
- ¿Qué deseas?
- Quiero pecar. Quiero pecar hasta que la piel se me vuelva mustia y sucumba a los chantajes de las grietas. Quiero pecar hasta que escuezan los labios y la laringe, hasta que los párpados se oxiden y traqueteen sus cerrares. Quiero pecar, pecar hasta sentirme tan sucia como esculpida en mugre, y que en lento traqueteo lubrique mis curvas el devenir de las mareas . Quiero pecar cuando la noche se tiña de blanco y los ojos se quemen y las heridas supuren gloria. Quiero pecar cuando las lágrimas se aferran a los úteros, en la penumbra de los mares almidonados, en lo histriónico de las caricias inciertas . Quiero pecar como quien lame un chupa chups hasta exprimir su cuerpo envuelto en rojo. Quiero pecar como cenicero ofreciendo superficie al desamparo de las colillas. Quiero pecar sin tejado y sin paredes, sin mantas que me cubran, desnuda como una niña recién llegada al mundo, como si yo fuera la tierra y la tierra, mi estirpe, y mi estirpe, mi pelo, y mi pelo, tu vientre. Quiero pecar sin tapujos, sin virtudes, sin correas, con ansia. Pecar.
- Peca, entonces.
- No puedo.
(...)
No se puede pecar sin pecado.
1 comentario:
¿Y si el pecado no fuera en realidad tan malo?
Publicar un comentario