miércoles, 17 de febrero de 2010

El mundo al revés

PRÓLOGO

Entonces, el apuesto príncipe la besó, y la princesa abrió los ojos después de sus innumerables años de letargo. Todo aquello que había vivido no eran más que pesadillas, y ante ella se extendía un hermoso mundo, el mundo real. Se incorporó levemente y pudo observar como en su primoroso vestido no habían pasado los años.
Entonces, miró al príncipe a los ojos. Él continuaba en la misma postura en la que la había librado de su maldición. Al chocar con su mirada, sus ojos derramaron ternura. Con suavidad, asió su mano y susurró: "He venido de tierras muy lejanas, atravesado pantanos y ríos, desiertos y llanuras, sólo por vos. Y ahora, ¿me haríais el honor de ser mi princesa?".
La princesa asintió con dulzura y una sonrisa se dibujó en sus labios. A lo lejos, en la cima de una montaña increíblemente verde, se erguía un hermoso castillo. El príncipe la cogió entre sus brazos y la subió, junto a él, en un vigoroso corcel que comenzó a cabalgar rumbo a la cima.
Los brazos del príncipe asían su torso. La princesa sonreía.
Los cabellos de la princesa acariciaban su rostro. El príncipe sonreía.
Y fueron felices para siempre.

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