martes, 28 de julio de 2009

...I wasn't born to lose you


Una miserable luna cae sobre el techo de Ourense como caen las manos de los niños sobre los caramelos en las cabalgatas. El espesor de unos días demasiado anodinos se disuelve entre las mareas de ilusión y certezas, que, a pesar de todo, no consiguen desviar del todo el nauseabundo olor de la monotonía.
A veces, todo se rompe con otro monótono pero esperanzador sonido. Las llamadas de teléfono se suceden entre sonrisas que nunca llegarán a ser desvirgadas, quejas, estallidos, unos ojos demasiado cansados de esperar.
En ocasiones, las bocas se congelan, todo se concentra en un suspiro, una caricia extraviada de nuevo, y otra noche que se acuesta entre la soledad de los edredones que quieren ser compartidos.

La violencia angustia a la monotonía como los adolescentes rebeldes a los padres escrupulosos. Elabora planes de huída; la ternura perece a veces entre las rejas de su cárcel de ausencia.

Los borrones emborronan demasiado misterio, la vuelta se vislumbra entre demasiados caminos futuros, caminos donde la tierra florece inerte el caminar de unos pies ya mutilados. Demasiados auxilios en silencio. La boina y las zapatillas, demasiados recuerdos, perder el instinto entre demasiadas preguntas.

Todo parece claudicar. Demasiados estigmas, demasiados gritos a deshora, demasiadas astucias inocentes, demasiados argumentos atrapados,demasiadas lesiones cabalgantes, demasiados mediodías a solas.
Demasiados kilómetros.


Una sola respuesta.


The guilty undertaker sighs,
The lonesome organ grinder cries,
The silver saxophones say I should refuse you.
The cracked bells and washed-out horns
Blow into my face with scorn,
But it's not that way,
I wasn't born to lose you.

1 comentario:

G. dijo...

¿Viviendo la angustia de la distancia?