fuego de tu mística:
las cenizas de mi reino.
Cuántas brétemas y ráfagas
de incógnita.
Cuántos sonidos que
prefieren no ser hablados.
Dulces
comisuras de tu frío:
los alisios de mi proa.
Cuántas veces los labios
se han mordido la culpa.
Cuánto miedo y cuánta
pena e insomnio.
una inválida.
Cuánta espera.
Mas
si no cantaran las rapaces sus
chillidos de amenaza.
Si no peligrara el timón y
escociera la llanura.
Quizás no agotarían las llamas
nuestros pulsos; quizás
la inutilidad del vacío.
Y
prefiero
tu cuerpo
un momento
la lucha.

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