martes, 29 de diciembre de 2009

Lluvias intensas

A la derecha de la sala, un personaje. Es alto, huesudo, con largos bigotes claros y una extraña expresión en los ojos.
Nadie sabe por qué está ahí, simplemente está. No lo invitan, pero no es mal recibido. No habla; a veces, dicen, emite algún sonido hueco, sinuoso, como el crujido de un vano húmedo arrastrando noches . Viste con colores oscuros y nadie parece reparar en su presencia. Podría ser él mismo o su sombra.
No sonríe. Se ha olvidado. A veces parece dispuesto a hacerlo, pero no es una sonrisa, sino una mueca que no va mucho más allá de la nostalgia. La mayor parte del tiempo su expresión es seria, insulsa, cobarde. Ya no sabe sonreír.
Dicen que tuvo una vida, un amor. Tenían una casa verde en el campo y una mecedora de madera con las patas amarillas. Eso dicen. Pero en realidad, nadie lo sabe. A nadie le importa.Cuando apagan las luces, abandona la sala. Se pone su viejo abrigo gris de algodón. Camina lentamente, como distraído. Su expresión no cambia.
Pero en las cuencas de sus ojos, lluvias intensas. Muy al fondo, donde nadie llega ni quiere llegar, donde se moja la escarcha que sacude su aún estrábica retina. Lluvias intensas. No hay anticiclones aquí. Ni sonrisas.
Al día siguiente, se peinará sus bigotes claros. Sigue lloviendo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

De Haidar en adelante


Todos conocemos el caso de Aminatu Haidar, la activista saharaui a la que Marruecos prohibió volver al Sáhara y que hoy en día se encuentra en huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote a espera de una solución. El caso de Aminatu Haidar se extiende a una serie de consecuencias que ponen en evidencia diversas ramas de la sociedad y de su funcionamiento: desde la política, hasta la cobertura mediática pasando por la, a mi entender, incongruente ideología de algunos que se dicen defensores de los Derechos Humanos.

Pero vayamos por partes.

A nivel político, el caso Haidar nos arroja una terrible verdad, conocida por algunos y no tanto por otros: el horror del conflicto saharui, la opresión a la que este pueblo se ve sometido por parte de Marruecos y el gobierno despótico y tirano que lidera éste último. Sin duda, la huelga de hambre de la activista saharaui ha despertado la conciencia por el conflicto del Sáhara, habitualmente olvidado por la sociedad occidental. Sin embargo, también ha arrojado este caso otra verdad: la verdad de la insignificancia de España a nivel internacional y su bajo poder de actuación.
Tanto Marruecos, principal responsable de la situación de Aminatu Haidar, como el resto de países, se lavan las manos ante una patata caliente que España intenta gestionar de la mejor manera posible sin conseguir ningún resultado. He ahí su inexperiencia. El gobierno español no desea estar a malas con Marruecos por diversos motivos; principalmente comerciales, de inmigración y sobre materia de cooperación para terrorismo. Esto es por todos comprendido, pero a pesar de ello se le podría reprochar muy firmemente la falta de honestidad a la hora de explicar las causas por las que no se enfrenta a Marruecos en esta situación y el hecho de que, siendo una democracia que apoya los derechos humanos, se relacione con un país que no los respeta.
Habiendo caído la parte mala, he de decir por mi parte, que a España le ha tocado el caso Haidar sin esperarlo y que no es un caso sencillo de solucionar. Una mujer a la que expulsan de su país, cuelan en Lanzarote y se somete a una huelga de hambre . Cuando España intenta devolverla a su país, Marruecos aborta el vuelo y lo impide. Teniendo en cuenta la corrupción y falta de legalidad de las gestiones marroquíes, así como su capacidad para tomar a España por el pito del sereno, la situación se torna realmente complicada.

Con respecto a la cobertura mediática, no cabe duda de que el caso Haidar, como ya he dicho, ha conseguido que el tema del conflicto saharaui, gran olvidado, retorne a las portadas de los periódicos y los telediarios de forma continuada. Sin embargo, mientras algunos piensan que ésto contribuirá a solucionar la situación saharaui, a mi buen ver la cobertura mediática que se está realizando en nuestro país con respecto a este caso obedece sólo a dos máximas: la crítica al gobierno y el puro morbo. Las publicaciones se esfuerzan más por mostrar la mala gestión del gobierno que por explicar la situación saharaui y los abusos que sufren por parte del país invasor, Marruecos. Por otra parte, no cabe duda de que una mujer en huelga de hambre y con cada vez más problemas para seguir viviendo, vende. Los medios han encontrado en Aminatu una especie de protagonista de culebrón cuyo destino cada vez más trágico fascina al público y lo conmueve. No se trata de dar una explicación, de hacer comprender y concienciarse a la gente de lo que está ocurriendo, sino sólamente de hacer del dolor espectáculo.

Pero ante todos estos conflictos diplomáticos y de difusión, nos olvidamos de Aminatu Haidar, una mujer saharui, que estudió literatura contemporánea, que siempre ha defendido los derechos humanos y que ha sido encarcelada y torturada durante años por Marruecos. No cabe duda de que Aminatu Haidar cree no tener ya nada más que perder. Una persona como ella, que siempre ha luchado por su patria, y que ahora se ve privada del derecho a volver, se pone en huelga de hambre como último recurso. Está desesperada. Y su desesperación es comprensible.
Pero la vista desde fuera es bien diferente. Esa mujer necesita ayuda y tiene que volver al Sáhara, pero su muerte no causará más que dolor, a sus hijos y su familia, y olvido, al resto del mundo. Si Aminatu Haidar muere, todo lo que está haciendo, todo lo que está consiguiendo hacer por el conocimiento masivo de la situación del Sáhara se extinguirá. Algunos colectivos defensores de los Derechos Humanos se han manifestado claramente para apoyarla. Ahora bien, ¿para apoyar su causa o su huelga de hambre? Aminatu Haidar debe regresar a El Aiuún. Pero no muerta. Y para sentir eso no hace falta ser ningún activista pro Derechos Humanos. He escuchado de alguna boca la palabra "el fin justifica los medios"; es decir, aunque Aminatu muera, al menos ha conseguido que se le preste atención al caso del Sáhara. También he visto personas muy preocupadas por el caso concreto de Aminatu y su solución, pero a las que les da igual la situación a corto, medio o largo plazo del resto del Sáhara. Los Derechos Humanos son algo universal, yo diría que intrínseco. No hace falta leerse la Carta para aprehenderlos. Nadie puede decir que defiende los Derechos Humanos si desea la muerte a alguien o el sufrimiento continuado a un pueblo. Nadie puede decir que defiende los Derechos Humanos si predica que Aminatu siga sin comer, y cada día come copiosamente. Nadie puede decir que defiende los Deechos Humanos si cuando Aminatu vuelva a su casa, esperemos que en vida, su cerebro resetea todo lo referente al Sáhara.

La hipocresía nos hace un flaco favor a todos. A Aminatu, todavía más.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

02.12.09

Le gustaba invertir.
Le gustaba soñar.
Le gustaba pensar.
Le gustaba seguir.
Le gustaba añorar.
Le gustaba ganar.
Le gustaba correr.
Le gustaba exprimir.
Le gustaba recordar.
Le gustaba beber.
Le gustaba mirarse en los espejos.
Le gustaba dormir.
Le gustaba decir la última palabra.
Le gustaba gustar.
Le encantaba encantar.
Le encantaba encantarse.
Le gustaba broncearse.
Le gustaba jugar.
Le gustaba tirar piedras.
Le gustaba cantar.
Le gustaba ducharse con agua fría.
Le gustaba aprender.
Le gustaba enseñar.
Le gustaba mostrar.
Le gustaba vestirse.
Le gustaba esconder.
Le gustaba huir.
Le gustaba subir en ascensor.
Le gustaba prohibir.
Le gustaba observar.
Le gustaba analizar.
Le gustaba oprimir.
Le gustaba respirar.
Le gustaba posponer.
Le gustaba predicar.
Le gustaba hablar.
Le gustaba mirar la lluvia.
Le gustaba comer.
Le gustaba contar.

Y a veces, también, le gustaba yo.

martes, 1 de diciembre de 2009

Maldita incertidume


Non podo prender o candil
sen a lúa.
Sen as pálpebras azuis
da mínima lámpada erguida,
do cerco no camiño.

Vésperas das mágoas,
os medos,
o sutil esquecemento
a carón do principio
da crenza experta en escapes.

Puntos suspensivos na
verba máis corrente.
E todo se torna mesto,
entre folerpas de lume
que agachan os seus indicios.

¿Onde está a lúa?
Non a vexo.
Non vexo nada...

A escoita. Maldita incertidume.



sábado, 21 de noviembre de 2009

Perder


De tanto miedo a perder, nunca ganamos nada.

Arriesgarse es, también, la temida posibilidad de caer. De volver al foso; quizás, a uno más hondo.
No movemos ficha por temor a los cataclismos, a los daños colaterales que nos han de hacer padecer lo impadecible. Al hermano feo de los quizases.

Las variables externas, imprevistas y sofocantes, nos hacen perder el norte en ese océano de hipótesis que cualquier mente, no especialmente brillante, se plantea ante los retos.

A mi padre, el pelo se le va poniendo gris. Eso es porque los años pasan y, sin darme cuenta, yo ya he llegado a mi segunda década. Qué sentido tienen los días sin sentido, me pregunto a veces. De qué sirve sístole sin diástole, aurora sin crepúsculo, lágrima sin su eminente sonrisa.


A veces, perder no es fracasar. Perder es no intentarlo. Perder es traicionarse. Perder es dar a la espalda al anhelo .
Preguntarse, irremediablemente, qué quiero, y no acudir en su búsqueda. Cadena perpetua en la cárcel de los "y si..."


Perder, queridos amigos, es renunciar.

miércoles, 28 de octubre de 2009

El fin del mundo

A veces, todo parece aniquilarse; estallar en pequeños pedazos de cristal fino que, sin piedad, arañan y desgarran los corazones que encuentran a su paso. A veces, donde nada cesa y todo se interrumpe, logro sentirme fuera del lecho de la humanidad, fuera de las vísceras mecánicas de ese camino precocinado que damos en llamar destino, cuando él mismo me vuelve sus fauces y entona rugidos y llantos que me hacen perder la calma.

Es difícil mantenerse fiel a la corriente cuando parece que todo languidece.

La eternidad, fugitiva, ruega a alguien que le haga caso, mientras las miradas de los transeúntes se encierran en su propia oscuridad. De veras, el silencio, las nubes, parece que todo se acaba, que nada está ordenado, que ya perderse es inevitable. La muchedumbre inquieta y sudorosa atiende a mis lágrimas mientras me esfuerzo por creer que eso es sólo un momento pasajero, algo insólito y probablemente insignificante.

Pero las horas pasan. El rosa pálido del cielo se torna azul gélido, como mis vértebras, y ya me da igual llorar en la puerta de una estación, que me pisen los niños y las ancianas apresuradas; vivo en mi burbuja que de repente me muestra una realidad melancólica y opaca sin muchos tintes de cambio.

Las estrellas palpitan; quizás son la única luz en esa sinfonía de temores y sombra y mucho mucho llanto. Qué le vamos a hacer si hoy ha sido un mal día. Tengo todas las razones para pensar que tras una buena noche de sueño todo pasará y el sol me devolverá las ganas de respirar.

Pero todo se desvanece. Y esos pedacitos de cristal se me clavan como puños de metal ácido. La fachada se derrumba, sólo soy yo y mi circunstancia: yo contra esta circunstancia mía sin sentido y sin serenidad que me obliga a recorrer Madrid entre jadeos y ojos empañados. Realmente, parece que todo muere. Todo está agonizando a mi alrededor.

Y habrá que esperar a mañana para saber si un rayito de luz volverá a iluminar las baldosas, si la ciudad y yo resucitaremos al unísono y se olvidarán los llantos en las estaciones y los dolores prematuros. Habrá que esperar a mañana para saber si el frío no lo es tanto y los puñales eran caricias mal interpretadas. Habrá que esperar a mañana porque quizás sólo fue un mal día.

O quizás es verdad, y esto era el fin del mundo.

jueves, 15 de octubre de 2009

Electricidad (las balsas de aceite no ganan batallas)

Escandaloso
fuego de tu mística:
las cenizas de mi reino.
Cuántas brétemas y ráfagas
de incógnita.
Cuántos sonidos que
prefieren no ser hablados.

Dulces
comisuras de tu frío:
los alisios de mi proa.
Cuántas veces los labios
se han mordido la culpa.
Cuánto miedo y cuánta
pena e insomnio.

una inválida.

Cuánta espera.

Mas

si no cantaran las rapaces sus
chillidos de amenaza.
Si no peligrara el timón y
escociera la llanura.

Quizás no agotarían las llamas
nuestros pulsos; quizás
la inutilidad del vacío.


Y

prefiero

tu cuerpo

un momento

la lucha.

viernes, 9 de octubre de 2009

Capítulo 1

Auscultando la pestilencia de sus deshechos se hacía posible adivinar restos de whisky de malta, un par de camisas mugrientas y aparentemente, sudadas desde hacía días, naranjas podridas sobre la repisa de la ventana (procedentes de aquella vez en la que había decidido firmemente que tomaría vitamina C) y un recuerdo, el recuerdo de su sombra en el espejo del armario bañado en la impotencia y la soledad de la masturbación entre sábanas frías.

Ahogado por su propia existencia, decidió poner fin al encierro en aquella ratonera casi acogedora que en ocasiones llamaba hogar. Decidió salir, salir a beber del aire contaminado de una ciudad demasiado inmune a las personas; demasiado proclive a los autómatas. La calle, sus chicles pegados a las baldosas de color gris marengo, los chillidos de los niños recién salidos del colegio y la neblina espesa que amenazaba con reducir todavía más su visión, consiguieron, sin embargo, despertarle.

Había algo en aquella rutina sórdida, en aquel devenir de hogueras alimentadas de sueños, que resultaba entrañable. Como una pálida mañana de Navidad rodeada de miseria y desperdicio, pero mañana de Navidad a fin de cuentas. Su mudo respeto conversaba con la ciudad a gritos, ofreciéndole sus minutos de gloria, aquellos en los que su relación con el resto de la raza humana trascendía las meras ilusiones y se traducía en roces en el autobús, miradas de soslayo en la carnicería, secos saludos en el estanco.

En ocasiones, como aquella tarde húmeda, porque eso era lo que era, húmeda, se imaginaba viviendo así por siempre y ni siquiera le producía pavor. Cinéfilo como era y ávido de conocimiento, podría pasar el resto de sus vidas entre libros y películas, durmiendo muchas horas y bebiendo si por algún motivo no lo conseguía. La escasez de ingresos haría su experiencia más emocionante, y los frecuentes paseos, como aquel mismo, endulzarían su día a día con toques de realidad. Incluso podría escribir una novela con algo de tesón y esfuerzo diario.

Su pensamiento, a pesar de todo, acabó en ella. Su figura curvilínea tras el tocador y los tres besos de cada despertar. Dulces mieles de todos los días con el perfume que nunca reconoció hasta que se fue; las distintas tonalidades de rojo de su carmín; esporádicas estampas de sonrisas almibaradas.

La calle enmudeció entre su gris.
Otra vez la misma sensación.
Desengáñate, estúpido. Esto no es vida.





domingo, 27 de septiembre de 2009

Dicotomías


Las ganas atrapan miseria
entre festejos
donde no se recoge el vino ni se
recitan heridas.
El dulce agosto gris, con-
tigo, y nuestras lunas; la serenidad,
y las fauces abiertas
del torbellino del miedo.

Todas las úlceras rotas
llevan los dedos entrelazados.

La ausencia de ritmo en
este baile de quietud mimosa.
Marchito el tiempo, tan joven,
espontáneamente calculado
su compás de vicio,
y los trotes elegantes de
la noche]
en el alféizar del ocaso.

Todo ha cambiado. La diferencia de
volver a lo mismo.


Y el primer último poema
desde hace mucho, mucho tiempo.

lunes, 21 de septiembre de 2009

¿Quién eres tú?

Preocupada por mi falta de libro de cabecera desde hacía, exactamente, 21 horas, rebusqué entre los bolsos y las chaquetas hasta encontrar un poco de calderilla que, en su conjunto, me permitiera al menos agenciarme un librito pequeño, casi insignificante, pero que consiguiese su objetivo principal: entretenerme un poco y librarme de las largas y trágicas horas de espera.
Tras esta ardua labor, me encaminé hacia la librería más próxima, y sin pararme ante el estante de novedades y grandes libros de tapa dura, me dirigí hacia el único lugar a donde podría dirigirme siendo realista con mis posibilidades monetarias: el estante de esos pequeños libros de bolsillo, (tal vez llamados así, no tanto por su tamaño, sino porque son los únicos adecuados a todos los bolsillos); ésos de letra tan pequeñita que mi incipiente miopía me obliga a pegarme a menos de un palmo de sus hojas, como si rastreara oro entre torrentes de papel rugoso pero que, al fin y al cabo, siguen albergando las grandes obras de la literatura universal entre cartón barato y que realizarían bien la función que yo les tengo encomendada.

Entre mi condición de galega y el hecho de haberme despertado con el día indeciso, pasaron los minutos sin que yo pudiera decidirme por uno de ellos. Ninguno me llamaba demasiado la atención, no había mucho donde escoger, y mi mano le daba vueltas enérgicamente a esos pequeños estantes postizos de plástico de las colecciones de Anagrama y Cátedra sin que mis ojos se fijasen ni por una vez en alguna portada concreta. Al fin, adiviné entre los libros un par de títulos interesantes, aunque ninguno de ellos me susurró al oído "cómprame".

Entre Ibsen y Kadaré encontré escondido "Retrato de un artista adolescente"; bien es cierto que cuando leí "Dublineses" no me entusiasmó, pero tenía ganas de leerme ese libro y nunca lo había visto en edición barata. Tras leer la contraportada, me dispuse a proseguir con el ritual que llevo a cabo cada vez que compro un libro: pasar sus páginas mientras rozo el papel y, en un momento de despite del librero de turno, olerlo. Pero antes de que pudiera continuar con él, y mientras pasaba las páginas con soltura, pude vislumbrar que, por la mitad del libro, había un pequeño trozo de papel doblado que contenía algo escrito en bolígrafo azul. No me atreví a mirar qué era; sólo estaba segura de que no se trataba del precio ni de ninguna otra cosa rutinaria, sino que aquello era un regalo, un plus a la novela, una señal de que debía llevármela. De repente, me sentí como en un libro de Los Cinco: sólo me faltaban los shorts y las galletitas de jenjibre.
Mirando a ambos lados, como si alguien pretendiese arrebatarme a mi recién conseguido tesoro, lo estreché entre mis manos y me acerqué a la caja para pagarlo. No podía esperar a llegar a casa y descubrir de qué trataba aquel papel misterioso. ¿Sería el mapa de un tesoro? ¿Una declaración de amor, quizás? ¿Un código secreto de espionaje?

Me senté en el sofá, y lentamente, abrí el pequeño papel doblado. Lo que se encontraba en él no era ni más ni menos que un poema, un poemilla escrito con pequeña letra cursiva que se doblaba levemente hacia el lado derecho en boli bic azul. Y el poema venía firmado. Su autor o autora firmó como Pérez Duarte.
Tras releer el poema unas cuantas veces, pensé en el tal o la tal Pérez Duarte. No sé quién es, probablemente nunca lo sabré. Pero su pequeño poema escrito en un pedazo de papel doblado me ha otorgado unos de los momentos más deliciosos de estos últimos días. El descubrimiento del poema ha llenado de romanticismo un día como cualquier otro, hasta tal punto que he decidido hacerlo alguna vez en mi vida. Nunca sabré a qué Arancha podré alegrar. Quizás ninguna Arancha lo encontrará; quizás escoja mal el libro y nunca lo compre nadie o se le caiga cuando vaya a pagarlo o el susodicho comprador decida que es mejor tirarlo a la papelera para no entorpecer su lectura.

Pero puede, también, que me convierta en otra Pérez Duarte (persona misteriosa y anónima que deposita poemas de estupenda caligrafía entre libros de bolsillo alegrando el día de chicas como yo).

Y, de paso, he agregado una nueva definición a mi diccionario.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Esperas y postales

Los días de hacer tiempo son días incómodos y prescindibles. Erigen sus 24 horas como fortalezas rodeadas de catapultas, a la espera de un disparo acertado a un sistema nervioso cada vez más cansado de esperar. ¿Esperar... para qué? A veces, simplemente, para volver a la rutina. Otras veces, para encontrar nuevas emociones. Alguna vez, incluso, para despejar incógnitas.

En esta vida que son dos días, de gripes A’s y cánceres varios, la impotencia se adueña de aquellos que, como yo, pretenden ser felices a cada instante sin conseguirlo. A veces el carpe diem no sólo depende de uno. A veces, brujas disfrazadas de princesas juegan a amargar un poco más ese tablero de la vida que ya de por sí rezuma abulia. Otras veces, el tiempo nos juega malas pasadas, apremiando nuestros corazones y nuestros párpados, hasta descubrir que es mucho, demasiado el tiempo hasta llegar a la meta.

Los minutos consecutivos se tornan idénticos ante la ausencia de ruido, de inquietud, de movimiento. Demasiadas miradas impacientes a demasiadas pantallas vacías. La incesante búsqueda de causalidad se vuelve monótona y pierde el sentido. El deseo del futuro, la duda de lo que vendrá se torna fervor entre días que parecen clones herméticos y aburridos de una misma jornada exenta de vida.

Y, en estos días de publicidad, de paréntesis alargado, una postal perdida que encuentra su legítimo lugar entre montañas de espera. Una imagen que mira de soslayo y exclama satisfacción.
Porque a veces la espera también es esperanza.

sábado, 29 de agosto de 2009

La erótica del arte


Hace unos días leía un artículo acerca de la bien sonada “erótica del poder” que, al parecer, existe, no como mera ficción literaria o cinematográfica, sino como afrodisíaco real y químicamente probado que, además, afecta especialmente a las mujeres. De hecho, la mayoría de los hombres (según rezaba el artículo) se sienten amedrentados ante una mujer con demasiado poder o demasiados
honorarios; tanto que en muchas ocasiones la susodicha mujer deja de parecerles atractiva. No ocurre lo mismo con el género femenino.


Yo, sin embargo, nunca me he considerado de ese club. Y es que creo que existe otro, un poquito más minoritario pero en absoluto desconocido, al que pertenezco y siempre he pertenecido desde que mis hormonas despertaron y comenzaron a buscar entre los cuerpos de muchachos granudos su Casanova personal. Por aquel entonces, una amiga, también perteneciente a dicho grupo, y yo, le solíamos llamar entre risas el efecto Fran Perea motivado por su personaje en Los Serrano, que se camelaba a Eva a base de cantes y guitarritas. Y es que, éla ahí, la erótica del arte.


El artista busca a tientas entre las cenizas del mundo un camino a la belleza. Sus manos, creadoras, arrancan acordes nostálgicos de guitarras o teclados, marean paisajes con los vaivenes de sus objetivos, retratan ocasos ocres en lienzos teñidos de extrañeza y engendran las aventuras más apasionantes entre papeles amarillentos. Su perfecta sintonía, su sensibilidad innata; todo se percibe en ese andar discordante, en la forma de manejar las dudas, en los extraños recovecos de su mente que se plasma en disciplinas inexactas y confusas, sólo comprensibles para él mismo. A veces, sólo él parece capaz de ordenar mi caos.


Los artistas. Quién no ha soñado alguna vez con susurrarle a ese pintor de ojos caídos y caminar apesadumbrado: “haz de mi cuerpo tu lienzo”; quién no ha imaginado que esas manos recorren sus caderas como recorren las curvas sinuosas de la guitarra, mientras con voz agridulce entona las primeras estrofas de una canción de desencuentros. Busca en mi ser tu discordia, quiero ser tu musa ahora y siempre, no dejes de tocarme nunca...

Quizás sí exista la erótica del poder. El poder de creación.


Y sí, P., ahora sabemos diferenciar a los verdaderos artistas de los Franes Pereas del mundo pero... ¿qué más da eso?

Reconozcámoslo.

Se nos siguen cayendo las bragas ante una guitarra bien tocada.


lunes, 24 de agosto de 2009

Muñecas feas

Cuando se descubre la gastronomía original de nuestras incógnitas, lo perverso de nuestros juegos de manos en oscuridades injustificables; cuando la niebla destapa el olor a incienso que maquilla los días sin salir de casa, los pañuelos mojados entre bragas de algodón que se olvidaron del tiempo.

Cuando ni nuestro pelo ni nuestra condición sufren la fuerza de la gravedad y la incertidumbre es el pan de cada día. Las gotas de sudor caen ligeras sobre los vestidos blancos.

Cuando germinan los procesos víricos, todo es lo que es y nada es trepidante; los motivos policromados se tornan ojeras malvas, deshechos de sombra; las estrellas cesan en su empresa de iluminar los rostros abúlicos, nada despierta ya el insomne vientre de atracciones cinematográficas.

"Yo soy así, no hay nada más". Los disfraces cosechan arrugas entre zaguanes de silencio. No hay altares, ni musas de caderas lánguidas, de perfectas fauces rosadas y talles decimonónicos. Sólo tiempo, despertares entre sudor y ojos hinchados, noches de imaginación y añoranza de los espejismos. Miedo al fracaso y a la verdad.

Nada es lo que debería ser en ese cielo de carantoñas estivales.
Cuando todo se resuelve en unos ojos demasiado cansados para mentir. A veces, sobre una cristalina superficie de compresión.

Cuando los niños escogen
muñecas feas sin envoltorios de celofán.

lunes, 3 de agosto de 2009

Cerrado por vacaciones



ECHADME DE MENOS

Au revoir!

martes, 28 de julio de 2009

...I wasn't born to lose you


Una miserable luna cae sobre el techo de Ourense como caen las manos de los niños sobre los caramelos en las cabalgatas. El espesor de unos días demasiado anodinos se disuelve entre las mareas de ilusión y certezas, que, a pesar de todo, no consiguen desviar del todo el nauseabundo olor de la monotonía.
A veces, todo se rompe con otro monótono pero esperanzador sonido. Las llamadas de teléfono se suceden entre sonrisas que nunca llegarán a ser desvirgadas, quejas, estallidos, unos ojos demasiado cansados de esperar.
En ocasiones, las bocas se congelan, todo se concentra en un suspiro, una caricia extraviada de nuevo, y otra noche que se acuesta entre la soledad de los edredones que quieren ser compartidos.

La violencia angustia a la monotonía como los adolescentes rebeldes a los padres escrupulosos. Elabora planes de huída; la ternura perece a veces entre las rejas de su cárcel de ausencia.

Los borrones emborronan demasiado misterio, la vuelta se vislumbra entre demasiados caminos futuros, caminos donde la tierra florece inerte el caminar de unos pies ya mutilados. Demasiados auxilios en silencio. La boina y las zapatillas, demasiados recuerdos, perder el instinto entre demasiadas preguntas.

Todo parece claudicar. Demasiados estigmas, demasiados gritos a deshora, demasiadas astucias inocentes, demasiados argumentos atrapados,demasiadas lesiones cabalgantes, demasiados mediodías a solas.
Demasiados kilómetros.


Una sola respuesta.


The guilty undertaker sighs,
The lonesome organ grinder cries,
The silver saxophones say I should refuse you.
The cracked bells and washed-out horns
Blow into my face with scorn,
But it's not that way,
I wasn't born to lose you.

viernes, 24 de julio de 2009

Bom día da Patria Galega!



Pola miña Terra.
Por todos os 25 de xullo, que non nos permiten esquecer o que somos.
Polo orgullo do Galego.
Por hoxe. Por sempre.

BOM DÍA DA PATRIA GALEGA

miércoles, 22 de julio de 2009

¿Actimelízate?


En las últimas semanas dos violaciones cometidas por pandillas de menores en las provincias de Córdoba y Huelva han conmocionado al país. La reacción no se ha hecho esperar, y la opinión pública reabre un debate no ajeno a los grupos políticos que plantea el cambio en la legislación del menor. El Partido Popular, por su parte, se suma a la marcha de los que abanderan el cambio, esgrimiendo como argumento los terribles hechos acontecidos durante estos días.


Hace unos meses, a raíz del caso de Marta del Castillo, se abrió el debate acerca de la cadena perpetua. Y es que no se puede esperar que la gente no reaccione así, menos aún la gente próxima a las víctimas, pero el derecho es una ley superior que refleja una justicia (supuestamente) objetiva, y que debe mantenerse al margen de inestabilidades emocionales ya que, con la regla del “por si acaso” probablemente existiría todavía la pena de muerte. No se puede pretender cambiar la ley cada vez que se produce un suceso criminal de esta envergadura, por mucha conmoción que ésta produzca.


El pasado lunes, el ministro de educación, Ángel Gabilondo, expresaba su pesar por estas acciones y declaraba que la responsabilidad es compartida: no sólo de las familias y los propios individuos, sino también de la educación y la propia sociedad. Estas declaraciones, discutidas por muchos, no expresan más que el propio sistema a seguir en este tipo de casos: no encarcelar a menores de 12 y 13 años; tampoco, desde luego, dejarlos marchar impunemente a sus casas después de llevar a cabo un delito tan grave como una violación, sino tomar medidas socioeducativas e internarlos en centros de menores, regidos por profesionales en la materia cuya formación es la adecuada para reinsertar a estos chicos en la sociedad.

Y es que, de lo mismo que adolecen las instituciones penitenciarias, adolecen los centros del menor de nuestro país: son pocos y las medidas a tomar son insuficientes. En un período tan frágil e inestable como la pubertad, no se puede esperar que unos chicos aprendan la lección a base de castigos estilo “perro de Paulov”; contrariamente a esto, con este sistema probablemente se crearían monstruos: jóvenes cínicos y desencantados de la sociedad que, creciendo bajo ojos suspicaces, nunca entenderían por qué sus actos son malos y se sentirían más víctimas que verdugos.


El planteamiento es, pues, incorrecto. No se debe plantear el cambio en la Ley, sino la mejora de las instituciones que han de llevarla a cabo. El gobierno no debe caer en el populismo y la demagogia, muy a pesar de sus posibles intereses políticos y de la presión de una oposición más preocupada de espantar las piedras de su tejado que de otra cosa. Porque, aunque a veces se nos olvide, para eso están la política y las instituciones públicas. Para no dejarnos llevar por la irreflexión y la emotividad, sino por la racionalidad. Porque se han cometido dos actos repugnantes de forma consecutiva, cierto, pero eso no convierte a cada joven en un potencial violador. Y tampoco debería convertir a España en un país cuya legislación recuerde a un anuncio de Actimel.


"Actimel: la mejor defensa es un buen ataque"

lunes, 20 de julio de 2009

Crenzas do hoxe

Nunha fábula
de matices sen sombra,
de escuitas a voces
tremendo carteis e
beirarrúas;
nesta premura de albiscar
eternidades mortas,
espermas perdidos,
loitas de ficcións e de
pantasmas sen rostro.

Nas mornas noites de te respirar,
non sucumbir
aos delirios,
ás bágoas que agocha un teito celeste
ao terror das mans vacías,
dos leitos pétreos;
non temer aos vagalumes
coa súa mesta luz de ausencia;
hoxe resbala a túa figura no solpor,
alumeando as cóxegas da mágoa.

Esta noite aínda prenden
a ledicia nos meus peitos.

miércoles, 8 de julio de 2009

Tristitia interrupta


Ingeniería vocal,
pálidos rastros de un consuelo,
de la excusa imperfecta:
barítonos entonando
salves
al estelar fracaso de mis aciertos.
La zona más oscura,
nitidez de tropiezos exentos
de aduanas y,
de repente, nuestra imagen
galopando entre misiles.

Recordarse como se recuerdan
las estrellas que corrompen
un cielo triste y agrio.

jueves, 2 de julio de 2009

Freedom hangs like heaven


Un poco de Paz de Espíritu


miércoles, 1 de julio de 2009

When they come (Galiza hoxe)

El cambio de gobierno en Galicia no se tradujo solamente en unas cuantas caras largas (la mía, la más larga de todas) y , sino que las primeras consecuencias empiezan a aflorar de ese matojo de espinas que (casi) parecía inocente.
Y, como no, el punto de mira comienza por aquello que más nos duele, lo más representativo de Galicia: su idioma.
No hace falta ser muy listo para darse cuenta de que el Partido Popular no comulga ni con los idiomas cooficiales en el estado español, ni con ninguna de sus manifestaciones, a pesar de sus intentos de sermones en galego normativo (tan tristes, he de decir, como los de los políticos de la oposición). Pero, junto a una consulta en Honduras que ha dado la vuelta al mundo, en un territorio mucho más pequeño y, sin embargo, más cercano, se está realizando otra consulta que atenta contra las leyes de normalización lingüística que el propio Fraga instauró en su largo, largo período de gobierno. Esta consulta, realizada a todos los padres o tutores con hijos en edad escolar, comprende una serie de preguntas, todas enfocadas desde un halo claramente subjetivo, acerca de si éstos creen que se abusa del galego en la enseñanza. No está de más recordar que, en la teoría del sistema educativo de Galicia el 50% de asignaturas deben impartirse en galego; el otro 50%, en castellano. En la práctica, tiene suerte aquel que consigue que además de la asignatura de Lingua e Literatura Galega le den dos más en nuestro idioma. Esta "consulta" será llevada al Parlamento en aras de seguir una política lingüística aun más brutal que la seguida por sus compañeros de partido en pasadas legislaturas, y basada en el famoso manifiesto de ese grupo de presión que se autodenomina "Galicia Bilingüe".
Una política lingüística que obliga a escribir manifiestos como éste (Galego, Patrimonio da Humanidade) para apoyar e impulsar a nuestro idioma, una iniciativa muy loable pero que lo coloca en una triste postura de casi borde de la extinción. [Por cierto, os animo a todos a que os adhesioneis al manifiesto. Sólo tenéis que enviar vuestro nombre, profesión y DNI al correo electrónico mbragado@xerais.es antes del 7 de julio.]

Pero aquí no terminan las reformas en materia educativa que el nuevo gobierno ha llevado a cabo. Una de las innovaciones del bipartito fue introducir un sistema de préstamo de libros en la educación primaria según el cual los libros de texto eran comprados por el Estado cada cuatro años y, una vez terminado el curso, se guardaban para los niños que al año siguiente estuviesen en él. Pues bien, este sistema ha sido derogado por el PP alegando que es injusto, ya que beneficia a todos los niños por igual, cuando no todos tienen las mismas necesidades económicas. Así que ha establecido un sistema de ayudas para compra de libros (míseros 180 €) para aquellas familias con las rentas más bajas. Tan tan bajas, que, como ejemplo, una pareja mileurista con dos hijos en edad escolar no podría beneficiarse de ellas. Y esa es su buena acción del día. Darles 180 € a los pobres para comprar libros de texto que, desde luego, superan con creces esa cifra.

Y no, no tenía ganas de mostrar la más mínima objetividad periodística. Y, sí, así va Galicia.

PD: Si escribo esto en castellano no es por incoherencia personal, sino porque pienso que aquellos lectores que hablan galego ya serán conscientes de la situación y mi intención es informar a todos aquellos que la desconocen.

domingo, 28 de junio de 2009

Proxecto 1

... escomeza a fotopoesía
escomeza Arancha Ferro

viernes, 26 de junio de 2009

Introspección

Si no reconoces las grietas aturdidas
los permisos,
campanadas anunciando un después
mudas en el escenario;
si no reconoces la losa viva,
el estruendo
las musas tocando arpas
a los pies de la laguna Estigia.

Si no reconoces la cal,
la mancha enferma de pantalones ajados,
el esfuerzo contenido de sombra
los modales perdidos
en batallas ganadas;
si no reconoces el tiento,
las marismas guardando islotes
entre mechones de burla.

Cuántos kilómetros han recorrido tus empeines.

Si no reconoces, acaso, las diástoles
en clave de sol de tus pasos de arena,
si no reconoces tus huellas,
se te escapa el telón entre las zarpas.

Y ya no reconoces
ni conoces]
nada.

Ni ese espejo sucio
que, algunas mañanas,
te devuelve los honores.

sábado, 20 de junio de 2009

En resumen


¿Qué funciona aquí? ¿Qué?

Funcionan las bromas absurdas, metáforas de la inseguridad de algunos tan inseguros que apenas se dan cuenta de sus propios caminos.
Funcionan las seducciones sin seducción, sin miradas de soslayo y sin roces palpitantes: sólo los vómitos de esperma y los contagios de saliva sin promesas.
Funcionan los gritos, los chillidos caóticos, lo que perturba el horizonte: eso funciona, mejor que cualquier otra cosa.
Funcionan los discursos eminentemente preseleccionados y basados en los clichés más manidos siendo, sin embargo, los más imitados y reconocidos.
Funcionan los llamamientos a las armas, las noches de insomnio premeditado atufando audiencias con sermones ante los que el mismo Lenin se postraría avergonzado; sermones revolucionarios a los pies de un Ipod Touch de 20 gigas.
Funcionan las carcajadas, no las risas; los golpes, no las danzas; los delitos, no las travesuras.
Las mentiras funcionan, las grandes mentiras, las ficciones compartidas y convertidas en leyes inquebrantables.
Funcionan los sueños de aquellos que ni siquiera se atreven a soñar.
Ante todo, funciona el miedo, la intimidación, el sarcasmo de la violencia. La convicción del sutil poder de arrastre de las masas. Y la sutil disposición de las masas para su arrastre.
Funcionan las máscaras, los disfraces, los telones tupidos y cubiertos de verborrea. Lo opaco de las miradas. Lo sucio de los despertares. Las conversaciones sin contenido, las noches con droga y los cariños superfluos.
Los adioses que no duelen. Esos funcionan.

Calando al mundo mientras, astuto, ensaya su coreografía de anhelos.

(Disculpad mi silencio. A veces, para mirar desde fuera, hace falta algo más que dos ojos empapados: un tiempo ajeno a la vorágine y un corazón tan fuerte que consiga soportarla).

viernes, 12 de junio de 2009

13.06.09 interior noche

Tan sola en esta manta férrea,
creyéndome irreal
vomito el desayuno.

Nadie recoge el hedor de mis náuseas;
poco a poco
hasta las infancias olvidan
qué es dormir entre algodones.

Algo musitan los astros
o tal vez fue la brisa
haciendo las maletas:
ahora sólo estamos
el calor
y una sábana que me oprime


y yo

tan sola en esta manta férrea.

A quién se le ocurre
desconfiar del camino...
(Siempre supe que lo haría así de mal, o incluso peor)

Lametones de asfixia
en las articulaciones.
Qué sola estoy las noches sola.
No hay ni glamour ni
vinagre
ni nada que contribuya
a atragantar el pestillo.

Sólo yo
sobre esta manta,

la sábana, el calor,

una caja de valium
medio cerrada,

mucha vida,

las casiopeas.

sábado, 6 de junio de 2009

¿Todo está en los libros?

En la edición de hoy de El País podréis encontrar un artículo de Gustavo Martín Garzo que os recomiendo encarecidamente. Se títula ¿Todo está en los libros? y trata de un tema que yo defiendo a capa y espada: la capacidad de la literatura, así como del cine, de transportarnos a otras vidas, a otras experiencias lejanas a nosotros: experiencias que en muchos casos nunca llegaremos a experimentar. Además, habla de la necesidad de coger de esas realidades "extrañas" lo que nos interese e intentar reproducirlo en nuestra propia vida.

Sin duda, muchas de las experiencias que conocemos o, al menos, reconocemos, no provienen de nuestra propia existencia, sino de algo que alguien nos ha contado, que hemos leído o que hemos visto en una película. Sin duda, todos sabíamos lo que era un beso en los labios antes de que nos diesen el primero; todos entendemos la emotividad del parto, aunque nunca hayamos parido; todos podemos comprender el horror de los campos de exterminio, sin (afortunadamente) haber estado en ninguno. En ello radica la importancia de la literatura y el cine: en su don de insertarnos en una historia ajena a la nuestra hasta tal punto que nosotros mismos creamos haber vivido lo que han vivido los personajes, conocer lo que es aquello que nunca nos ha ocurrido, aprender de algo que no hemos vivido.

Pero, ojo, no lo hemos vivido. Por eso tanto Gustavo Martín Garzo en su artículo como yo en mi reseña hacemos hincapié en que está muy bien conocer otros mundos, siempre que luego eso que aprendamos de ellos nos sirva para nuestra vida, que NO es esa, ya que no es lo mismo experimentar algo en propias carnes que leerlo en un libro.

Tras muchas películas y muchos libros, llega un momento en el que me planteo qué estoy haciendo con mi vida. Qué es mi vida en realidad. Si mi vida podría representar el argumento de una novela, de una película. Al menos de un relato, o de un corto. Tras muchas películas y muchos libros, miles de experiencias se agolpan en mi cabeza como se agolpan los conocimientos justo antes de un examen, las bolsas de basura en los contenedores los días de huelga, los achuchones tras una larga espera. Tras muchas películas y muchos libros ni siquiera veo en mí un personaje secundario, no veo nada relevante, y lo que veo no es mío. Tras muchas películas y muchos libros (y muchas conversaciones con personas que sí tienen algo que contar), tras muchas lunas mirando la vida desde la mirilla, me doy cuenta de que entre ella y yo hay una puerta infranqueable cerrada con cien candados. Leo, leo, visiono, visiono, y me quiero apropiar de experiencias que no son ni serán nunca la mía. Como una niña que se pone el carmín y los tacones de su madre. Vivo en los personajes de las novelas que leo, de las películas que veo; vivo en la gente que me rodea, a la que observo como si ante una obra de teatro me encontrara. Artificialmente, intento comportarme como ellos, maquillo mi inexperiencia de imitaciones y, mal que bien, me voy camuflando entre los matorrales. Pero esta mañana, como cualquier otra, me he despertado y otro día sin expectativas me ha saludado con desidia.
Porque en esta historia no hay giros repentinos. En esta historia no hay personajes ni argumento, no hay aventuras, no hay acción. En esta historia no hay amores pasionales ni románticos, no hay objetivos ni metas, no tiene sentido ni forma.

...

La respuesta es no. Como mucho sería un poema. Un pequeño poema melancólico sin principio ni final. Un poema de esos que no marcas en un libro de poemas. Un poema modesto, escrito en Times New Roman 12, no narrativo, tampoco demasiado lírico. Un poema de esos que quiso imitar a Neruda y se quedó en dedicatoria de quinceañeras. Un poemilla mediocre. Insignificante.

martes, 2 de junio de 2009

Tengo frío

y ya es tan tarde...


Ojalá

prendiesen aún los párpados

el perfil de las hojas.


Pero es tarde:

los molinos se acuestan

en su manto de tiempo.


El lunes cierra los ojos.



***



Otra noche más

que tengo frío.





domingo, 31 de mayo de 2009

Roll the dice


Al margen de ese cajón de sastre con tijeras poderosas que damos en llamar destino, nadie duda de que nuestras decisiones configuran nuestra vida; nuestra vida y a nosotros mismos. Continuamente nos hallamos ante encrucijadas que, de un modo u otro, solventamos tomando decisiones, escogiendo un camino. Incluso el quedarnos en la encrucijada, pensando y repensando los pros y los contras de nuestra decisión, es en sí una decisión que nos define. La mayoría de nuestras decisiones cotidianas responden a nimiedades, ni siquiera nos damos cuenta de su existencia; hay pocas grandes decisiones en la vida, y la mayoría ocurren en edades más avanzadas. Sin embargo, y a pesar de la contigencia de nuestra resolución (¿me ducho por la mañana o por la noche? ¿me recojo el pelo o me lo dejo suelto? ¿me tomo un café en cafetería o me lo subo a mi cuarto? ¿veo una película o me quedo leyendo?) no somos conscientes de la importancia de la misma. Quizás si aquel día, en lugar de quedarte en la cama hubieses salido a dar una vuelta, habrías conocido al amor de tu vida. Quizás si aquella noche no hubieses decidido que querías una coca-cola, no te habrías tropezado en las escaleras y no tendrías ese esguince de tobillo. Quizás si en lugar de repasar y repasar el tema 7 te hubieses mirado más el tema 8, habrías aprobado el examen. Quizás si no te hubieses quedado hablando con ella hasta la madrugada los primeros días de curso, ahora no sería tu amiga.
Desde luego, las decisiones nos conforman, conforman las encrucijadas futuras y los recuerdos que reforzarán o mitigarán la seguridad de nuestros juicios. Pero hay algo de lo que poco se habla, en este mundo de psicólogos y psiquiatras que duermen en colchones de billetes, y es de la importancia de las decisiones que los demás toman acerca de nosotros. Desde luego, y por desgracia, no está en nuestra mano cambiarlas, a veces, ni siquiera influír en ellas. Pero ahí están, erguidas como tótems, como manojos de llaves que cierran sendas de quizases.
No sólo nuestras decisiones marcan lo que ocurrirá en nuestro futuro; a menudo, las decisiones de los demás son incluso más importantes en el desarrollo general de nuestra vida. Y es que nosotros podemos tomar una decisión, tenerla clara, acatar su desenlace. Sin embargo, cuando esa decisión atañe a alguien más, la responsabilidad no es sólo nuestra.
De pequeños, nuestros padres o las personas que están a nuestro cargo toman todas las decisiones por nosotros. Qué comemos, cómo nos vestimos. Con el convulso período de la adolescencia nos enfrentamos a una capacidad de toma de decisiones inusual y abrumadora para muchos (de ahí las crisis), aunque seguimos contando con el colchón de los papás en casos de fuerza mayor (y menor, normalmente). A medida que avanzamos hacia la madurez de la edad adulta son cada vez más y mayores las decisiones que tomamos sobre nosotros mismos. Pero he aquí que nos olvidamos de que, aunque no de forma tan acusada como en nuestra infancia, los factores externos continúan ahí, decidiendo al margen de nosotros, condicionando nuestro suelo, nuestro techo.
Las personas pasan por nuestra vida; a veces de forma fugaz, otras veces, de forma más duradera. El concepto duradero es muy subjetivo, pero con mis 20 años, he de decir que, por lo de pronto, lo único realmente duradero ha sido mi familia. Existen proyectos; todos tenemos proyectos. Quizás dentro de 5 ó 10 años si esos proyectos continúan en su lugar podría ampliar mi pequeña lista.
Sin embargo, reparemos en esas personillas que, de forma pasajera o no, superficial o profundamente, han visitado los lares de nuestra existencia. Todas tomaron la decisión de hacerlo, así como tomaron la decisión de abrir la puerta y marcharse cuando lo creyeron oportuno. Y lo mismo podríamos decir de nosotros mismos. Sin embargo, preguntémonos, ¿en base a qué tomamos esas decisiones?
Por mi espíritu reflexivo intento siempre tener un motivo para abrir esas puertas que probablemente me impedirán volver a esa casa. Aunque el motivo no sea muy convincente, al menos procuro que tenga coherencia para mí, que yo pueda explicármelo. Mucha gente no lo hace así; para ellos el abandono de una vida es algo coyuntural, casual, casi azaroso. No comprenden que, si traspasan el marco de esa puerta, probablemente no puedan regresar, porque estarán condenando a esa persona a una nueva encrucijada. Una encrucijada inesperada y repentina.
Para muchos, todo no es más que una tirada de dados. Una decisión como otra cualquiera, como ducharse por la noche o por la mañana; repasar un tema u otro. Y no se dan cuenta de que, en realidad, todos no somos más que las decisiones que se toman: las que nosotros tomamos, pero también las que los demás toman sobre nosotros. Tiran los dados, los agitan con más o menos fuerza y los lanzan al vacío, dejan que den vueltas como peonzas, se divierten con su danza de derviches. Tú observas sus contoneos mientras te muerdes las uñas. Porque tú eres lo que esos dados digan de ti; lo que muchos otros dados han dicho ya de ti: quien te ha escogido y quién no. Y en base a eso, una nueva encrucijada: dos caminos, cuatro, seis. A veces, ninguno. Cuando es tu camino quien tira los dados y decide mudarse y dejarte sin brújula . A veces.
If you’re going to try, go all the
way.
Otherwise, don’t even start.
(Charles Bukowski)

martes, 26 de mayo de 2009

Conversaciones con el espejo

Eres, nada más, un recuerdo que fluye solo en ese limbo que llaman tierra.
Eres (lo veo en tus ojos: demasiado grandes, demasiado tristes) una espiga desvirgada, lo que pudo ser, el ardid de metáforas absurdas que cualquiera quiso entregarte.
Eres caderas demasiado anchas, pechos demasiado fútiles, piel demasiado pálida, el rincón de la sala que queda sin luz, la bombilla de la lámpara que no funciona.
Eres pelo que crece como crecen los árboles octogenarios, por costumbre; fuerte, negro, carbonizado frente a tu semblante gris. Tan gris que nadie adivinaría su innato color aceituna.
Eres sólamente un silencio vagabundo en una partitura llena de solfeas; sabes que no te escuchan, mas ni siquiera te oyen.
Eres lástima en tus pómulos. Lo que se exilia de los neonatos.
(Me lo dicen tus manos, tan ásperas...), eres lo que otros quisieron dejar en ti, eres lo que otros rozan de tu cuerpo absurdo, lo que otros modelan de tu mente insignificante, lo que demasiado pocos quisieron entrever de tu corazón.
Eres, nada más, el cubo de basura que se arrastra moribundo ante las puertas de una perfumería, la carga ocre de un alcohólico en las noches de resistencia, la contingencia de un abuso cometido en callejones amnésicos.
Quieres ser lo que fuiste, pero nunca has sido nada.

Ya nadie recompone tu figura de barro caliente. Aguarda junto al torno las noches de disfrute; aguarda junto al torno con esos labios bizcos lo que ni tú sabes que aguardas.


Sigue aguardando, incauta.
Eres, por esta noche, la esperanza de los necios.

domingo, 24 de mayo de 2009

Llueve en Madrid

Llueve en Madrid y ya nada es lo mismo.
Pasan los autobuses por los charcos
como quien pasa las hojas de un periódico
carcomido de tanto autoengañarse.

Versiona la primavera
un acorde desgastado de grises
y en la cocina se amontonan
la loza y y los restos de memoria.

Aguijones que no pierden mucho.
Sólo ellos concretan
el estúpido danzar de las horas
ante las ventanas salpicadas.

La tormenta dirige un coro
de barítonas lenguas limpiantes
borrando los jeroglíficos
que algún mortal quiso dejar en vela.

Llueve en Madrid y ya nada es lo mismo.

[ Y tú y yo,
como todos,
desapareciendo desagüe abajo...

viernes, 22 de mayo de 2009

Amor líquido

Ocurre a menudo, cuando se lee, cuando se piensa o, simplemente, cuando se da la coyuntura, que se descubren cosas tan maravillosas como que éso, ese tema al que tantas vueltas le has dado sin encontrar respuesta alguna y sintiéndote totalmente incomprendido, ha sido ya pensado, interpretado y valorado por alguna otra persona con mayor capacidad intelectual y de expresión que la tuya. Esta situación, en lugar de convertirse en envidia, se convierte en un gran sentimiento de empatía e identificación que se intensifica todavía más cuando la persona en cuestión parece haberse colado en tu mente y descrito tus sensaciones al milímetro. Esto me ha ocurrido con el libro Amor líquido del sociólogo polaco Zygmunt Bauman; en principio, otra lectura más para la facultad; al final, la (in)satisfacción de que mis tesis sobre las relaciones humanas no están tan desencaminadas o, al menos, eso afirma a su vez un experto en sociología contemporánea.

Bauman llama a los tiempos actuales "modernidad líquida". Proviene este adjetivo de la facilidad de "escurrirse", de la fragilidad e inestabilidad de la misma. Pues bien, en la modernidad líquida, las relaciones afectivas también se han licuado.
El concepto de amor ha cambiado para dar paso a relaciones efímeras, sin apenas conexión, que pretenden reivindicar la "independencia" tan enarbolada en el siglo XXI, mas que a su vez evocan a la raza humana a la frustración, la incomprensión y la falsa felicidad. Se asocian los vínculos fuertes a la falta de libertad
Como sociólogo que es, Bauman asocia este cambio al cambio producido en la propia sociedad. El problema es cómo adaptar las necesidades afectivas del ser humano a ese modelo social que "prohíbe" las mismas. Claramente, algo sobra. Y el 99% de la humanidad claudica, y prioriza la integración en la masa a unos sentimientos que, en mayor o menor medida, todos tenemos. Nos sentimos avergonzados de nuestro cariño, nos sentimos avergonzados del cariño de los demás y procuramos mostrarnos distantes y fríos en aras de mostrar nuestra seguridad en nosotros mismos. ¿Significa eso que una persona tierna o afectuosa no es una persona segura de sí misma? No a ojos de la realidad social. Pero, sin embargo, esa persona será probablemente más segura que todos esos ojos que la observan con aire de reprobación, porque se atreve a mostrar sus verdaderos sentimientos aun a pesar del comportamiento generalizado.

Menciona también Bauman la relación directa entre la sociedad de consumo y las relaciones personales, y dice que, hoy en día, las personas se ven más que como personas como bienes de consumo, siendo valoradas a partir del placer que puedan otorgar. Una sentencia dura, mas (a mi buen ver) real. Se prefieren las relaciones superficiales, líquidas, que proporcionan placeres efímeros, bien en forma de sexo o de unas risas después de comer a relaciones más estables, más profundas, relaciones que pueden proporcionar los mayores éxtasis de felicidad, mas también momentos de tristeza y preocupación. Y, como bienes de consumo que somos las personas (me incluyo en el bote) no hay ningún problema en cogernos y tirarnos a la basura cuando ya no funcionamos. Viéndolo de una manera simplista, soy una mopa. Sirvo (tanto yo como cualquiera) para limpiar el polvo que se asoma por entre las rendijas de las estanterías, pero para poco más. Cuando ya estoy demasiado sucia, se me tira. Y, desde luego, nadie se preocupa por limpiar mi superficie, pero tampoco su propia profundidad. Porque esas estanterías siguen teniendo polvo, aunque ese polvo no se vea.

Este comportamiento muestra, pues, un profundo egoísmo. Y esto lo hilo con el último concepto de Bauman que ha puesto en funcionamiento mis lacrimales: el de amor propio. ¿Qué es el amor propio? A fin de cuentas, nada más y nada menos que la esperanza de ser amados. En el momento en que esa esperanza se pierde, se produce al autoaborrecimiento. Y es que el ser objeto de un amor arranca a la persona de "entre todo el mundo" y la convierte en un "alguien bien definido": la hace especial. Siguiendo con esta dinámica de afectos reprimidos, relaciones fugaces y amores líquidos, criamos una raza de autómatas que, además, nunca serán verdaderamente felices.

Ponéos a pensar en todas esas balletas que habéis tirado a la basura, en esas oportunidades de convertiros en alguien especial que perdísteis por miedo a la marginación, a la pérdida de independencia o al sufrimiento por otro que no eráis vosotros mismos. Planteaos el polvo que hay en vuestras repisas; el de las demás estanterías. Hacedlo, por favor, y luego reid, si queréis, reid a costa de esta mopa perteneciente a la masa de las mopas, a la que nadie se ha empeñado en definir jamás.

lunes, 18 de mayo de 2009

In Memoriam: Mario Benedetti



¿Quién fue, Mario?
¿Quién robó el aguijón
de terciopelo de tu lengua?
¿Quién amasó tus penínsulas,
recorrió las bermudas
de tu callar albino?
¿Quién?
¿Qué máscara te abandonó,
qué merienda?
¿Por qué, a ti,
te mostró el escote la luna,
el abdomen la guerra?
¿Por qué vomita la primavera
en tu recinto de anzuelos?

(¿De quién heredaste
la palabra corazón?)


¿Quién fue, Mario?

¿Quién dijo que el poeta no era hombre,
quién mordió el espejo de numen
arrastró tus ausencias,
tus indicios,
el adiós violeta de los pómulos?

(¿...quién ahoga las palabras
en la alfombra de tu rastro..?)

No te salves, Mario.
No te salves.

domingo, 17 de mayo de 2009

Día das Letras Galegas: Ramón Piñeiro

Como cada 17 de maio, estamos de noraboa todos aqueles que somos galegos e que amamos as letras. ODía das Letras Galegas, non extinto (como algunhas voces apuntaban) aínda que si recoñecido a persoas cada vez máis dispares, continúa a súa traxectoria como "data para recolle-lo latexo material da actividade intelectual galega". Escomezando como un xeito de homenaxear o centenario de Cantares Gallegos, da nosa benquerida Rosalía de Castro, os 17 de maio desde o ano 1963 instauráronse como o día das nosas letras por antonomasia. E neste 2009, tocoulle a Ramón Piñeiro.


Ramón Piñeiro López, lugués de nacemento, foi escritor, filósofo e activista político. Como a maioría dos representantes das nosas letras, estivo exiliado en Francia e pasou seis anos no cárcere durante a ditadura franquista. Participou de pleno na fundación do Partido Galeguista na clandestinidade (onde coñeceu a Castelao, Alexandre Bóveda e o resto da troupe) e, posteriormente, ingresou na Real Academia Galega. Con anterioridade xa fundara a ben coñecida editorial Galaxia (no 1950) da que foi director. No 1983, o rexurdimento da nosa cultura logo dos 36 anos de longa noite de pedra, converteuse no primeiro presidente da Cultura Galega. Morreu no 1990.

Dos seus textos destacan basicamente ensaios sobre a sociedade do momento, sobre literatura e sobre a situación da Galiza. A maioría introducen o concepto de "saudade" e destacan a necesidade da reafirmación cultural de Galiza como "camiño fundamental para a súa realización como pobo".

Un ano máis, outro home que loitou pola nosa identidade.
Un ano máis, 
longa vida ás Letras Galegas.