viernes, 22 de agosto de 2008

Algo más que Darek...

Antes de que los recuerdos dejen de ser nítidos, debo dedicarle un post a Polonia, el país que acabo de visitar y que me sorprendió muy gratamente. Desde luego, Polonia no es el primer destino que se nos ocurre cuando pensamos en viajar, quizás porque (como país en sí) pasa bastante desapercibido. Tanto esta "invisibilidad" como el fuerte nacionalismo de los polacos es bastante comprensible si se repasa un poco la historia del país. Para resumir, digamos que se encuentra en una situación geográfica no demasiado idónea para desarrollarse como nación, teniendo en cuenta que a su alrededor se encuentran Alemania o Rusia. Ya desde el s. XVIII, la actual Polonia se extinguió, pasando a formar parte de Lituania, Prusia, Rusia y el imperio austrohúngaro. Polonia como país no volvió a existir hasta casi un siglo más tarde, aunque su integridad territorial siguió tambaleándose: los estados ucranianos se independizaron, Checoslovaquia anexionó también gran parte de las tierras y Rusia no cesó en su empeño de aniquilar el estado. Pero lo peor estaba aún por llegar: durante la 2ª guerra mundial, la Alemania nazi y la URSS se repartieron Polonia, dejando a los pobres polacos (que más bien eran una mezcla de polacos-lituanos-ucranianos-checoslovacos-alemanes-prusianos-rusos) abandonados a su suerte. Las atrocidades cometidas en estas tierras por ambos bandos son por todos conocidas, aunque cabe destacar la verdadera masacre cometida por los nazis en Polonia, especialmente en la ciudad de Varsovia (la 2ª con más población judía después de Nueva York). La ciudad quedó literalmente vacía, la barrieron de población (los que hayáis visto "El pianista", que sepáis que no es una exageración).
En conclusión, los polacos gozan de libertad e integridad como país desde hace poco tiempo; ellos dicen que "tuvieron mala suerte" y supongo que así es, pero en mi afán de ver el lado positivo de su historia, creo que esa mala suerte es, en esencia, lo que hace a Polonia tan especial. Es un estupendo cóctel que tiene como ingredientes un poco de Rusia, de Alemania y de Checoslovaquia, entre otros. El carácter polaco nos recuerda al alemán, aunque con ciertos toques más cálidos; muchas de las calles y el estilo de vida son completamente ex-soviéticos y, sin embargo, las zonas viejas y el ambiente nocturno son el pleno reflejo de países como la Rep. Checa. Todo esto regado por una dosis de europeísmo que hace de este país uno de los más "avanzados" de los países del este. Incluso su idioma es una proeza filológica, con base eslava, terminaciones latinas y miles de palabras anglosajonas. Cabe destacar que los polacos son muy católicos ya que, según parece, allí la Iglesia como institución siempre estuvo de parte del pueblo polaco y opuesta al poder, por lo que le profesan una gran devoción. La guinda del pastel fue cuando se eligió a Juan Pablo II Papa; después de tantos años de indiferencia, los polacos vieron el cielo abierto, así que su imagen está en cada iglesia y cada estampita, su nombre en cada avenida y son frecuentes los recorridos a "la casa de Juan Pablo", "el colegio de Juan Pablo", "la capilla donde se casaron los padres de Juan Pablo" o "la moqueta sobre la que Juan Pablo se cortaba las uñas de los pies". Aunque con turistas (como cualquier país que se precie) aún no está explotado como "ruta turística por excelencia", y eso también lo hace más original. En menos de un año comenzará el uso del euro, pero la moneda en curso hasta ahora es el zloty, que equivale a unos 30 céntimos de euro. La gastronomía es variada y contundente; recomiendo los "pierogis": especie de pasta rellena, deliciosa, que posee múltiples variedades. Se puede degustar un enorme plato de pierogis en cualquier sitio por lo que aquí serían 8 €. Para beber, piwo (cerveza) ya que es muy barata y de buena calidad. El postre típico es el pastel de manzana.
Ahora, voy a concretar algo más sobre las tres ciudades en las que pasé más tiempo: Varsovia, Cracovia y Wroclaw.

VARSOVIA: ciudad natal de Chopin y capital oficial del estado. Personalmente, la que más me gustó. Destaca el fuerte contraste entre la parte nueva (una gran ciudad donde las haya: con rascacielos, grandes centros comerciales, etc. que bien podrían situarse en Tokio o en Nueva York) y la parte vieja o stare miasto: pequeñas casas de coloridas fachadas, locales muy íntimos y cuidados, ambiente cálido y sosegado... Además, a la entrada de la zona vieja aún se conservan las murallas medievales y la barbacana, o torre de vigilancia, por lo que recuerda a una ciudadela de cuento. Sigue albergando una gran cantidad de judíos, por lo que el barrio judío es digno de visitar. Es, además, la ciudad que posee más sinagogas (algunas en uso; otras, antiguas). Hay que tener en cuenta que Varsovia fue casi completamente reconstruida tras la II Guerra Mundial, por lo que la belleza de la ciudad tiene aún más mérito. Las orillas del río Vístula están rodeadas de parques y zonas verdes donde descansar es un privilegio. La zona que discurre entre el stare miasto y la parte nueva, llamada "ruta real" es un precioso paseo con diversos monumentos que da gusto recorrer: el palacio presidencial, la tumba del soldado desconocido, los jardines japoneses... Sin duda, una ciudad para disfrutar. Eso sí, cuidado con las pequeñas tiendecitas artesanales de la zona vieja, que son preciosas pero caríííísimas.









CRACOVIA: Capital del estado polaco hasta el s.XVII y considerada aún por muchos la "capital cultural". Es la ciudad universitaria por excelencia de Polonia, y eso se nota en el ambiente. Son habituales los conciertos a pie de calle, los teatrillos o las "crews" bailando en las plazas. Precisamente, la plaza del stare miasto cracoviano es considerada la plaza más bella del mundo. Es impresionante. Mide 200 x 200 m. y, en el centro de la plaza, se encuentra un enorme edificio gótico que la divide en dos partes y que alberga decenas de tiendecitas llamadas "pañerías". Continuando la zona vieja, se encuentra la colina de Wawel, y sobre ella, la catedral de Wawel y el tremendo castillo donde se coronaron todos los reyes de Polonia excepto Boleslav. Tanto el complejo del castillo y la catedral como sus jardines y las vistas del río Vístula son maravillosas. También esta ciudad alberga un importante barrio judío, llamado Kazimierz, con una de las sinagogas ortodoxas más antiguas del mundo. A sólo 10 km se encuentran las Minas de sal, tremendas minas de donde se extraía... ¿adivináis qué? ;-) Lo que tienen de especial es que durante siglos, los mineros construyeron verdaderas obras de arte solamente con sal, desde estatuas hasta una capilla gigantesca donde hoy en día se celebran bodas y demás. También a poca distancia se encuentra el campo de exterminio de Auswitch-Birkenau, una visita altamente recomendada, a pesar de lo delicado del tema. El complejo se encuentra intacto desde 1944, y se puede ver todo: desde las salas donde estaban retenidos, los lugares de trabajo y las celdas hasta el propio crematorio. Ver los objetos de las víctimas, su ropa, su pelo o sus fotografías es escalofriante, pero debe visitarse simplemente porque es un testimonio histórico insuperable y una forma de estímulo de la concienciación impresionante . Cambiando de tema, no olvidarse en Cracovia de escuchar a cada hora en punto al trompetista que, desde la iglesia de Santa María en la plaza central, "toca" a su modo las horas.









WROCLAW: capital de la Baja Silesia, otra ciudad universitaria que posee muy buen ambiente (nocturno y diurno). La llaman la "Venecia Polaca" por la cantidad de puentes que la cruzan. Esto es porque, antiguamente, Wroclaw consistía en la ciudad y doce pequeñas islitas en el río Oder que ahora están conectadas mediante los puentes. Precisamente, en una de ellas (Ostrów Tumski) se encuentra la catedral, de estilo gótico silesiano, y diversas iglesias. Remarco esto del estilo porque Wroclaw es la ciudad más mágica de las tres. A sólo 180 km de Praga, la arquitectura recuerda del todo a la Bohemia de nuestro imaginario común. En la plaza del mercado, también impresionante, se encuentra el ayuntamiento, un enorme edificio también gótico, rodeado de casas burguesas y en cuya fachada está el primer reloj astronómico de Europa (s. XVI). Dos de estos edificios que lo rodean son los llamados de "Hansel y Gretel" en honor a los protagonistas del cuento. Como curiosidad, destacar que toda la ciudad se ve poblada de pequeños enanitos que, según sus habitantes, salen de noche y la protegen. Nos encontramos enanitos en las farolas, en los bancos, en los puentes... Recomiendo, para ir a comer y/o beber, las tabernas que se encuentran debajo del edificio del ayuntamiento, llamadas "cuevas" por estar excavadas bajo el suelo de la ciudad y donde se puede disfrutar de la típica gastronomía polaca.









Y hala, que nadie diga que mi vocación turística es reducida. Si vais a viajar a Polonia, tengo muchos más datos que os pueden ser útiles. Si no viajáis a Polonia... pues mira, nunca te acostarás...

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