe, quizás me sorprenda. Quizás OS sorprenda. Quizás vosotros también deberíais empezar a probarlo.

No sé qué es este post, ni por qué lo estoy haciendo. Puede que porque soy consciente de que mi pequeña jauría de lectores se merece que actualice el blog; puede que porque sé que mi pequeña jauría de lectores se reducirá aún más si no lo actualizo; puede que, simplemente, porque necesito reflexionar. Y porque, de todas las empresas que acometí en el 2008, sólo esta perdura. Un pequeño espacio en internet. Pero mi espacio, a fin de cuentas. (Y lo único, de todo eso que quiero, que consigo mantener...)

martes, 16 de diciembre de 2008

De cómo se reescribió Cenicienta

Érase una vez que se era, en un país omnipresente, una (¿hermosa?) muchachilla que se dedicaba a cometer atrocidades en el orden mundial cuando se aburría. Esta muchacha, conocida como Cenicienta, tenía dos hermanastras tan agraciadas como ella (una inglesa y otra española) que la ayudaban en sus arriesgadas empresas cuando se sentía sola y desamparada ante sus absurdas ideas.
Cansada un día de tener el control de su imperio, no sin haber realizado ya multitud de barbaridades en él, Cenicienta se enteró de que, no muy lejos de allí (en aviones de guerra se llega en un abrir y cerrar de ojos) existía un exótico país llamado Irak. Animada por sus hermanastras y, como no, por sus propias ansias exterminadoras, Cenicienta se calzó sus zapatitos de cristal y se encaminó al susodicho país, arrasando con los tacones la tierra que encontraba a su paso. Alegando, eso sí, que su acción se perpetraba en defensa del resto del mundo.
Y he aquí que el príncipe azul del reino irakí, buen conocedor de las fechorías de la joven y tras haber visto pisoteado su reino, decidió pagarle con una moneda que más dolió en el orgullo de Cenicienta que en su rostro, muy a nuestro pesar. Ante la presencia de la muchacha, el príncipe, hastiado y enajenado, lanzó a Cenicienta los zapatitos mostrando así el desprecio y repulsión que sentía hacia ella. (Lástima que estos zapatos no fueran de cristal...)

Bromas aparte, el periodista iraquí que lanzó los zapatos a Bush junto con la dedicatoria "Toma tu beso de despedida, pedazo de perro" o algo así (tampoco es que yo sea una gran experta en traducción de árabe) se enfrenta a condenas de aproximadamente 2 años de cárcel por afrentas a un jefe de estado. Su acción no mostraba más que la oposición a la invasión de su país por parte de EEUU, que se perpetró hace nada más y nada menos que cinco años. Cabe destacar que el periodista en cuestión había sido secuestrado en enero de 2007 por soldados estadounidenses que, además, allanaron su casa, mientras él se encontraba realizando una cobertura informativa en Bagdad. Y su ejemplo sólo es uno más entre muchos, muchos que sufrieron represalias por oponerse a la ocupación estadounidense, por hacer su trabajo o, simplemente, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.Pero la parte legislativa no lo es todo. Este hombre es ahora considerado un "héroe" en Irak. Desde ayer se han sucedido varias manifestaciones masivas por las calles del país en defensa de su acción y en demanda de su puesta en libertad. En muchas de ellas, los manifestantes acudieron con zapatos en la mano. ¿Estaremos, me pregunto, ante un nuevo icono, un símbolo que pasará a la historia como la oposición irakí al gobierno Bush? ¿O quedará, por la contra, la acción de este hombre como un mero hecho curioso que alcanzará records en programas de zapping o en vídeos de Youtube? Nunca lo sabremos. Sólo sabemos que, de pequeñas acciones, espontáneas como esta, surgen a veces motores de cambios. A veces. Y Cenicienta, que se esperaba flores y bombones, ha recibido zapatazos. Nunca es tarde si la dicha es buena.

sábado, 13 de diciembre de 2008

Fracaso. (Subtítulo=fiesta de navidad)

fracaso.

(De fracasar).

1. m. Malogro, resultado adverso de una empresa o negocio.

2. m. Suceso lastimoso, inopinado y funesto.

3. m. Caída o ruina de algo con estrépito y rompimiento.

4. m. Med. Disfunción brusca de un órgano.


Debe de ser este, pues, un fracaso integral, ya que reúne las cuatro acepciones. La 1 y la 2 no necesitan explicación; como consecuencia de ello, se produjo la 3: una estrepitosa caída de la autoestima que acabó de romperse del todo gracias al apoyo incondicional de la número 4, la disfunción de unos cuantos órganos por influencias externas en forma de líquidos inflamables... (aunque creo que en esencia el más afectado de todos los órganos resultó por ser el hígado).

Qué estampa tan entrañable. Al final de la noche le faltaron los cascabeles y las campanas. Y, quizás a la RAE le falte una definición de fracaso. Aquella que ilustre que, a pesar de todo, de la alegría general, de la sonrisa de los compañeros, de la música (de todo menos desmotivante), de las luces de colores... el fracaso es capaz de teñirlo todo de un desolador color sepia.

jueves, 11 de diciembre de 2008

En otra piel


Hoy, post breve y de desahogo. Después de 6 horas de viaje, con desajustes hormonales de por medio y un asombroso dolor de espalda, el cuerpo no me da para mucho más. Parece que el efecto de la cama milagrosa de Ourense se va desvaneciendo de mis vértebras mientras mis inseguros pies pisan el suelo de la portería del Chami, mientras entran en mi cuarto, más sucio si cabe que cuando lo abandoné unos días atrás, mientras buscan, incesantes, unas zapatillas cómodas. Mañana, clase, taller de inteligencia emocional y cena con Pepe Domingo Castaño. Ni más ni menos. Un lujazo. Pasado, Fiesta de Navidad. Al otro, Navirock. El domingo, mejor dejárselo a la resaca y a repasar levemente el examen que me aguarda el lunes.

Podría decirse que mi vida, al menos estos días, es más dinámica que aburrida. Podría decirse... Y, sin embargo, no sé si es que aún no he aterrizado, que estos días de puente y descanso no han servido más que para masajear la parte más superficial de mis preocupaciones, pero sigo sintiendo lo mismo. Muy a pesar de las variadas e interesantes actividades que me ofrece mi programa cotidiano. Y es que, no puedo evitarlo, cada vez que me acuesto, que cierro los ojos, que siento que el sueño se apodera de mí, deseo despertar al día siguiente en otra piel. En otro cuerpo, en otra mente. Con otros ojos, y otra forma de ver; con otras manos, y otra forma de percibir; con otro nombre y otra historia. Ser otra. Y no ser yo. Al menos por un día. Me gustaría que me fuese concedido, al igual que se le concedió a Cenicienta su baile hasta las 12, o a Cásper ser humano por unas horas (aquel memorable bailecito con una Christina Ricci en su más álgida pubertad). ¿Por qué no a mí?_pregunto a la nada. Y la nada me pone el contestador automático.

En otra piel. Saber lo que es despertarme sin que lo primero que asalte mi cabeza sean las inseguridades, los complejos, las dudas; todo eso de lo que me visto mucho antes de ponerme ropa encima. Saber lo que es que la gente te mire con admiración, no con desprecio; con cariño, no con compasión; con lujuria, no con repulsión. Saber lo que es vivir... y no padecer.

En otra piel. En la piel de un triunfador. Y, de no ser así, al menos sumirme en un profundo letargo... y no despertar jamás...



Con estos pensamientos, me dirijo al catre.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Hoy por ustedes, señores

Leía ayer en El País que por fin el gobierno suizo se ha decidido a rehabilitar una ley por la que se consideraba criminales a aquellos que habían luchado en las Brigadas Internacionales en España; a decir verdad, todos fueron acusados de colaborar con el comunismo, de estar "del lado de Moscú" y la gran mayoría de ellos sufrieron penas de cárcel. Recordemos que Suiza se declaraba neutral en este conflicto (como hace con todos). Por desgracia, proseguía el artículo, de los 800 voluntarios que lucharon en las Brigadas, sólo cinco están vivos hoy en día, y de esos cinco, sólo uno puede contarlo (a los demás les ha podido el fantasma de la vejez en sus más diversas facciones). Verdaderamente lamentable.

Las Brigadas Internacionales eran unidades de voluntarios venidos de diversos países del extranjero para defender la República. Los había de todos los lugares y, dentro del movimiento antifascista, de todas las ideologías: socialistas, comunistas, anarquistas... Hasta ahí creo que llegamos todos. Pero dudo que muchos nos hayamos parado a reflexionar más de medio segundo que los brigadistas eran mujeres y hombres que, sin ningún tipo de vinculación con España, lo dejaban todo atrás para venir a luchar contra esa peste contagiosa que se expandía por Europa: el fascismo. Personas que, sin pensárselo dos veces, emprendían el camino a una tierra peligrosa, a luchar con medios escasos contra ejércitos que contaban con el apoyo de Alemania e Italia. Si bien es cierto que al comienzo de la Guerra Civil la gran mayoría de la opinión pública (nacional e internacional) veía claro que la República las tenía todas consigo para ganar la guerra, pronto la situación se torció, y a medida que el ejército franquista iba conquistando tierras, especialmente, con la conquista de Euskadi, donde se encontraban la mayoría de fábricas productoras de armas, se comenzó a vislumbrar que la República estaba en seria desventaja. No poseía recursos, ni de combate, ni de supervivencia , y tampoco contaba con el apoyo institucional de las llamadas "democracias occidentales", frente a la ayuda incondicional de las potencias fascistas a Franco. E incluso con ese clima de inminente derrota, ahí estuvieron los brigadistas: no sólo no se fueron del país, sino que vinieron más.

La existencia de las Brigadas Internacionales es sabida por todos desde el momento en que las estudiamos en el instituto. Su reconocimiento, sin embargo, es nimio. Cabe destacar que no sólo los que vinieron aquí eran conscientes del peligro que corría su vida, sino también de que (en muchos de los casos) si volvían a sus países de origen serían tachados de traidores y sufrirían represalias, como es el caso de los suizos. Y así fue. Que hasta 70 años después no se haya reconocido su esfuerzo, su afán por combatir aquello que todos deberían haber combatido, su hermanamiento con una tierra que no estaba hermanada entre ella, es vergonzoso. Pero resulta todavía más vergonzoso lo que ocurre en la propia tierra que estas personas vinieron a defender: cuando, en 1938, las Brigadas Internacionales comenzaron a irse de España, Juan Negrín les prometió que, algún día, se les concedería la nacionalidad española. Evidentemente, aquellos que lucharon por preservar lo que democráticamente se había obtenido la merecían bastante más que otros que habían nacido aquí. Esto no se hizo realidad hasta el año 1996, cuando el Congreso aprobó una ley que les concedía la nacionalidad a los brigadistas. Esta ley, sin embargo, tenía una letra pequeña que nadie se encargó de leer en voz alta. Se les concedería la ciudadanía española si renunciaban a su nacionalidad. La gran mayoría de ellos, a pesar del apego que sentían hacia España, no quisieron renunciar a su verdadera nacionalidad, lo cual me parece más que comprensible. La pregunta ahora es, ¿personas que sin ninguna retribución a cambio vinieron a luchar, con grandes posibilidades de morir, a España para salvarla de lo que por desgracia luego sufrió no se merecen que se les homenajee sin condiciones? ¿A qué viene ese epígrafe que les niega una concesión tan pequeña como la nacionalidad al lado de lo que ellos hicieron por nosotros? ¿Realmente se olvida tan pronto?

Habrá que recurrir, pues, a las palabras de nuestros antepasados. Y cito a Dolores Ibárruri, La Pasionaria, que tanto placer provoca a mi profesor de historia: "Cuando pasen los años y las heridas de la guerra se hayan restañado, hablad a vuestros hijos de las Brigadas Internacionales. Decidles cómo estos hombres lo abandonaron todo y vinieron aquí y nos dijeron: estamos aqui porque la causa de España es la nuestra. Millares de ellos se quedarán en tierra española. Podeis iros con orgullo pues sois historia, sois leyenda. Sois el ejemplo heroico de la solidaridad y universalidad de la democracia. No os olvidaremos, y cuando el olivo de la paz eche de nuevo sus hojas, !volved!"

Hoy, por ustedes, señores. Gracias.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Paradojas y otras enfermedades de manicomio

Que el mundo está loco ya lo sabemos todos, y si no lo sabíais, yo os lo confirmo: está de camisa de fuerza y sedantes de mula.
Pero es que, a veces, entre tanta noticia que ya suena a topicazo a pesar de que ilustre las más cruentas barbaries, te encuentras alguna que otra que no hace más que acrecentar ese sentimiento de que, en realidad, a pesar de tus mil y un rarezas, eres hasta normal. Y cito: "Ocho jóvenes judíos han sido condenados este domingo a entre uno y siete años de prisión por pertenencia a una banda neonazi".
Sin necesidad de un análisis demasiado exhaustivo, la frase resulta, cuando menos, contradictoria. ¿Judíos neonazis? Ya de por sí cuesta creer que, en su momento, una nación entera se rindiese a la paranoia de un pequeño cabrón con bigote; mucho más la existencia hoy en día de grupos que propugnan su ideología desde la perspectiva actual, habiendo conocido toda la historia desde un punto de vista objetivo. Pero que judíos, repito: judíos se adhesionen a un movimiento cuya máxima era (y es) el antisemitismo... me parece increíble. Para los nazis los judíos son una raza inferior, contaminada, culpable de todos los males del mundo.
Para más inri, uno de los condenados por pertenencia a la banda neonazi, era nieto de un superviviente de un campo de concentración. No voy a pararme a explicar qué hacían los nazis con los judíos en los citados campos, es cosa bien sabida, aunque después de mi visita a Auswitchz este verano todavía me repugna más el hecho de que este jovencito no sólo no tomara conciencia de lo ocurrido en su familia, sino que además lo ensalzara.

Este acontecimiento no pone de manifiesto más que una cosa: estos chicos se odian, odian su vida, su cultura, su pueblo. No hay otra explicación. Es la forma que adoptan para manifestar que no aceptan que esas sean sus circunstancias, que hayan nacido siendo ellos mismos. Son judíos. Y no pueden evitarlo. No hay mejor manera de suicidar su yo interior que formando una banda que reniega precisamente de lo que ellos son: lo denigra e intenta exterminarlo. Y este comportamiento sólo surge cuando ya no hay nada que les motive, nada en absoluto. La vida es negra, ni siquiera grisácea, y por más que le den capas de pintura, la oscuridad sigue siendo abismal. Al menos_pensarán_que todos la vean del mismo color. Y vivan los actos kamikazes. Como el maltratado que maltrata. Como el violado que viola. Y, en versión light, como el que suspende y se hace profesor para suspender a los demás; como el que sufre por amor y se decide a hacer sufrir a cuantos más, mejor.

El mundo está muy enfermo, cada vez más enfermo; el mundo delira y no podemos hacer nada por evitarlo. Y, quizás sea por la tremenda fascinación que me suscita la cultura judía (sueño con casarme con Woody Allen o, en su defecto, con Ross de Friends), por el apego que siento hacia mis raíces o, simplemente, porque sigo creyendo que todos nos regimos por cierta coherencia interna. Pero este tipo de noticias, aparentemente anecdóticas, no me producen más que desazón. Y vuelven a planteárseme las mismas preguntas: ¿dónde se han quedado los valores morales? ¿hay alguna respuesta universal? ¿realmente es tan absurda la vida como para que pierda el sentido? ¿por qué no murió Esperanza Aguirre en Bombay? (...)

sábado, 22 de noviembre de 2008

Siguiendo con la tónica

Podría escribir hoy sobre la posible pérdida de la hegemonía mundial por parte de EEUU en unos 20 años; podría escribir sobre el inicio de la campaña electoral na miña terra querida; podría...
pero no quiero. Porque hoy es otro sábado, otro sábado más que me quedo aquí, en mi cárcel de cemento, sola como hacía tiempo que no lo estaba y desganada como no recuerdo desde que superé aquella pneumonía. No me apetece salir y tampoco tengo muchas posibilidades. Hoy es una (otra) de esas noches en las que nadie me echará de menos, nadie extrañará mi presencia ni tan sólo un instante, una de esas noches en las que podría perderme en el lugar más recóndito del mundo con la certeza absoluta de que ninguna voz clamaría mi nombre. Y, sin embargo, aquí me quedo.

Hay tantas cosas que me gustaría hacer... pero no sola. O quizás sí... pero no ahora. O puede que la tentativa pijama-infusión-capítulo sea más fuerte que cualquiera de mis pensamientos acerca de qué hacer en la noche madrileña. No lo sé. Lo que sí sé es que, últimamente, la vida me huele distinta. Desafortunadamente, el aroma no me es extraño: huele a suspiros melancólicos junto a libros de tapa blanda, a neuronas alimentadas con la inquietud incesante de la mediocridad, a días soñando a ciegas y a noches sin poder dormir. Y todo eso que, condensado, puede incluso llegar a sonar mágico, bohemio, se traduce en una vida aburrida y monótona, de un color grisáceo sin ningún matiz a destacar y con cierto tacto rugoso. Ya había sentido esto antes. Simplemente... pensé que tardaría en volver.

Y es que la vida se me escapa de las manos como las gotas de lluvia (ésas que poco se dejan ver por esta ciudad). Y me paso el día diciendo que no hago nada porque no tengo tiempo, porque estoy muy ocupada, porque esto, porque lo otro. Y no es así. Sé muy bien que no es así. Me paso el día esperando, esperando que algo o alguien llegue y vuelva a motivarme, y me haga saltar de la cama y quitarme el pijama que siempre llevo puesto y me recuerde que tengo 20 años y unas posibilidades que quizás no vuelva a tener nunca. Y que me anime a luchar por lo que quiero. Para conseguirlo. Pero, mientras observo la puerta con expresión distraída, aguardando esa llegada imaginaria, el tiempo pasa, y una fiesta del Chami da paso a otra, y se encienden y apagan los radiadores y el pelo me crece a lo ancho y los mofletes se me van hinchando y las pelusas de debajo de la cama alcanzan grados de civilización que ni yo misma habría imaginado.

Y la princesa sigue cautiva en la torre, sin más dragón custodiándola que ella misma, cansada de contar las lunas que, creciendo y decreciendo, le recuerdan que nadie vendrá a rescatarla. Que otro sábado se pasa... y ya es 22 de noviembre.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Homenaje a ¿la mujer?

Supongo que tod@s os habréis enterado de la, cuando menos, polémica noticia de que la discoteca Pachá de Valencia sorteará una operación de aumento de pecho entre las asistentes al local durante el día 5 de diciembre. Bueno, miento, la afortunada podrá invertir los 4500 € del premio en otra operación de cirugía estética si lo prefiere: liposucción, bótox... El Ministerio de Sanidad le abrirá un expediente informativo a dicha discoteca.

Lo he expresado de la forma más concisa posible porque todo eso no es la cuestión. La cuestión es, ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? ¿Soy la única a la que esto le parece indignante, el colmo de la superficialidad? ¿La única que cree que esto es la guinda del pastel en una sociedad que lleva desde que yo tengo uso de razón coaccionando a las jóvenes a que se desarrollen físicamente hasta conseguir niveles inalcanzables?
La sociedad que ahora puebla el siglo XXI ha sido la que ha generado enfermedades como la anorexia o la bulimia. ¡Por Dios, si antes se comía lo que se podía! ¿Cómo iban a preocuparse las muchachas de si habían engordado 2 kilos en Navidad? Más bien comían con avidez el pedacito de turrón que les correspondía intentando que les durase mucho. Evidentemente, a lo largo de la historia, siempre ha habido cánones de belleza y modas: en el arte, en la estética. De hecho, a mí me hubiese gustado vivir en la época de Rubens (habría logrado ser miss España sin sacrificar ninguno de mis placeres). Pero, sin embargo, ¿alguna vez se ha llegado a un punto en el que se sortean, de manera frívola y como si de mp3 se tratase, operaciones de cirugía estética? ¿Operaciones que no sirven más que para conformar un ideal de mujer inexistente?

La susodicha fiesta de Pachá del 5 de diciembre se llama "Pretty Woman" (Subtítulo: Homenaje a la mujer). Y, claro, para conseguir el objetivo de ser pretty hay que ser perfecta o, mejor dicho, perfecta para la opinión pública. Sinceramente, a mí no me gustan las modelos, me dan grimilla, están esqueléticas; tampoco me gustan las barbies, las chicas sin posaderas pero con un pecho de la talla 100 me dan un poquito de miedo, me da la impresión de que caminan tambaleándose y acabarán en el suelo. Pero bueno, en la opinión pública estamos: por todos es sabido que yo siempre he sido un poco diferente en ese aspecto. Aquí entramos en el eterno debate: ¿han sido los medios de comunicación de masas, a través de campañas publicitarias y demás, los que han coaccionado a la sociedad a que acepte este canon de mujer o, por el contrario, los medios de comunicación y el sector publicitario se han adecuado a las demandas estéticas del mercado, es decir, ha sido la sociedad la que ha conformado este ideal inconcebible? Ahí ya no me meto; daría para un estudio sociológico de años, una tesis doctoral o, como mínimo, un libro entero.
Pero... ¿a qué se debe que el mayor objetivo del género femenino sea alcanzar ese ideal? Es decir, en los años mozos de mi abuela o de mi madre también había un ideal de mujer, y, sin embargo, no existía esta obsesión por alcanzarlo a toda costa. Desde luego, las mujeres intentaban estar cuanto más guapas, mejor, pero eso no se convertía en la máxima aspiración en su vida. Ahora, sin embargo, parece que cambian las tornas. Vivimos en un mundo competitivo y caótico, en todos los aspectos. A las mujeres se nos EXIGE que estemos siempre perfectas, que tengamos muy buena presencia incluso a nivel laboral (ya no digamos a nivel personal). Por todas partes se nos lanzan mensajes con altas cargas de presión, explícitos o implícitos, desde las vallas publicitarias hasta las tallas de los pantalones. Tienes que ser delgada, tienes que tener un buen pecho, tienes que ajustarte al modelo. Y, si no, condenada para siempre. ¿A qué? Al extrarradio, al ostracismo: a la soledad. El mensaje que se envía es "¿quién te va a querer si no eres así?"

Hace un tiempo tuve un novio cuya ex estaba, lo que se dice, muy buena. Él lo confirmaba, aunque también decía que era una boba. Un día le pregunté: "Entonces, ¿por qué estuviste con ella?". Y él me contestó: "Ir con ella por la calle era como llevar continuamente un trofeo. Me sentía orgulloso de pasear con ella, de que la gente me viera con ella. Mis amigos me felicitaban por mi logro. Me sentía un ganador". Ea. Y ahora que vengan y me digan que las mujeres estamos subiendo en el escalafón social, que nos estamos liberando de nuestras cadenas y de la inferioridad frente al género masculino. Esta es otra forma de esclavitud, peor quizás que otros tipos, porque cada una nacemos con un físico que, se parezca o no al canon, no podemos cambiar. O sí, operándonos. La mujer es hoy más mujer florero que nunca, no es más que un objeto de placer. Como bien me expresó mi ex novio, un "trofeo". Atrás han quedado las amas de casa de los 50, con sus vestiditos perfectos, esperando a su marido con la comida recién hecha. Ahora, con nuestros vestiditos perfectos, esperamos a nuestro jefe con el trabajo acabado, a nuestro novio con un picardías del color que a él más le gusta, a nuestros amigos con una sonrisa en la boca. Pero perfectas, ante todo, perfectas.
Hasta que las mujeres no nos liberemos del todo de esta concepción machista de la mujer como un objeto nunca alcanzaremos la plenitud, pues siempre estaremos supeditadas a ciertas normas estéticas. Y la solución a esto, aunque no lo parezca, procede en primera instancia de los hombres: si los hombres no increpan a las mujeres a que sean así, si nosotras vemos que los hombres no sólo aceptan sino que quieren, respetan y desean a mujeres que no se adaptan al canon, se nos irán aflojando las cuerdas. Eso desde luego. Pero... claro, a nadie le amarga un dulce. (Y nosotras no queremos quedarnos solas...).

PD: Yo, la anti-movimiento estético, a la que le gustan los feos, que propugna el cultivo intelectual y la naturaleza sensible del ser humano, que huye de las homogeneizaciones... yo me operaría.

sábado, 15 de noviembre de 2008

De gozos y recuerdos


Mi padre solía decirme de niña que no debería comer mucho chocolate, porque entonces dejaría de gustarme tanto como me gusta: se convertiría en algo rutinario, normal. Si lo comiese sólo de vez en cuando, ese momento me resultaría mucho más especial. Pues lo mismo me ha ocurrido hoy. He tenido una de esas sensaciones placenteras que, precisamente lo son tanto, porque rara vez ocurren; quizás también porque evocan recuerdos y placeres pasados, no lo sé.

Hoy me he ido de paseo por Madrid. Sí, Madrid. Y es que tanta vida colegio-facultad facultad-colegio me hace perder ciertas nociones, hasta el punto de que me olvido de que vivo en Madrid. Y, sí, aquí vivo, capital de España, y sólamente me doy verdadera cuenta de ello cuando salgo y la recorro, con mi cara de gallega recién llegada (y, sobre todo, con mi ilusión de gallega recién llegada), observo sus edificios, sus calles, sus borrachos, sus guiris hablando en guiri. Las farolas que iluminan los tres arbolitos de alrededor de una fuente. Y me siento feliz. Simplemente...

He de decir que no fui sola; me acompañó mi amiga Machú. Y, aunque al principio conversamos animadamente, pronto la conversación dejó paso a un sutil silencio que, lejos de resultar incómodo, ambientaba una atmósfera que no distaba demasiado de la perfección. El resol dejó paso a la noche, y nosotras seguíamos caminando: Moncloa, Argüelles, Bilbao. Malasaña, Chueca, Plaza de Colón. Cibeles, El Prado, Atocha. Huertas, Lavapiés, Sol. Opera (con palacio Real incluído), Plaza de España. Y de nuevo a casa. A... "casa". Ambas, calladas, mirábamos a nuestro alrededor; de vez en cuando nos sonreíamos o nos hacíamos algún gesto. Pero, a pesar de que nuestros ojos estaban viendo lo mismo, de que nuestros pies recorrían las mismas aceras, nuestras mentes se encontraban en puntos divergentes. Cada lugar, cada baldosa era distinta para cada una de nosotras: cada una tenía unos recuerdos en unos sitios concretos con una gente distinta. No sé cuáles serían los suyos; yo recordé todo tipo de situaciones: buenas, malas, regulares. Pero, sobre todo, recordé que estoy viva, que soy una persona con historia y que aún me queda historia por contar. Y ha estado bien recordarlo, pues en ciertas etapas me encierro en mi cascarón y me niego a ver que, para bien o para mal, estoy aquí y participo de mi propia vida. Esta última afirmación parece idiota, pero en ocasiones no puedo más que pensar que mi vida la configuran los demás y yo soy una mera espectadora, un títere a verlas venir. Quizás no-pensé-quizás no.

El paseo se fraguó en torno al azar y la falta de orientación y puede que eso lo hiciese más bello. Una parada a tiempo para las necesidades primarias y un cafecito del Starbucks para llevar fueron los complementos. Para finalizar el recorrido, unas castañas en Ópera. Y silencio. Y bullicio a nuestro alrededor. Éramos como dos entes fantasmagóricos que recorrían la ciudad, no sin ciertos tintes de melancolía, pero, a su vez, rezumando alegría por estar allí en aquel momento. De recordar... y rehacer.

Este post se aleja un tanto del cariz que el blog ha tenido desde un principio... pero me apetecía escribirlo. Sólo por dejar constancia de ello. Para que mañana, o quizás pasado mañana, cuando me vuelvan a asaltar las dudas, pueda leerlo y pensar "sí, yo configuro mi propia vida...". Y, por qué no, también mi propio blog.

domingo, 9 de noviembre de 2008

Bienvenido, Mr. Autumn

Comentando, comentando, salió el otro día la conversación de la decadencia paulatina de los suplementos culturales, entre ellos Babelia. "Por ejemplo, el ridículo reportaje sobre el otoño que trae hoy". Oleada de tristeza era el título del susodicho. Lo cierto es que no lo había leído, así que (sólo por casualidad) le eché un vistazo. El reportaje en cuestión hablaba de una especie de tendencia a lo depresivo o tristón en las artes en esta temporada otoño-invierno. De una forma bastante somera, se hilaban libros, música o películas para llegar a la conclusión de que el otoño nos incita a la tristeza.
El reportaje, es cierto, era bastante mediocre, pero no le faltaba razón en la conclusión. Biológicamente, el otoño produce estados de tristeza (es lo que se conoce como la depresión de otoño): es causado por la disminución de serotonina, que regula los estados de ánimo y el sueño, y el aumento de melatonina, que produce falta de atención, desmotivación, dificultad para conciliar el sueño y ansias de comer, entre otras cosas. Que los niveles de estas dos hormonas se desequilibren se debe a la disminución de luz solar en nuestras vidas. (Y que se lo digan a una que entra de día en la facultad y sale de noche...). Pero, pensé, no se trata sólo de eso...

El otoño. Esa estación de transición, en peligro de extinción debido al cambio climático, al frío del invierno. Asistimos como sujetos pacientes a la metamorfosis de las hojas de los árboles, hasta su caída, como quien observa el cabello de un padre, llenándose primero de canas para terminar sucubiendo a la fuerza de la gravedad. La cálida temperatura veraniega deja paso a vientos cada vez más fuertes que nos incitan a ponernos jerseys de lana y abrigos de pana, a pesar de que muchos intenten evitarlo el máximo tiempo posible. La pesarosa vuelta al trabajo, al estudio, a la vida. Los pájaros emigran; a muchos nos gustaría poder hacer lo mismo.
Frente al jaleo del verano, a sus gritos y alaridos, el otoño susurra. Vuelve la quietud, el detenimiento, la reflexión. El otoño quiere que lo paseemos, solos y (a poder ser) melancólicos. Que arrastremos los pies por sus alfombras ocres y amarillentas. Que mudemos nuestra piel, que perdamos nuestras plumas, que nos desnudemos ante él y purguemos todo aquello que nos sobra. Es la estación de la renovación. Para bien o para mal.

Sólo una cosa echo de menos en los otoños de Madrid. La lluvia. Llevo amando la lluvia toda mi vida, y ese amor es directamente proporcional al tiempo que pase sin ella. La lluvia. El otoño sin ella se me queda cojo y manco. Y, ay, sin embargo, el viernes subía de la facultad... yo solita, y ya era de noche. En mi mp3 sonaba Ain't no sunshine when she's gone y la sensación térmica era fría. Mi boina hizo que tardase unos segundos en darme cuenta de que estaba chispeando: caían las primeras gotas de lluvia. Continué caminando, a medida que las gotas caían con más fuerza y frecuencia. Se me empapaban las botas. (La canción cambió a Que se llama soledad). Sólo pasaban coches: no había nadie en la cuesta. Y llovía, llovía de verdad. Pisé los primeros charcos, que se iban formando tímidos a la orilla del manto de hojarasca. Miré al cielo y sonreí. Fue como una lluvia purificadora. No quería que acabase la canción, ni el momento. Esos 5 minutos de subida fueron uno de los momentos más nostálgicos y, a su vez, poéticos de mi vida.

(Y, entre vosotros y yo, de pequeña esperaba ansiosa la llegada del otoño para que lloviera, pues sabía que si llovía las gotas de agua camuflarían mis lágrimas y podría llorar sin necesidad de dar ninguna explicación... y, efectivamente, nadie se daba cuenta).
Cosas del otoño.



domingo, 2 de noviembre de 2008

El Robin Hood de los ricos

En una bella comarca, donde los árboles crecen frondosos hasta alcanzar alturas insospechadas, donde los ríos corren apacibles sin más disturbios que el alegre canto de los pajarillos... existía un hombre. Un hombre capaz de todo por lograr sus principios. Un hombre llamado (redoble de tambores) ¡Alberto Núñez Feijoo! Ourensano (para más inri...), líder del PP gallego, este honesto hombrecillo se ha propuesto sabotear las obras del AVE hasta Galicia. Y es que, en tiempos de crisis, de algún sitio hay que recortar presupuestos. Y, como no, si se pueden recortar del culo del mundo, no los recortemos del ombligo (y de paso nos queda un culito más escultural). Desde luego, la propuesta salió del gobierno central del PP, que decidió que entre sus críticas al Partido Socialista estaría la de la gran cantidad de dinero invertida en una obra que se nos lleva prometiendo a los gallegos más de 4 años. El PP gallego, que hace unos días afirmaba que "se alegra no obstante de que por fin haya consignados 250 millones para el trayecto de AVE Lubián-Ourense, una reivindicación por la que llevamos años peleando", cambió de chaqueta por enésima vez, convencido de que si consigue que las obras no se lleven a cabo, conseguirá recuperar el terreno que les fue arrebatado por la coalición PSOE-BNG. Y ya que Fraguiña no puede luchar (se nos queda mayor para esos trotes) su discípulo y fiel alumno Núñez Feijoo lo hará por él.

Y así, con la incoherencia por bandera, el PP ha registrado una enmienda en el Congreso para reducir a menos de la mitad el capital destinado en los Presupuestos del Estado a las obras del AVE en Galicia. Probablemente ese dinero estaría mucho mejor invertido en unas plantitas en calles peatonales de Madrid o Valencia. El presidente de la Xunta, Emilio Pérez Touriño (al que, por cierto, se le acusa de gastar mucho dinerito en pequeños vicios, tales como coches blindados para él solo, aunque no está confirmado) ha contraatacado, ayudado por sus socios del BNG. Que el Congreso aceptase la enmienda sería completamente demagógico, teniendo en cuenta que los presupuestos del Estado fueron debatidos y votados en las cámaras hace muy poco tiempo. De todos modos, lo que tiene sentido y lo que finalmente ocurre parecen divergir a menudo.

Y es que lo del AVE puede parecer una nimiedad, pero no lo es. Galicia ha sido siempre (y sigue siendo) para el conjunto de España una comunidad aislada, pobre, sin importancia. Bien es cierto que su carácter humilde no ha ayudado demasiado a que las miradas del resto del estado resultasen satisfactorias, pero hay que poner énfasis en que, desde el comienzo de la gran crisis económica, Galicia ha sido la única comunidad autónoma cuyo PIB ha aumentado, debido especialmente a sectores como la pesca y el turismo. Ha contribuído activamente a la economía del país en momentos en los que esta se tambalea. Pero, aunque no lo hubiese hecho, ¿es que no se merece una parte de España poder estar comunicada con el resto del estado sin tener que sufrir horas y horas de viaje por carreteras comarcales o vías correspondientes a finales del siglo XIX? El AVE, tal y como están las cosas, resulta imprescindible para que Galicia se desarrolle completamente y llegue a formar parte activa del resto del estado, para que Galicia salga por fin del ostracismo al que se la tiene condenada debido (en parte) a su situación geográfica. El PSOEdeG y, especialmente, el BNG han luchado con los medios con los que contaban para que el proyecto del tren de alta velocidad fuese una realidad. Para muchos galegos, como yo (estudiante en Madrid, nativa de Ourense) eso supondría poder volver a casa un fin de semana sin tener que tragarme seis horas y media de ida y otras seis y media de vuelta, con lo cual el fin de semana se me quedaría en unas escasas 28 horas. Desde luego, a aquellos que pueden permitirse coger un vuelo a Vigo o a Santiago por 250 €, eso les da bastante igual. Y ahí está nuestro amigo Feijoo, luchando por Galicia (por una parte de Galicia). Y digo Galicia, que no Galiza, que hace unos días un diputado del PP tuvo que ser expulsado del Parlamento por no aceptar este término, LEGAL Y PRESENTE EN EL ESTATUTO. Pero eso ya es otra historia...

Que nadie me diga que España ya no es un estado centralista. Al menos, no hasta que tengamos AVE...

viernes, 17 de octubre de 2008

Érase una vez la vida...

... encerrada en una bolsa.

En esta época convulsa en la que nos encontramos, una época en la que las únicas bolsas que nos preocupan son las financieras, prestemos atención a una bolsa de basura. Una bolsa de basura, ésa que siempre pasa desapercibida o que, de no hacerlo, es por causa de sus características negativas (véase malos olores, situación incorrecta, etc). Esta bolsa a la que prestamos atención puede ser nuestra o de otra persona, conocida o desconocida. Para nosotros no son más que desperdicios que acumulamos con la finalidad de deshacernos de ellos. Sin embargo, no nos damos cuenta de que el contenido de esa bolsa de basura dice mucho más de nosotros de lo que podemos imaginar.
No se trata esto de hablar de ecologismo y reciclaje ni de personas con el síndrome de Diógenes. Se trata de reflexionar, en mayor o menor medida, sobre aquello que nos define.

Mondas de naranja, apuntes a medio hacer, unos calcetines rotos, el envoltorio de los chicles, la etiqueta de unos pantalones de Zara, un preservativo, la caja de los antibióticos, el periódico del día anterior... Todo aquello de deshechamos habla de nuestros hábitos de vida, de nuestra personalidad.
En una papelera vemos escombros de papeles arrugados, de recortes de revistas, de intentos infructuosos por conseguir algo merecedor de no acabar en la susodicha. Es la basura de un escritor que no consigue escribir. Desplazamos la mirada unos cuantos metros y nos encontramos otra papelera: en ella, metidas en una bolsa de plástico, vemos las últimas ediciones de una revista de motos, una cuchilla deshechable, papeles de chicles y una caja de condones. Es la basura de su compañero de cuarto. Si no nos fijamos en esto, vemos a dos chicos de aspecto más bien corriente y que podrían ser muy similares.

Llevo ya unos cuantos días sin parar de pensar en esta cuestión, en la vida interior de las bolsas de basura; pienso en ello incluso cuando voy a arrojar la mía al cubo común que se encuentra en mi pasillo en el colegio mayor. Me gustaría saber qué dice de mí esa bolsa. Me gustaría saber si esa bolsa conoce detalles que los demás han pasado por alto, detalles buenos y malos, detalles importantes o nimios, pero detalles, a fin de cuentas. Me gustaría que esa bolsa albergase muchas cosas que no alberga y que no estuviese llena de otras cuantas que sí tiene. Me gustaría...

Pero al fin y al cabo, no es más que una bolsa - pienso - una bolsa de basura. ¿Quién va a fijarse en una bolsa de basura? Y, con gesto decidido, la arrojo al cubo permitiendo que se enrede en la inmensa maraña del anonimato.
(Qué paradójico que aquello que rechazamos sea eso mismo que mejor nos define...)

jueves, 9 de octubre de 2008

Aguirre ataca de nuevo

No, queridos míos, el prolongado tiempo de silencio de la presidenta de la comunidad de Madrid no era debido a sus (¿merecidas?) vacaciones estivales o a algún tipo de reposo terapéutico tras la derrota de sus tesis en el conjunto del PP. Cuando el río suena, agua lleva; pero este caso lo definiría más como un corrosivo veneno que, a la chita callando, consigue contaminar todo el ecosistema.

Desde septiembre de este año, la comunidad de Madrid lleva preparando una reducción de un 30% del capital destinado a las universidades públicas de la comunidad. Teniendo en cuenta la situación de dichas universidades (instalaciones, medios, etc.) la noticia no resulta precisamente favorable. Pero es que Aguirre y su séquito matizan: "el dinero a recortar de las universidades públicas es aquel destinado al sueldo de los profesores". Ah, estupendo, no tenemos que preocuparnos por el estado físico de nuestras facultades, sino porque por primera vez en España los profesores de universidad van a tener que trabajar meses sin cobrar. Me atrevo a afirmar que todos los que escuchamos semejante afirmación sentimos vergüenza ajena. Aquellos que la promovieron, sin embargo, se muestran muy altaneros.


Desde el principio de los tiempos, Espe & co. han mostrado su deseo de privatizar aquello que, por ley, debe ser público: la sanidad y la educación. La construcción de diversos hospitales privados así como el intento de creación de nuevas universidades privadas en la comunidad (además de las 9 que ya hay, la mayor cifra en todo el país) así lo atestiguaba. Y ahora, ¿qué? ¿Se convertirá Madrid en una especie de núcleo central de España que siga el modelo estadounidense (seguros médicos y educación privados, quien no pueda pagarlo, se siente)? Ni siquiera, ya que al menos EEUU dispone de un amplio número de becas para que los estudiantes puedan ir a la universidad.
La "excusa" de este corte es la susodicha crisis, el apretamiento de cinturón y demás. Pero eso nos lleva a preguntarnos, ¿por qué no reduce la comunidad de Madrid el capital invertido en otros sectores menos primordiales y completamente prescindibles? (...)

No creo que este acto quede impune. Si se suben las matrículas para costear el sueldo de los profesores, los alumnos protestarán. Si se mantiene el plan Aguirre y éstos deben trabajar sin cobrar, protestarán. Me huelo que se avecina una guerra (o a lo mejor soy yo, con mi vena revolucionaria). No sé lo que ocurrirá, pero lo que está claro es que esto no va a terminar así. ¿Se saldrá Esperanza con la suya logrando privatizar los servicios públicos? Me temo que entonces habrá que liarla parda.

Las respuestas en el próximo capítulo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

(Des)confianza

Otro post con tintes autobiográficos. Sin embargo, no lo escribo para desahogarme o a modo de revancha, sino más bien para preveniros. Resulta bastante estúpido creer que voy a conseguir algo lanzando un "mensaje" ya por todos conocido a una ínfima parte de la humanidad, las pocas personas que leen este blog, pero aún así, creo que debo de hacerlo.

He sido traicionada. No por primera vez, desde luego, mi corta pero intensa vida está llena de agravios y malintenciones, pero esta vez ha dolido más que nunca. Quizás porque se trataba de algo inesperado, de un ataque por la espalda que, además, me ha pillado sin armadura. Quizás por eso...
Las causas de la traición son todo un enigma para mí (¿qué beneficios consigue esa persona hundiéndome en la más austera de las miserias?); las consecuencias aún están por llegar: por lo de pronto, una de ellas (convertirme en el hazmerreír de gran parte de mi entorno) ya ha hecho acto de presencia. Lo que sí sé, y a ciencia cierta, es cómo podría haber evitado la situación que ahora me quita el sueño. Simple y llanamente cerrando la boca.

Todos aquellos que me conocéis (y aquellos que no, ¡atención! ¡ahí va otra pista sobre la misteriosa autora del blog!) sabéis perfectamente que cojo confianza con facilidad y tiendo a compartir ciertos pensamientos que probablemente deberían confinarse a lo más hondo de mi mente y quedarse allí, como monjas de clausura. Aún así, los comparto. ¿Por qué? Por una parte, porque en ciertos momentos siento una necesidad imperiosa de hacerlo; tengo que poner en común ideas y sentimientos que me inquietan, en el buen y en el mal sentido, para poder digerirlos y sobreponerme a ellos. Digamos que, en el puesto de Robinson, no aguantaría ni dos días, y Viernes terminaría en un manicomio de tanto escuchar mis chismes. Por otra parte, y esto no hace más que mostrar mi ingenuidad, lo comparto con mucha gente, mas cuando lo hago realmente creo que mi interlocutor merece saberlo, que no va a traicionarme. Conozco a personas y personas, más simpáticas, más apáticas, más extravertidas, más reservadas... y en ese momento siempre pienso que la persona con la que estoy compartiendo mis sentimientos será LA persona, ésa que jamás utilizará la información en mi contra. Me dañan una y otra vez, y yo continúo pensando que esa será la última vez que me ocurra, que las personas que voy a conocer a partir de entonces serán sinceras y honestas, y que nunca me fallarán. PENSAMIENTO ERRÓNEO.

Hoy he llorado. Lágrimas por alguien que, probablemente, no se las merece. No ha sido la primera vez y (me conozco) probablemente no será la última. Y así con todos, todos, todos... Llega un momento en que, a base de golpes, incluso me creo que he aprendido la lección. Que todo esto ha servido para algo, que por fin me voy a callar. Y entonces alguien aparece con una sonrisa de oreja a oreja, me toma del brazo, me pregunta qué tal, se sienta a mi lado, me anima a contarle qué me ocurre... y vuelvo a caer en la trampa. Siempre caigo en la trampa...

Confiad en vosotros mismos... como véis, yo no puedo hacer ni eso, pues yo misma me traiciono. Vigilad bien a vuestra sombra (la mía tiene pinta sospechosa) y no descuidéis vuestras palabras. Sería maravilloso vivir en un mundo donde se pudiera ser 100% sincero sin sufrir ninguna represalia... pero este mundo dista mucho de ser maravilloso.
PD: A todos los que vais a vivir conmigo este año y a los que, por un motivo o por otro, no os resulto del todo antipática, os pido un favor... ¡animadme a seguir la sana costumbre de la prudencia!

martes, 16 de septiembre de 2008

13'99 €

13'99 €. Y no, no es el precio de la última camisa que me he comprado (hubiese puesto 14 €, que no soy tan rimbombante). Se trata de un libro, escrito por el autor francés Fréderic Beigbeder, que causó un verdadero boom en Francia y que también viene causando bastante revuelo en nuestro país desde hace un añito, más o menos. No revuelo en plan El Código Da Vinci o La sombra del viento; más bien un revuelo entre el sector intelectualoide/alternativo de la sociedad, lo cual me llevó a leerlo con grandes ansias tras las maravillosas críticas que de él había escuchado y leído.

Pero, ays, qué penita cuando te decepciona un libro... 13'99 € trata (en principio) sobre la vida de Octave, un creativo publicitario que, relatando su propia historia, nos sumerge en el inquietante y perverso mundo de la publicidad. Hasta ahí estupendo. El mensaje no es nuevo, pero sí es algo que merece la pena reivindicar con cierta asiduidad: cómo la publicidad, las marcas, el mercado en sí controlan nuestra vida hasta límites insospechados. Pero, sin embargo, el estilo de la "novela" no me pareció atractivo en absoluto. Siendo de un estilo "El guardián entre el centeno", Beigbeder lo contamina demasiado con elementos bukowskianos. Me explico: Salinger consiguió que toda una generación se sintiese maravillada por su libro cuando hizo que el narrador hablase con la voz de la calle, de los chicos de su edad, sin caer en la vulgaridad, despertando incluso ternura en muchas ocasiones. Es literatura enmascarada por lenguaje natural. Pues bien, a mi buen ver, Beigbeder no lo consigue. Las alusiones a prostitución y drogas, que tan de moda están en el siglo XXI tanto en literatura como en otras artes, son demasiado explícitas e incómodamente frecuentes; a todo esto hay que añadirle que la trama en sí no es muy compleja, más bien es plana, y que (quizás para evitar esta planicie), el autor ingerta alguna que otra historia que no tiene mucho que ver y que resulta inverosímil teniendo en cuenta que la novela pretende contar la verdadera vida de un creativo publicitario. Quizás es que todo es demasiado exagerado o quizás es que yo soy muy tradicional con el estilo de las novelas, quién sabe, pero me esperaba más.

Eso sí, al francés no se le pueden negar sus estupendas dotes como publicista y ciertas frases o incluso párrafos que destilan ironía de la buena y que no tendrían nada que envidiarle a algunos de los autores más consolidados. Por decirlo de otro modo: el autor no escribe mal, aunque no sea mi estilo, pero creo que se ha pasado introduciendo elementos subversivos y morbosos en la narración si pretendía que esta fuese más bien realista, o bien que ha prescindido de elementos literarios para convertirla en una buena historia de ficción. Si la leéis, no os esperéis una novela; ahora bien, si queréis leer un libro a medio paso entre el ensayo y la novela que, entre páginas y páginas de vanalidad, huele a alegato razonable contra el sistema capitalista, adelante.

domingo, 14 de septiembre de 2008

Educación aparte

No sé qué será: si el famoso acelerador de partículas que nos ha "acelerado" un poco a todos; si la crisis, que al que más al que menos a todos nos cabrea bastante o que las personas a las que voy a referirme estaban en "esos días del mes", pero lo cierto es que la oleada de de mala educación que parece estarse produciendo en las mentes (o más bien, las lenguas) de ciertos personajes públicos me disgusta y alegra al mismo tiempo.

Desde luego, no se puede decir que esto sea nuevo; yo diría que desde que comenzó la preponderancia de las tertulias del corazón en todos los medios audiovisuales, se venía anunciando lo peor. Y es que hemos incorporado de tal forma, por ejemplo, la televisión en nuestra vida, que es algo casi normal escuchar cada semanita una o dos barbaridades viniendo de las jugosas bocas de algún que otro personajillo más bien conocido. No me refiero a Belén Esteban o a la Pantoja, esos son casos incurables, más bien a otros personajes de mayor relevancia o, al menos, de los que se espera algo más de compostura.

Digo que me repugna y me hace gracia a partes iguales porque mi parte de periodista incipiente reprende sin tapujos estas manifestaciones de mala educación y falta de respeto (digamos que mi conciencia piensa algo así como "a este hay que lavarle la boca con lejía") pero, por otro lado, mi parte más humana y humilde se congratula al ver que hasta las autoridades más laureadas y relevantes, aquellas que son modelo de educación y diplomacia, pierden los nervios. Y no me refiero sólo a estas. En parte, adoro cuando a los políticos (que representan la hipocresía en estado puro) se les escapa algún que otro pensamiento interno que suele rozar lo vulgar o lo cruel, y que empaña todo su discursito de buenas intenciones y paz en el mundo. Me encanta cuando algún famoso pierde los nervios y ataca indiscriminadamente al paparazzo que lleva siendo su sombra durante todas sus vacaciones en Malibú.
Y no es que estos actos me gusten por el mero hecho de ver a alguien haciendo el ridículo, sino porque muestra algo de lo que, a veces pretendemos escapar, pero está ahí. Todos somos humanos. Todos. Desde el mendigo de la puerta de la iglesia hasta el príncipe de Zamunda. Y todos tenemos los mismos instintos, por mucho que nos esforcemos en ocultarlos. Las normas sociales; la ética y la buena educación no son más que "acuerdos" a los que se ha llegado afirmando que ese es el comportamiento más correcto, pero tarde o temprano, incluso aquellos que han sido educados en las más estrictas normas sociales cometen algún fallo. Porque va contra nuestra naturaleza no pegarle un puñetazo a alguien cuando nos está fastidiando. Porque va contra nuestra naturaleza no devolver un insulto, o no decir lo que pensamos. O, lo que es lo mismo, caga el rey, caga el papa, y sin cagar nadie se escapa.

Por eso tengo un sentimiento de contraste cuando escucho el "por qué no te callas" o, más recientemente, las declaraciones de Clemente hacia Manolo Lama o el elaboradísimo discurso de Hugo Chávez contra los norteamericanos. Porque una parte de mí piensa "¿y esas son las personas que están por encima de nosotros? Apaga y vámonos..." pero otra se dice, "al fin y al cabo... son personas... ¿no?".

Así que... si ellos pueden... ¿por qué no voy a hacerlo yo, en toda mi insignificancia?

"Váyanse al carajo cien veces, yankis de mierda"

miércoles, 3 de septiembre de 2008

La crisis de los... 19

Otro cumpleaños más. Otro año que se suma a mi DNI. Ya son 19. Con 19 años, mi madre había conocido a un simpático chico en un cámping con el que llevaba saliendo un año. Era una guapa joven morena, con muy buen cuerpo y grandes ojos almendrados. Estaba estudiando magisterio. Era feliz. Con 19 años, mi padre ya tenía un proyecto de futuro con una chica tres años mayor que él, una guapa morena de ojos castaños. Era un chico atlético y alto, jugaba al fútbol y estaba estudiando magisterio de educación física. Poco menos de dos años más tarde ya tenía un empleo fijo y bien pagado, y sus aspiraciones con la susodicha chica morena iban en aumento. En ambas edades era feliz, y en ninguna un parásito de la sociedad.
Me levanto y soy consciente de que es mi cumpleaños; me despiertan los obreros, como el año pasado, mis padres están trabajando, como el año pasado, voy a ver a mis abuelos, como el año pasado, apenas recibo llamadas, como el año pasado.Algunas cosas cambian: peso más, recibo decenas de felicitaciones hipócritas (y quiero pensar que alguna sincera) por el "tuenti" y, además, este año no hay pastel. Por lo demás, todo me resulta extrañamente familiar. La soledad de mis cumpleaños es ya un clásico. Como no, amanece lloviendo. Los 3 de septiembre, en Ourense siempre llueve.
Una vez que me he lavado la cara y quitado las legañas, reflexiono un poco más. Nada ha cambiado, es cierto, pero debería haber cambiado. Hace un año yo no había ido a Madrid, no había conocido a montones de personas desconocidas hasta el momento, hecho montones de cosas nuevas, establecido montones de relaciones. Era una chica que acababa de llegar de Malta, extrañamente morena (por lo antes dicho), mucho más delgada y con ilusión. Sobre todo con ilusión. Iba a emprender la aventura universitaria y estaba nerviosa, pero también emocionada. El 3 de septiembre del año pasado me prometí a mí misma "el año que viene no será igual. Seguro que pasas un cumpleaños estupendo".
Heme aquí. Mirando la lluvia tras el cristal de la ventana. Ya son 19. Y por lo visto, de nada ha servido el año que ha pasado desde los 18. He vuelto al punto de partida. Estoy aquí, esperando comenzar una carrera, con el corazón un poco más desgastadito (eso sí), todavía esperando conocer a... "gente". A lo mejor, "gente" no existe. A lo mejor es que nunca voy a conocer personas que se acuerden de mi cumpleaños por algo más que por el calendario del tuenti, personas que realmente se alegren de verme cuando me vean, personas que sean mi proyecto de futuro. Amistades de futuro. Y seguiré mirando la lluvia tras el cristal de la ventana, más sola que una perra, con 20, 21, 22, 23... Pero los años pasan. Este será mi último año de "teen". Y a los adultos ya no se les permite autocompadecerse.
Así que, dejadme ahora, dejadme, que es mi cumpleaños...
PD: Sí he recibido un regalo. Una llamada a las 12 de la noche desde el otro lado del charco. No me la esperaba. Gracias, Irene.
Justificar a ambos lados

sábado, 30 de agosto de 2008

Como fichas de dominó


Tras una agotadora (yo aún diría más: ¡extenuante!) jornada de trabajo como promotora en la que me he pasado 10 horas de pie, os complazco con un post que llevaba días prometiendo. Aún así, aviso, no va a esclarecer nada ni a sacar ninguna conclusión. ¿Por qué? Porque ni yo misma comprendo el problema, por lo cual me es difícil analizar la situación.
Antes de nada, y para los despistadillos, NO, finalmente las elecciones galegas NO se adelantan. Mucho se ha especulado sobre ello, y no sólo especulado; altos dirigentes políticos han hablado explícitamente sobre ello, en contra y a favor. Ahora que Touriño ha acallado todas las dudas, se intentan acallar también las voces que propagan al viento la crisis política existente en Galicia. Agoreros los ha habido siempre; son un producto típico. Pero cuando el río suena...

La posibilidad de adelanto de las elecciones galegas, que tanto revuelo causó (al menos en Galicia) se vino discutiendo desde el último congreso del PSOE. España en sí, todos los sabemos, no está pasando un buen momento, y la susodicha crisis económica no sólo está dañando el bolsillo de la mayoría de los españoles, sino también la imagen del Gobierno. En principio, el adelanto de las elecciones en Galicia se debería a una estratagema política que tendría como fin que el PSOE no perdiera las tierras galegas, que tradicionalmente han pertenecido al PP (mejor dicho, a Fraga) y que actualmente gobiernan en coalición con el BNG. Digamos que se adelantarían las elecciones para que los galegos votasen antes de que la crisis fuese a más y el daño a la imagen del PSOE fuese ya irreparable. Galicia es una tierra que les costó conquistar, pero que más les cuesta mantener. A todo esto hay que sumarle los cada vez más frecuentes choques que se producen entre los miembros del bipartito (PSOE-BNG) en puntos clave de políticas sociales, infraestructuras y demás temas de importancia. Y es que, desde luego, el PSOE y el BNG poseen muchos más puntos en común entre sí que con el PP, pero aún así tienen diferencias sustanciales que afectan al modo de gobernar la comunidad. No voy a defender al uno ni al otro, pero hay que reconocer que el tener que seguir los dictámenes de un partido estatal es una rémora para el PSOE galego ya que, como vemos en el caso de Catalunya, muchas veces el gobierno autonómico y el central no se ponen de acuerdo, aún a pesar de que pertenezcan al mismo partido. Ahora mismo, lo que le viene bien a Galicia, a España no le interesa. Y supongo que viceversa.
Esto nos lleva al segundo punto de inflexión en esta posibilidad de adelanto de las elecciones galegas. El AVE. Todos los del norte sabemos la situación de las comunicaciones en nuestras comunidades (no precisamente buena) y esta situación se agrava aún más en Galicia. El AVE, imprescindible para los tiempos que corren, es prometido a Galicia desde hace años, sin que se lograsen más que unos cuantos kilómetros de vía construídos casi casi para quedar bien. Mientras el AVE no se construya, se seguirán tardando 6 horas y media en llegar de Madrid a Ourense, que es la ciudad galega más cercana a ésta. Resulta bastante vergonzoso. El gobierno, repito, le ha estado prometiendo a Galicia el AVE durante mucho mucho tiempo; Touriño tenía intensas y frecuentes reuniones con Zapatero en las que cada vez decían una fecha de finalización de la obra, pero la obra no se comenzaba. (Lo nunca visto) PP y BNG se unieron para presionar al PSOE galego. Y he aquí la cuestión. El PSOE galego le dice al PSOE central "señores, queremos AVE y lo queremos YA, o nos van a comer los lobos". PSOE galego dice "está bien, está bien, lo recogerémos en nuestro plan de financiamiento autonómico". Pero el tercero en discordia, Catalunya dice "nanai, a mí este plan no me convence. Estoy harta de ser rica y tener que mendigar como si fuera pobre". Y si Catalunya no acepta los presupuestos del plan de financiamiento autonómico... Galicia se queda sin AVE. Parece un juego de niños. Si la aristócrata pierde dinero en la bolsa, tiene que recortar presupuestos, y echa a la asistenta. Pero entonces la asistenta se queda sin comer. Dicho de otro modo, que al final los galegos dependemos de los catalanes para poder tener unas comunicaciones más o menos pasables. Y no me malinterpretéis, la culpa no es de los catalanes, está bien que miren por sus propios intereses. Pero... o algo falla en este plan... o es que va a ser cierto esto de "España se nos rompe" porque por ser una comunidad pobre, nos quedamos sin tren, aunque el país sea "rico". Vamos, que la respuesta del PSOE central al PSOE galego fue "mirad chicos... ya estamos hartos de los catalanes dándonos la chapa con sus estatuts y sus bilingüismos. ¡Tenemos que tenerlos contentos! Así que nada, jugáis a los dados con Extremadura y el que pierda, se queda sin dinerito. Y ese se lo damos a Catalunya pa' que se esté callada, hala". Y ya se sabe que los galegos nunca hemos sido muy buenos jugando a los dados... (¡si llega a ser futbolín!).
Esas son, más o menos, las causas.

Pero, ¿qué razones dio el PSOE galego para el adelanto (que finalmente no se producirá)? Eso es lo más gracioso. No supieron dar razones. Por eso yo me pasé semanas leyendo pormenorizadamente cada noticia que aparecía sobre ello en busca de algún tipo de "excusa" de adelantamiento. Y no la había. "Que no queremos que la situación de Galicia vaya a peor, que no queremos que coincidan con las elecciones vascas, que no queremos que se agrave la crisis..." Vamos, que no queremos perder. Y creo que finalmente se dieron cuenta de algo de lo que todos nos habíamos dado cuenta hace mucho tiempo: que el adelantarlas no haría más que empeorar la imagen del gobierno, ya que daría muestras de una tremenda debilidad e inseguridad en sus posibilidades de victoria. Cada vez que Touriño salía a comparecer sobre algo relacionado con esto, estaba lívido y le temblaba la voz. Miraba a los lados con temor y chasqueaba los dedos. Él tampoco comprendía qué tenía que hacer ni decir. No era más que una marioneta (según muchos) de Pepe Blanco. Y Pepiño... de Zapatero. Y Zapatero... sabe dios. Y el AVE depende del plan de financiación... y el plan de financiación de Catalunya... y Catalunya de... (¿Será que Zapatero depende de Catalunya, y así cerramos el círculo?). Y al final, si tiras uno, todos caen, como fichas de dominó. Todos se apoyan unos en los otros. El problema es que Galicia está en un lugar en el que, empujes la ficha que empujes, siempre cae.

martes, 26 de agosto de 2008

Gossip Girl (my new crush)

Lo sé, LO SÉ, he prometido un post sobre las elecciones galegas u otro tema de actualidad interesante y discutible pero... es mi blog... y estoy pasando por una etapa un tanto extraña (de hecho, ¡llevo unos días sin libro de cabecera! Y Arancha sin libro es como la q sin la u, como Epi sin Blas, como un martini sin aceituna.). De todos modos, esto no es del todo infructuoso. Quiero recomendaros una serie a la que me he enganchado: Gossip Girl. La primera temporada se emitió durante todo el año en EEUU y yo me la tragué en dos días. No me enganchaba de esta forma a una serie desde la primera temporada de Perdidos (y ya ha pasado tiempo...). Afortunadamente para mí, he empezado a verla en el momento correcto, ya que el primer episodio de la segunda temporada se estrena el próximo lunes.
Trata sobre la vida de unos adolescentes ricos de Manhattan (NY). ¿Os suena el argumento? Sí, es de los creadores de OC. Lo que tiene de original es que un alguien misterioso que se hace llamar "Gossip Girl" (la chica cotilla) saca a la luz sus secretos (que no son pocos) y los publica en una página web. And who is Gossip Girl? That's a secret she'll never tell...
De todos modos, aún a riesgo de parecer superficial, hay varios motivos por los que me gusta esta serie. En primer lugar porque aunque evidentemente ni yo ni probablemente ninguno de los que leeis tenemos esa vida, llena de eventos sociales, caprichos de miles de dólares y paseos en limusina, supongo que al final los sentimientos y las sensaciones en ciertos momentos son los mismos. Y es agradable ver una serie en la que todo el mundo, tarde o temprano, es sincero con sus sentimientos y los muestra (cosa que raramente ocurre en la vida real). De hecho, termino tan conmovida cada capítulo, que sólo me apetece llamar a alguien y sincerarme, o bien ponerme unos grandes tacones, quedar con una amiga y prometerle que siempre estaré ahí para ella. (How sweet). Definitivamente, despierta mis instintos más tiernos.
Otro motivo es que el guión realmente está muy bien. Desde luego cae en previsibilidades sobre asuntos amorosos, como todas las series y películas, pero os encontraréis algunos diálogos que os dejarán boquiabiertos si sois fans de las respuestas cortantes e ingeniosas en plan "House".
Otra razón es que series como esta son la mejor pasarela para todo tipo de tendencias: musicales, artísticas y (como no) de moda. Y es que aquí donde me veis, con mi aspecto desaliñado y mi aparente despreocupación por lo que se lleva o se deja de llevar, si tuviese buen cuerpo y dinero os aseguro que sería una fashion victim. Bueno, quizás también necesitaría un poco de fuerza de voluntad, pero... la cuestión es que me encanta la moda. Y las chicas de Gossip Girl no pueden ser más fashion... derrochan glamour por los cuatro costados.
Y último motivo, aunque no menos importante, hay un patrón de personaje concreto que se repite en esas series que probablemente sea la nicotina que hace que no pueda dejar de verlas. En OC era Seth Cohen; ahora, Dan Humphrey. Un romántico empedernido; el "alternativo" y soñador chico de Brookling frente a los pijos de East Side; un artista en ciernes (Seth diseñaba cómics; Dan ESCRIBE!) sensible por naturaleza pero de fuertes convicciones y (por qué no decirlo) hablador y divertido. Ese humor sarcástico que tanto me gusta. Resulta la nota de sinceridad en la sonata de la hipocresía. Vamos, lo que se diría el prototipo de Chico Chiña*, a lo yanki. Y realmente es maravilloso. En momentos de flaqueza, veo un capítulo y recupero la fe en la especie humana (mejor dicho, en el género masculino). DANES HUMPHREYS DEL MUNDO, ¿DÓNDE OS ESCONDÉIS?
Ups, quizás me haya desmedido. Pero de veras, probad a ver la serie. Os la recomiendo para un momento de gran aburrimiento y pocas ganas de pensar. Se convertirá en una gran tarrina de helado de chocolate junto a vuestra cama en un momento de depresión. Primero atractiva... luego necesaria.

(* Nota al pie: para comprender el concepto de chico-chiña en toda su amplitud conviene conocer la biografía de la autora).


Until the next post... you know you love me
xoxo
Gossip Girl


domingo, 24 de agosto de 2008

¿Qué tienen los hombres en la cabeza?

Evidentemente, podría escribir sobre algo más relevante, como el adelanto de las elecciones galegas (don't worry, pronto vendrá un jugoso post sobre eso...) o algo similar. Pero es que realmente no me apetece. Me duele demasiado la cabeza como para escribir hoy sobre ello y, además (por qué no), también quiero dejar constancia de lo que ahora mismo voy a escribir.

Según un estudio de la universidad de Brunel publicado ayer en 20 minutos, el ideal de mujer es (atención) bajita, de piernas largas, pechos grandes y bien proporcionada. Genial, estupendo. Pero si ahora repasamos un poco las características dadas por los hombres a los que se le hizo la encuesta, podremos observar algunas contradicciones claras.
1. Bajita: Vale. Me fastidia, pero vale. Ahora bien... si una mujer es bajita, difícilmente puede tener las piernas largas, más bien serán cortas. O, en caso de que las tenga largas... (2ª premisa)

2. Bajita con piernas largas: Vale. Una bajita con piernas largas. Lo opuesto a una culibaja, vamos. Esto lo relaciono con la 3ª premisa...

3. Bajita con grandes pechos: Estupendo. El ideal de cualquier hombre. Pero, he aquí, que tanto la premisa 2 como la premisa 3 tienen un fallo con respecto a las características que resultaron de la encuesta. Una bajita con piernas largas o una bajita con enormes pechos no es precisamente PROPORCIONADA, ¿no?

4. Por último, si conjugamos todas las características dadas por los hombres encuestados (excepto la de proporción que, lo siento, pero sigue sin salirme en el sudoku) obtenemos algo así:
¡Tachán! (Aviso a todos los espectadores: esto es una ficción creada por ordenador y no corresponde a ninguna situación de la vida real. Les aconsejo que si ven un especimen semejante, en lugar de acercarse, como hace el sujeto masculino, se alejen lo más pronto posible, pues sus glándulas mamarias parecen a punto de estallar). Y ya sé que los pantalones del chico me salieron un poco abajo, pero es rapero, qué pasa.

Por otro lado, cabe destacar que Marilyn Monroe sigue encabezando el ideal de cuerpos femeninos para los hombres. Me parece natural; era increíble. Ahora bien, queridos, no sé si vosotros sabréis que Marilyn Monroe, que medía 1'61 metros, utilizaba la que hoy en día sería una talla 44. No precisamente la de las modelos, vaya. Probablemente, a una chica más alta que Marilyn y con una 44 la tacharíais de gorda y, sin embargo, a ella no.

En fin... cada día entiendo menos la mentalidad masculina...

[¿Me estaré volviendo misándrica?]

viernes, 22 de agosto de 2008

Algo más que Darek...

Antes de que los recuerdos dejen de ser nítidos, debo dedicarle un post a Polonia, el país que acabo de visitar y que me sorprendió muy gratamente. Desde luego, Polonia no es el primer destino que se nos ocurre cuando pensamos en viajar, quizás porque (como país en sí) pasa bastante desapercibido. Tanto esta "invisibilidad" como el fuerte nacionalismo de los polacos es bastante comprensible si se repasa un poco la historia del país. Para resumir, digamos que se encuentra en una situación geográfica no demasiado idónea para desarrollarse como nación, teniendo en cuenta que a su alrededor se encuentran Alemania o Rusia. Ya desde el s. XVIII, la actual Polonia se extinguió, pasando a formar parte de Lituania, Prusia, Rusia y el imperio austrohúngaro. Polonia como país no volvió a existir hasta casi un siglo más tarde, aunque su integridad territorial siguió tambaleándose: los estados ucranianos se independizaron, Checoslovaquia anexionó también gran parte de las tierras y Rusia no cesó en su empeño de aniquilar el estado. Pero lo peor estaba aún por llegar: durante la 2ª guerra mundial, la Alemania nazi y la URSS se repartieron Polonia, dejando a los pobres polacos (que más bien eran una mezcla de polacos-lituanos-ucranianos-checoslovacos-alemanes-prusianos-rusos) abandonados a su suerte. Las atrocidades cometidas en estas tierras por ambos bandos son por todos conocidas, aunque cabe destacar la verdadera masacre cometida por los nazis en Polonia, especialmente en la ciudad de Varsovia (la 2ª con más población judía después de Nueva York). La ciudad quedó literalmente vacía, la barrieron de población (los que hayáis visto "El pianista", que sepáis que no es una exageración).
En conclusión, los polacos gozan de libertad e integridad como país desde hace poco tiempo; ellos dicen que "tuvieron mala suerte" y supongo que así es, pero en mi afán de ver el lado positivo de su historia, creo que esa mala suerte es, en esencia, lo que hace a Polonia tan especial. Es un estupendo cóctel que tiene como ingredientes un poco de Rusia, de Alemania y de Checoslovaquia, entre otros. El carácter polaco nos recuerda al alemán, aunque con ciertos toques más cálidos; muchas de las calles y el estilo de vida son completamente ex-soviéticos y, sin embargo, las zonas viejas y el ambiente nocturno son el pleno reflejo de países como la Rep. Checa. Todo esto regado por una dosis de europeísmo que hace de este país uno de los más "avanzados" de los países del este. Incluso su idioma es una proeza filológica, con base eslava, terminaciones latinas y miles de palabras anglosajonas. Cabe destacar que los polacos son muy católicos ya que, según parece, allí la Iglesia como institución siempre estuvo de parte del pueblo polaco y opuesta al poder, por lo que le profesan una gran devoción. La guinda del pastel fue cuando se eligió a Juan Pablo II Papa; después de tantos años de indiferencia, los polacos vieron el cielo abierto, así que su imagen está en cada iglesia y cada estampita, su nombre en cada avenida y son frecuentes los recorridos a "la casa de Juan Pablo", "el colegio de Juan Pablo", "la capilla donde se casaron los padres de Juan Pablo" o "la moqueta sobre la que Juan Pablo se cortaba las uñas de los pies". Aunque con turistas (como cualquier país que se precie) aún no está explotado como "ruta turística por excelencia", y eso también lo hace más original. En menos de un año comenzará el uso del euro, pero la moneda en curso hasta ahora es el zloty, que equivale a unos 30 céntimos de euro. La gastronomía es variada y contundente; recomiendo los "pierogis": especie de pasta rellena, deliciosa, que posee múltiples variedades. Se puede degustar un enorme plato de pierogis en cualquier sitio por lo que aquí serían 8 €. Para beber, piwo (cerveza) ya que es muy barata y de buena calidad. El postre típico es el pastel de manzana.
Ahora, voy a concretar algo más sobre las tres ciudades en las que pasé más tiempo: Varsovia, Cracovia y Wroclaw.

VARSOVIA: ciudad natal de Chopin y capital oficial del estado. Personalmente, la que más me gustó. Destaca el fuerte contraste entre la parte nueva (una gran ciudad donde las haya: con rascacielos, grandes centros comerciales, etc. que bien podrían situarse en Tokio o en Nueva York) y la parte vieja o stare miasto: pequeñas casas de coloridas fachadas, locales muy íntimos y cuidados, ambiente cálido y sosegado... Además, a la entrada de la zona vieja aún se conservan las murallas medievales y la barbacana, o torre de vigilancia, por lo que recuerda a una ciudadela de cuento. Sigue albergando una gran cantidad de judíos, por lo que el barrio judío es digno de visitar. Es, además, la ciudad que posee más sinagogas (algunas en uso; otras, antiguas). Hay que tener en cuenta que Varsovia fue casi completamente reconstruida tras la II Guerra Mundial, por lo que la belleza de la ciudad tiene aún más mérito. Las orillas del río Vístula están rodeadas de parques y zonas verdes donde descansar es un privilegio. La zona que discurre entre el stare miasto y la parte nueva, llamada "ruta real" es un precioso paseo con diversos monumentos que da gusto recorrer: el palacio presidencial, la tumba del soldado desconocido, los jardines japoneses... Sin duda, una ciudad para disfrutar. Eso sí, cuidado con las pequeñas tiendecitas artesanales de la zona vieja, que son preciosas pero caríííísimas.









CRACOVIA: Capital del estado polaco hasta el s.XVII y considerada aún por muchos la "capital cultural". Es la ciudad universitaria por excelencia de Polonia, y eso se nota en el ambiente. Son habituales los conciertos a pie de calle, los teatrillos o las "crews" bailando en las plazas. Precisamente, la plaza del stare miasto cracoviano es considerada la plaza más bella del mundo. Es impresionante. Mide 200 x 200 m. y, en el centro de la plaza, se encuentra un enorme edificio gótico que la divide en dos partes y que alberga decenas de tiendecitas llamadas "pañerías". Continuando la zona vieja, se encuentra la colina de Wawel, y sobre ella, la catedral de Wawel y el tremendo castillo donde se coronaron todos los reyes de Polonia excepto Boleslav. Tanto el complejo del castillo y la catedral como sus jardines y las vistas del río Vístula son maravillosas. También esta ciudad alberga un importante barrio judío, llamado Kazimierz, con una de las sinagogas ortodoxas más antiguas del mundo. A sólo 10 km se encuentran las Minas de sal, tremendas minas de donde se extraía... ¿adivináis qué? ;-) Lo que tienen de especial es que durante siglos, los mineros construyeron verdaderas obras de arte solamente con sal, desde estatuas hasta una capilla gigantesca donde hoy en día se celebran bodas y demás. También a poca distancia se encuentra el campo de exterminio de Auswitch-Birkenau, una visita altamente recomendada, a pesar de lo delicado del tema. El complejo se encuentra intacto desde 1944, y se puede ver todo: desde las salas donde estaban retenidos, los lugares de trabajo y las celdas hasta el propio crematorio. Ver los objetos de las víctimas, su ropa, su pelo o sus fotografías es escalofriante, pero debe visitarse simplemente porque es un testimonio histórico insuperable y una forma de estímulo de la concienciación impresionante . Cambiando de tema, no olvidarse en Cracovia de escuchar a cada hora en punto al trompetista que, desde la iglesia de Santa María en la plaza central, "toca" a su modo las horas.









WROCLAW: capital de la Baja Silesia, otra ciudad universitaria que posee muy buen ambiente (nocturno y diurno). La llaman la "Venecia Polaca" por la cantidad de puentes que la cruzan. Esto es porque, antiguamente, Wroclaw consistía en la ciudad y doce pequeñas islitas en el río Oder que ahora están conectadas mediante los puentes. Precisamente, en una de ellas (Ostrów Tumski) se encuentra la catedral, de estilo gótico silesiano, y diversas iglesias. Remarco esto del estilo porque Wroclaw es la ciudad más mágica de las tres. A sólo 180 km de Praga, la arquitectura recuerda del todo a la Bohemia de nuestro imaginario común. En la plaza del mercado, también impresionante, se encuentra el ayuntamiento, un enorme edificio también gótico, rodeado de casas burguesas y en cuya fachada está el primer reloj astronómico de Europa (s. XVI). Dos de estos edificios que lo rodean son los llamados de "Hansel y Gretel" en honor a los protagonistas del cuento. Como curiosidad, destacar que toda la ciudad se ve poblada de pequeños enanitos que, según sus habitantes, salen de noche y la protegen. Nos encontramos enanitos en las farolas, en los bancos, en los puentes... Recomiendo, para ir a comer y/o beber, las tabernas que se encuentran debajo del edificio del ayuntamiento, llamadas "cuevas" por estar excavadas bajo el suelo de la ciudad y donde se puede disfrutar de la típica gastronomía polaca.









Y hala, que nadie diga que mi vocación turística es reducida. Si vais a viajar a Polonia, tengo muchos más datos que os pueden ser útiles. Si no viajáis a Polonia... pues mira, nunca te acostarás...