martes, 4 de mayo de 2010

La (des)unión europea

La crisis griega y la necesidad de ponerle una solución inmediata han puesto de manifiesto la vulnerabilidad de esta Unión Económica Europea a la que se le ha quitado el económica más por quedar bien que por otra cosa. Los postulados de la UE (unidad, integración y poder económico, político y social) se han puesto en entredicho a la hora de afrontar retos como el que actualmente plantea la economía. Zapatero dice sí, temeroso de que a España le toque jugar la segunda vuelta; Merkel dice no, convencida de que Alemania está por encima de eso y de que los griegos deben salvar sus problemas por sí mismos. Mientras tanto, un Portugal que mira de reojo, no vaya a ser que sea el siguiente; un Sarkozy con más problemas que nunca en su pequeña cumbre (y no me refiero sólo a su estatura); un Berlusconi más preocupado de que los medios dejen de tocarle la huevada que de otra cosa, y un montón de países del este que ni pinchan ni cortan. Y eso, sólo hablando de la eurozona, porque en Reino Unido los pequeños resquicios de eso que se podría llamar izquierda que quedaban en la UE (junto al gobierno español) están a unos días de decirnos adiós.

El proyecto europeo siempre ha sido ambicioso y deseable. Parafraseando la doctrina estadounidense, "Europa, para los europeos"... pero, ¿qué son los europeos? Sin duda, una serie de países que poseen unas características comunes, principalmente geográficas, y que han decidido aliarse para conformar una suerte de federalización que pueda competir con las grandes potencias mundiales. Tenemos Consejos europeos, ministros europeos y elecciones europeas, además del euro. Desde la creación de la UE se ha procedido a la continua instauración en nuestras vidas de la identidad europea, y el traspaso de pocas pero cada vez más competencias a las organizaciones supranacionales dependientes de la Unión. Pero a la hora de verdad se aprecian las deficiencias de la misma; básicamente, sus tambaleantes bases , que se alejan poco de la solidez que se aprecia en la mayor parte de uniones exitosas, y su carácter eminentemente interesado: carácter que se pone en entredicho con una crisis como la griega.

Cuando hay que tomar decisiones falta consenso, faltan prioridades, falta unión. Cuando hay que tomar decisiones, Alemania se pone el birrete y, con el estandarte de jefa, decide que ella ya ha hecho bastante sumándose al euro y no va a hacer nada por salvar a esos "pobrecitos". A todo esto, hablamos de un país que, habiendo efectuado su reunificación hace más de 70 años, continúa con notabilísimas diferencias económicas y sociales entre el este y el oeste, además de un partido que hace aguas en algunos de los que habían sido sus feudos desde su creación. Mientras Sarkozy aplaude a los alemanes, escuchamos tímidas tentativas de consenso encaminadas a salvar a Grecia, y lo dicen ZP y Sócrates, dos que no ofrecen a la UE demasiada confianza, siendo los potenciales "próximos en caer", y por otro lado Berlusconi, que dice que sí como podría decir que no, mientras continúa con leyes de censura de prensa, de impedimento de juicios a su persona y de compra de mansiones en Milán.

Y las reuniones de líderes políticos europeos serán una broma, una jauría de primates chillones que no llegan a buen puerto. Porque hace falta un líder, y no lo hay. Hace falta alguien que crea en la idea europea, y no sólo por interés. Hace falta que los países de la UE (todos) asuman que van a tener que apretarse el cinturón, que esto es una crisis global y hay que afrontarla como unión y, si no, volvamos a casa y a comprar con pesetas. Que guardar las ganancias en el calcetín no les va a servir a Alemania y Francia de nada, y al final les va a ser peor. Que el barco se hunde y tenemos que remar. Todos.

O quizás lo he entendido mal, y la UE no es más que la Utopía Europea.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Han querido formar un "país" sin nación, sin más arraigo en el libre intercambio de bienes y servicios. Ahora nos quieren llevar a una unión política, pero no creo que funcione.