jueves, 17 de julio de 2008

Ser un monstruo

(Porque hoy no he podido más, y sí, voy a volcar muchos datos autobiográficos...)
Y es que desgraciadamente en este mundo que nos ocupa ser un monstruo no es ser una mala persona. Ser un monstruo no es ser malvado, manipulador o mentiroso. No es carecer de escrúpulos. No es cometer atrocidades.
Ser un monstruo es ser un monstruo, ser lo que se dice un monstruo, lo que en el imaginario colectivo es un monstruo: es ser feo, grande, gordo y con anomalías físicas (o con mucho pelo). Cuando se dice "monstruo" nuestro primer pensamiento nos dirige a la imagen de los monstruos de los cuentos, esos que nos daban miedo de pequeños: el ogro, el coco, el hombre-lobo. A ese que vivía debajo de nuestra cama o dentro de nuestro armario. Cuando nos dicen monstruo pensamos antes en Quasimodo que en la bruja de Blancanieves (era muy guapa, la jodía). Antes en la Bestia que en el cazador que mató a la madre de Bambi. Y es así.

¿Sabéis lo que es de verdad ser un monstruo? Ser un monstruo empieza cuando un niño de tu clase te llama fea. Sigue cuando otro te llama gorda. Continúa cuando las niñas de la clase lo afirman, cuchichean y se rien de ti, y cuando todas empiezan a ponerse minifaldas y tú no puedes porque sería enseñar demasiado de ese horroroso cuerpo que dios te ha dado. Al final acatas ese rol, eres un mounstruo. Eres la fea de la clase, la gordita. Todos lo saben; tú también. Intentas a duras penas destacar en otras cosas aunque sabes perfectamente que, por muy inteligente o bondadosa que seas, nunca vas a ser la princesa de ningún cuento. Eso se les reserva a las demás. En esa etapa, los adultos apenas le dan importancia y tú tienes la esperanza de que ya pasará. Y esperando que pase, pasan muchos años... (sigues siendo un monstruo)
Y un buen día, tú también eres adulto. Un monstruo adulto. Y, ¿sabéis lo que es de verdad ser un monstruo adulto? Ser un monstruo es no poder intercambiar ropa con tu amiga, porque te queda pequeña. Ser un monstruo es no ir a la playa este verano porque no quieres que nadie te vea en bikini. Ser un monstruo es que los chicos te digan "todas las tías me dan morbo, menos tú". Ser un monstruo es que tu madre te diga "mejor, hazte sólo 8 fotos de carnet, que estás muy fea... a ver si para Navidad estás más guapa y así te puedes hacer más". Ser un monstruo es que tu primera reacción al ver la susodicha foto sea quemarla o romperla en mil pedazos, porque realmente das miedo. Ser un monstruo es evitar cambiarte delante de un espejo para no tener que verte desnuda. Ser un monstruo es que ya ni te apetezca salir a la calle de lo mal que lo pasas notando que los demás te miran: porque te miran como a un monstruo. Ser un monstruo es hacer una dieta absolutamente restrictiva con la que te entran ganas de comerte hasta tus propias entrañas, una dieta con la que en años anteriores llegaste a adelgazar 18 kilos, y no adelgazar ni 3... porque eres un monstruo, porque tienes metabolismo de monstruo y por mucho que luches no vas a cambiar. Nunca.

Y terminarás por comprender que tu lugar está dentro del armario (literalmente, no en sentido figurado) o debajo de la cama o en una cueva recóndita apartada del mundo. Porque este no es lugar para monstruos. Y porque no hay Christines que se enamoren de fantasmas de la ópera... y porque las Bellas que aman a las Bestias no existen... (y mucho menos los bellos...).

3 comentarios:

lamotta dijo...

Lo siento, pero no PUEDO estar de acuerdo.
Ser un monstruo(en castellano se escribe así, aunque imagino que en gallego ocurre como en euskera, lo de la "u") puede tener que ver con el físico, pero no con esas cosas que has dicho tú.
Un monstruo de las características que tú defines, todavía puede sonreír por mil cosas de la vida, puede correr porque no está tan gorda, se puede permitir follar de vez en cuando, etc. etc.
En cuanto a los niños, pues sí, son crueles, yo lo fui y conmigo lo fueron, de hecho. Y aunque algunos no aprenden, otros sí.
Por otro lado, el interior de esa gente que llama monstruo a otros estará seguramente mucho más podrido que el de esos monstruos. Supongo que el bueno de Hugón responde a tu definición...¿parece un tipo triste? ¿Es un tipo odiado?

Y por último...yo he sido casi toda la vida una bola de sebo. Me han llamado de todo, lo más recurrido, javalí, patata o putogordo, a secas. Pero eso no te impide disfrutar de otras cosas, y no porque se rieran de mí todos los días dejé de sentirme bien conmigo mismo, no por ello dejé de enseñar mis michelines en la playa, porque, una vez más, Aranchiña, ¿QUÉ COJONES TE IMPORTA LO QUE LA GENTE DIGA SOBRE TI?

Es mucho más pobre de corazón estar pendiente de la opinión de los demás que el valorarse a sí mismo por convicciones propias, no de lo que digan. Si las modas cambian, da igual, tú no cambies. Si derrepente molas a la gente, pues mejor, pero si no, pues no importa, porque al menos serás tú misma.

Supongo que si sufres por estas cosas es precisamente porque sigues siendo tú misma y las que no son ellas mismas son las que encajan y todo eso.

Supongo que no será la última vez que hablemos de ello, pero bueno, nunca está de más recordártelo. te queremos tal cual eres. Y PUNTO.

G. dijo...

Julen ha dicho todo lo que iba a decirte yo, salvo una cosa:


Yo te follaba :D

~AfTer de Rªin** dijo...

A mi también me han ocurrido muchas cosas de esas que cuentas, pero ¿sabes cual es la verdad de todo?

LA AUTÉNTICA REALIDAD ES QUE EL MONTRUO NO ERES TÚ SINO QUE LO SON LAS DEMÁS PERSONAS QUE ACTUAN DE ESA MANERA!!!