sábado, 5 de julio de 2008

La poción mágica de los daneses

Según anunciaba ayer El Pais, Dinamarca es el primer país de la Unión Europea que está siendo gravemente afectado por la famosa crisis económica, de la que oímos hablar aproximadamente 253.647 veces al día. De hecho, la economía del reino danés ya ha entrado en recesión. No sé mucho de economía, pero lo que sí sé es que eso no es bueno en absoluto para el bolsillo de los daneses. Y, vaya, cual sería mi sorpresa, cuando acto seguido leo que, según las últimas encuestas del INE, los daneses son los más felices de Europa. Sí, sí, como lo oís, los más felices.
Desde luego, ya lo dice el refrán, "el dinero no da la felicidad", pero contribuye. Así que, asombrada como estaba, me planteé una labor de investigación sobre el país en cuestión con el único fin de encontrar qué es eso que hace tan felices a los daneses. Para vuestra información, Dinamarca es un país monárquico que forma parte de Escandinavia y hace frontera con Alemania. Evidentemente, el clima no es del todo favorable a la felicidad de sus habitantes. Está rodeada por el mar del norte y el mar Báltico, y es más bien pobre en recursos geológicos. La gran mayoría de su población es luterana, o como ellos llaman “miembros de la iglesia del pueblo danés”. No tienen una cultura demasiado rotunda o particular, aunque cabe destacar su hospitalidad y su afán de trabajo (bueno, lo típico que dicen de todos los países, excepto, quizás, de España, donde se destaca más nuestro afán festivo).

Y bla, bla, bla. Pero nada que explicase el porqué de esa felicidad tan extendida. Intrigada todavía, no pude más que reflexionar acerca de sus personajes más conocidos: Hans Christian Andersen no parecía muy triste, la verdad; tampoco Viggo Mortensen o el futbolista Michael Laudrup. El único, Lars Von Trier, que más que triste parece un poco trastornado, pero seguro que el hombre es feliz.

¿Será la forma de vida de los daneses lo que los hace tan felices? ¿Será que son educados para luchar por aquello que sueñan, por conseguir sus metas y sus objetivos sin importar los obstáculos? ¿O será, por la contra, que son menos exigentes? ¿Será que se obligan a sí mismos a sentirse felices con la vida que tienen, a pesar de que no la deseen? ¿Será un espíritu optimista o un espíritu luchador? ¿Será que mintieron en las encuestas o que el resto de europeos estamos muy deprimidos?

No lo sé... al final, lo que parece más plausible, es que (como los galos) tienen su Panoramix particular que les administra una poción mágica desde que son pequeños, de forma que todos se convierten en una especie de Obelix de felicidad... quién sabe...

Por lo de pronto, y para satisfacer la curiosidad, me voy planteando una Erasmus a Dinamarca, para ver si me obsequian con un poquito de poción o, al menos, para poder decir “infeliz, sí, resignada, no”.

Y que no se diga que los galegos no luchamos por nuestros sueños...

(Y dicho esto, os abandono una semana, queridos lectores, para embarcarme en mi aventura santanderina. ¡Echadme de menos!)

2 comentarios:

Carlos GMT dijo...

echaremoste de menos, desde luego.
La pocion magica, si existe, seguramente la tengan en christiannia, que tenian muchas sustancias...
de todas formas, yo la verdad no creo en las encuestas esas sobre la felicidad de la poblacion...
la felicidad es algo personal, particular, y momentaneo

pasalo bien y no nos abandones demasiado

G. dijo...

Mintieron, seguro. O hicieron la encuesta en el momento adecuado... veríamos los resultados en la cuesta de Enero, a ver qué tal.

Jesús, Arancha... me dejas K.O. con esas cosas que dices... ir a otras tierras a buscar "la felicidad"... Vas en dirección contraria continuamente. Así... difícil :)