jueves, 5 de febrero de 2009

Autoengaño

Los seres humanos a menudo nos dejamos engañar por los demás. Esto ocurre en mayor medida en nuestra infancia, cuando la inocencia y el candor todavía nos pueblan; a medida que vamos creciendo, vamos aprendiendo de la vida, y es más difícil que nos engañen. Aún así, a veces ocurre. Pero hay una persona que siempre consigue engañarnos, pasen los años que pasen, se aprenda lo que se aprenda : nosotros mismos.

El autoengaño es una capacidad innata. El cerebro enmascara el dolor o la ansiedad reduciendo nuestra conciencia. El inconsciente nos ofrece una visión sesgada de las cosas que pretende persuadir a nuestro consciente de que haga o no haga algo; es decir: el inconsciente manipula al consciente en aras de, lo que él cree, es nuestro bien. Nos droga o anestesia para que no suframos, creando cierto tipo de espejismo que nos hace ver la realidad tal y como, en realidad, nos gustaría que fuese. Nos autoengañamos a nosotros mismos constantemente, pero este autoengaño (en cierta medida) no tiene por qué ser malo. En una dosis correcta y aplicado a ciertos aspectos, el autoengaño garantiza estabilidad, además de conseguir que se cree en el individuo en cuestión una suerte de esperanza o ilusión que muchas veces hace que consiga lo que sin autoengañarse no habría conseguido.
Es decir, nuestra confianza en nosotros mismos requiere, muchas veces, del autoengaño.

Ahora bien: hay muchos tipos de autoengaño en sus más diversos niveles. Autoengaño social y autoengaño personal. Mentiras compartidas o mentiras que nos contamos a nosotros mismos cada noche, con el rostro pegado a una almohada húmeda que, por más que coloquemos y descoloquemos, nunca nos va a dar un abrazo de verdad.
(Y quizás ya está bien de usar el "nosotros", esa ridícula fórmula de escritura que me hace pensar que alguno comparte lo que estoy contando cuando, probablemente, no sea así).
El compañero blog sustituye a la almohada en ciertos domingos y festivos, por cierto.

Continuemos: el autoengaño. Gran capacidad mientras que no nos demos cuenta de que nos estamos engañando. Porque entonces dejaremos de engañarnos. Y todo dejará de tener efecto.

Abrir los ojos es bueno, normalmente. Es lo que nos hace libres: cuando sabemos la verdad podemos decidir. Pero a veces no es tan bueno.

Cuando la verdad es ardua, y cuesta respirarla. Y cada mentira desfila por una pasarela que, quizás por casualidad, alguien ha colocado justo frente a mí. Se van desnudando paulatinamente y, al final, me miran a los ojos con expresión cansada. "Somos mentiras", me dicen. "Y ahora ya lo sabes. No volveremos a ser verdades". Y alguien cierra el telón y yo me quedo sentada en una butaca que tampoco es una butaca, porque era otra mentira, y se ha ido con las demás. Estoy sentada en el suelo mirando a la nada.
La cruda realidad se me presenta cada vez más a menudo: quizás debería agradecerle que me tenga cariño (últimamente escasea). Y me coloca un tremendo espejo delante. Y detrás. Y a la izquierda. Y a la derecha. Y mire a donde mire no puedo dejar de verme a mí, traslúcida, radiografiada, con mis defectos zambullidos en un mar de imperfección. Grandes como búfalos. Y cierro los ojos, al final, cierro los ojos porque no puedo seguir viéndolos, no puedo seguir viéndome, no quiero verme más...Pero las mentiras ya se han despedido. Sólo han dejado un radiocassete estropeado que desprende una especie de eco que, más que reconfortarme, me hace estremecer. Ahora, aunque cierre los ojos, el mundo sigue estando gobernado por la verdad. La maldita verdad. Lo más gracioso es que esa siempre ha sido la verdad. La que todos han visto siempre. Nunca ha sido otra. Y yo acabo de descubrirla.


La pregunta es:
¿Pegarse un tiro o volver a Matrix?




1 comentario:

G. dijo...

Joe,que radical. Yo le debo tantas cosas al autoenga;o...

No es negativo salvo cuando autoenganiarte te esta perjudicando.Y ojito, que no es lo mismo que, al final del autoenganio, las cosas salgan mal. Eso es incontrolable, incluso cuando eres plenamente consciente y actuas racionalmente, puede ocurrir que al final el resultado se tuerza.

Creo que ahi es donde esta el matiz.

Besicos