viernes, 13 de febrero de 2009

The greatest thing you'll ever learn...

Llevo tiempo sin escribir; estoy hastiada, asqueada. Sólo quiero terminar los exámenes y que el mundo me vuelva a enseñar esa cara sonriente que sé que tiene escondida en alguna parte. Mientras tanto, las tramas de corrupción en Madrid se entremezclan con noticias de campañas electorales, datos sobre la crisis y ataques armados en países de Oriente Próximo. Pero el día de hoy es un día en el que me he decidido a escribir sobre aquello que nunca me pasa desapercibido: el amor. Antes de comenzar, quiero añadir un pequeño matiz a mi comentario: hoy mi profesora de Comunicación Escrita me ha dicho que yo no sirvo ni para informar ni para crear, por lo que mi intención no será ninguna de las dos, sino simplemente, contar, lo cual (según creo) sigue estándome permitido sin violar alguna ley tácita que atente contra el periodismo o la literatura.

San Valentín para mí es, desde hace 5 años, el día en el que me autoregalo algún libro que trate sobre amor. Este año ha tocado Alabama Song, de Gilles Leroy, que trata sobre la historia de amor entre Fitzgerald y su musa, Zelda, en el Estados Unidos de los años 20. Ya os contaré qué tal. El año pasado, además, completé el regalo de un libro (que pretendía ser de autoayuda, pero que a mí, sinceramente, no me ayudó nada) con una piruleta gigante.

Hay gente a la que le parece mal que se celebre San Valentín, el día de los enamorados. A mí no. Al margen de que fuese o no una invención de El Corte Inglés, ¿qué tiene de malo que, por un día al año, se recuerde el amor? Desde mi punto de vista, a la sociedad en la que vivimos le hace bastante falta. Una sociedad individualista, egoísta, cuyo máximo objetivo es el alcance del éxito, de la riqueza, del placer, del disfrute individual. Nos han enseñado, nos hemos enseñado, a caminar por el mundo solos buscando nuestro propio camino, esquivando obstáculos sin avisar a los demás de que nos imitaran o se darían un buen golpe (ellos a nosotros tampoco, que conste); cultivamos relaciones, quién sabe si por propia necesidad o sólamente por aburrimiento que, de todos modos, distan mucho del fuerte apego, del cariño constante. Incluso, cuando ambas dosis se dan en ellas, nos vemos forzados a actuar, a demostrar que no es así, que no necesitamos a nadie. Nos avergonzamos de nuestro afecto hacia los demás; y los demás también se avergüenzan de él (del suyo y del nuestro).

Así mismo, cada 14 de febrero, me debato entre ver mi película favorita, Moulin Rouge, y mi tercera película favorita, Amélie. (La segunda es Matrix, y como que no viene mucho al caso). Sea cual sea la elegida ese año, termino dándome cuenta de la lástima que me dan aquellas personas que nunca han amado pero, sobre todo, aquellas que no aman porque no desean hacerlo. Mucha, mucha lástima.

Entre falta de valores y nihilismo en exceso, el amor se erige como lo único que nos salva de la extinción completa del altruismo. Y no sólo como eso, sino como el recordatorio de unas debilidades que, lejos de ser vergonzosas, constituyen la quintaesencia de la humanidad. De lo contrario, no seríamos más que máquinas. Defectuosas, de acuerdo, pero máquinas a fin de cuentas.
Hay muchos tipos de amor, todos con altas dosis de entrañabilidad, pero lo que se recuerda cada 14 de febrero es el amor romántico, el amor a otra persona, de carácter afectivo-sexual. Un amor que traspasa fronteras y culturas. Aquel que ha engendrado las más selectas obras de arte. Por el cual se han cometido las mayores locuras. El más apasionado, el más intenso, el más duro y el más dulce.
El amor nos despoja del egoísmo y nos llena de filantropía. Es un ansia de fusión, de entrega y de recepción. Dar y recibir. Nosotros, no tú y yo. Podríamos decir que el amor es 2.0. Es una de las pocas acciones existentes que implica dos actores que son activos y pasivos, creando una red de sentimientos que los une tanto que cualquier barrera, del tipo que sea, se torna insignificante ante la magnimidad de su poder. El amor es físico y espiritual, el amor es valentía y cobardía, el amor es ternura y lujuria, el amor es universal y original, el amor es sumisión y dominio, el amor es un regalo y una maldición. El amor lo es TODO.

Por último,tras regodearme en mi adquisición literaria y haber derramado unas cuantas lágrimas con la película que toque, los 14 de febrero me siento sola. Entonces, miro por la ventana y en mis ficciones me imagino a mí misma como un espíritu que recorre cada rincón del planeta en busca de amor. Y se alimenta de él, como un carroñero de los restos putrefactos. A veces, lo imagino y lo hago. Y disfruto y sufro, a partes iguales, observando el amor en sus más diversas formas y ansiando tocarlo, modelarlo con mis propias manos y convertirlo en mi propio amor: amor mío y amor a mí. Luego, pienso, mi amor pasaría a formar parte del amor en sentido abstracto. Del amor del mundo. Y, entonces, ése amor que he encontrado, entre dos personas que se aman, es también un poquito mío.
No quiero pensar que el amor sea algo que se pueda racionalizar; que se pueda definir o estructurar; ni siquiera que se pueda aprender. No quiero pensar que, si algún día llego a conseguir mis ansias, llego a amar y que me amen, todo al mismo tiempo y sin interferencias, mi idea de amor va a cambiar. No creo que lo haga. Todo el combustible que necesito para vivir está en él, y todo lo que mínimamente ha merecido la pena de lo que he hecho en mi vida ha sido por amor. Amor que duele. Pero amor, a fin de cuentas.


... is just to love and be loved in return.

PD: Los lectores del blog son como la persona amada: si pasan de ti, los idealizas... Así que espero comentarios.

1 comentario:

Paloma Vargas dijo...

Antes que nada, decirte que la de Escrita probablemente diga a cada "aluuuuumno" que no sabe escribir o que es un genio creador según lo dictado por una ruleta mental, así que no le hagas demasiado caso.

Tu texto me ha gustado mucho y tu ritual de San Valentín me parece digno de ser imitado, aunque la verdad es que no estoy demiasiado de acuerdo con tu concepción del amor... Pero de todas maneras últimamente estoy muy escéptica al respecto de ese sentimiento, así que tampoco estoy ensituación de emitir juiciso.

Un abrazo.