martes, 16 de diciembre de 2008

De cómo se reescribió Cenicienta

Érase una vez que se era, en un país omnipresente, una (¿hermosa?) muchachilla que se dedicaba a cometer atrocidades en el orden mundial cuando se aburría. Esta muchacha, conocida como Cenicienta, tenía dos hermanastras tan agraciadas como ella (una inglesa y otra española) que la ayudaban en sus arriesgadas empresas cuando se sentía sola y desamparada ante sus absurdas ideas.
Cansada un día de tener el control de su imperio, no sin haber realizado ya multitud de barbaridades en él, Cenicienta se enteró de que, no muy lejos de allí (en aviones de guerra se llega en un abrir y cerrar de ojos) existía un exótico país llamado Irak. Animada por sus hermanastras y, como no, por sus propias ansias exterminadoras, Cenicienta se calzó sus zapatitos de cristal y se encaminó al susodicho país, arrasando con los tacones la tierra que encontraba a su paso. Alegando, eso sí, que su acción se perpetraba en defensa del resto del mundo.
Y he aquí que el príncipe azul del reino irakí, buen conocedor de las fechorías de la joven y tras haber visto pisoteado su reino, decidió pagarle con una moneda que más dolió en el orgullo de Cenicienta que en su rostro, muy a nuestro pesar. Ante la presencia de la muchacha, el príncipe, hastiado y enajenado, lanzó a Cenicienta los zapatitos mostrando así el desprecio y repulsión que sentía hacia ella. (Lástima que estos zapatos no fueran de cristal...)

Bromas aparte, el periodista iraquí que lanzó los zapatos a Bush junto con la dedicatoria "Toma tu beso de despedida, pedazo de perro" o algo así (tampoco es que yo sea una gran experta en traducción de árabe) se enfrenta a condenas de aproximadamente 2 años de cárcel por afrentas a un jefe de estado. Su acción no mostraba más que la oposición a la invasión de su país por parte de EEUU, que se perpetró hace nada más y nada menos que cinco años. Cabe destacar que el periodista en cuestión había sido secuestrado en enero de 2007 por soldados estadounidenses que, además, allanaron su casa, mientras él se encontraba realizando una cobertura informativa en Bagdad. Y su ejemplo sólo es uno más entre muchos, muchos que sufrieron represalias por oponerse a la ocupación estadounidense, por hacer su trabajo o, simplemente, por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.Pero la parte legislativa no lo es todo. Este hombre es ahora considerado un "héroe" en Irak. Desde ayer se han sucedido varias manifestaciones masivas por las calles del país en defensa de su acción y en demanda de su puesta en libertad. En muchas de ellas, los manifestantes acudieron con zapatos en la mano. ¿Estaremos, me pregunto, ante un nuevo icono, un símbolo que pasará a la historia como la oposición irakí al gobierno Bush? ¿O quedará, por la contra, la acción de este hombre como un mero hecho curioso que alcanzará records en programas de zapping o en vídeos de Youtube? Nunca lo sabremos. Sólo sabemos que, de pequeñas acciones, espontáneas como esta, surgen a veces motores de cambios. A veces. Y Cenicienta, que se esperaba flores y bombones, ha recibido zapatazos. Nunca es tarde si la dicha es buena.

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