viernes, 9 de enero de 2009

Un curioso despertar


Hay cierto tipo de polvos blancos cuya única presencia hace desembocar un aluvión de excitaciones. Pero jamás pensé que ocurriese eso con la nieve. Un duro despertar, tras horas y horas en standby intentando acostumbrarme a la rigidez de un colchón que ya se me antojaba ajeno, repasando mentalmente fechas y nombres y echando de menos mi tierra. Y, de repente, una sorpresa. La lluvia que veía caer ante mis ojos era sospechosamente blanca y consistente.
Eran las 8 de la mañana, y sin embargo en los ojos de mis compañeros de desayuno no había legañas sino ilusión. La nieve caía formando extrañas formas y creando a nuestro alrededor la ilusión de una Navidad que ya ha pasado. Mientras veía a los canarios, perpetrados con sus mejores gorros y anoraks, brincar de alegría, pensé que aquel momento destilaba mucho más espíritu navideño del que habían tenido mis vacaciones.
Madrid, ciudad de ciudades, y capital de estado, se colapsa con la lluvia. Ya no digamos con la nieve: autobuses que no circulan, aviones que no vuelan y pequeños comercios que no abren. Pero quizás eso ayudó a que el día de hoy fuese especial: un ambiente de relajación que se consumó en un colegio mayor en el que el 90% optamos por no ir a la facultad y, en honor a la nieve, nos tomamos el día libre y nos dedicamos a observar el cielo, cada vez más oscuro y en contraste con los blancos copos que no paraban de caer, y el suelo, blanco e impoluto excepto por algunas huellas invasoras y personas que, caladas hasta los huesos, se esforzaban en dibujar formas de ángeles. Los más atrevidos se enzarzaron en una cruenta guerra de bolas en las terrazas, en la que yo participé pasivamente, espiando con una taza de té en la mano y una sonrisa en la boca. Las toses y fiebres vendrán mañana, día en el que lo único que reinará serán los espidifenes. Pero por lo de pronto, todos felices embadurnados en nieve. Embadurnados en vida.

Es curioso como una mera característica de la naturaleza puede, no sólo cambiar la moral ,sino ser motor de metamorfosis de toda una ciudad. Es curioso y maravilloso. Y la nieve ha caído hoy para templar los ánimos, para recargar fuerzas, para borrar todos nuestros pensamientos oscuros y teñirlos de blanco. Nieve purificadora.
Y que se me derrita la morriña junto con los últimos copos...

No hay comentarios: