sábado, 28 de junio de 2008

Con C mayúscula

Perdonad que no haga ni una pequeña introducción del tema, ni bromee acerca de las muchas cosas que podría significar esa C mayúscula del título, pero es que en días como hoy me da por pensar que nuestro amigo Hobbes tenía razón, y que el hombre es un lobo para el hombre.No hablo de nada concreto; no hace falta más que analizar superficialmente la trayectoria de nuestras vidas, de cualquiera de nosotros. La gente se une más por necesidad que por verdadero afán de ello, y es bien sabido por todos que "los amigos se cuentan con los dedos de una mano". Presupongo que eso siempre ha sido así, pero ahora, en el s.XXI, existen otra serie de detonantes que propician el egoísmo, en cierto sentido. Vivimos en una sociedad caótica y que se mueve a la velocidad de la luz; es un tren que no espera por nadie. Se nos exigen, a nivel laboral, cada vez más méritos y logros, lo cual no hace más que fomentar la individualidad. El paro se extiende al encontrarnos en la cifra más elevada de escolarización de todos los tiempos, lo cual (lógicamente) genera competitividad. Y todos estos sustantivos van resquebrajando lentamente el sentido del COMPAÑERISMO.


Como antes he mencionado, no es raro ni inusual que las personas se unan, pero normalmente lo hacen para alcanzar algún tipo de beneficio que les traerá bienestar individual, una meta que no son capaces de conseguir solos. Porque si no, lo harían. No quiero con esto decir que no existan sentimientos como el amor o la amistad, claro que existen, pero cada vez son más superfluos y se difuminan junto a una serie de fusiones por puro interés que se aparecen en varios ámbitos de la vida.
Todos conocemos el refrán de "más vale solo que mal acompañado" pero, sin embargo, no siempre es sencillo ponerlo en práctica. La soledad tiene muchas ventajas pero, a la larga, acarrea muchos y aciagos inconvenientes que sólo es capaz de mitigar la compañía. Incluso aunque esa compañía no sea la más deseada. No nos es ajeno el pensamiento de "anda, haz un esfuerzo, sal con esta gente, aunque te caigan mal...". Lo mismo ocurre con las relaciones amorosas o, mejor dicho, las sexuales. Llegado un momento de avidez de carne, el coyote se lanza al cadáver, aunque esté comiendo carroña. Cada vez es más generalizado lo de "me lié con ella porque quería liarme con alguien" o "no me gusta, pero es que tenia ganas de...". Es la pura verdad. Pero, ojo, lo socialmente aceptado no es siempre lo mas correcto (últimamente descubro, que mas bien al contrario).

Pues bien, el espíritu que yo denomino de compañerismo, es un espíritu fuerte y obstinado, un sentimiento altruista que nos invade en ciertas ocasiones (pocas) de nuestra vida, un sentimiento que nos empuja a ayudar a alguien aun a pesar de no recibir nada a cambio. En malos momentos de nuestra historia, la gente sentía más compañerismo, quizás por pura empatía. En la guerra y la posguerra, se escondía en casas familiares a fugitivos del régimen, incluso con el peligro para tal familia que ese "polizón" acarreaba. Eso era compañerismo. Cuando, en épocas de hambruna, la gente que tenia un mendrugo de pan lo cortaba a la mitad para repartirlo con sus vecinos, estaban perpetrando un acto de compañerismo. E incluso al amor de madre, ese amor incondicional y lógico de las madres a aquello que sale de sus entrañas, aunque las haga sufrir, se lo podría llamar en cierto modo "compañerismo".

Bien es cierto que es mucho más fácil ser buen compañero en momentos duros que en momentos buenos; cuando todo va bien, los demás no nos necesitan, no tenemos que ayudarles en nada. Sin embargo, volviendo al tema de la sociedad que nos ocupa, últimamente parece que el compañerismo esta en peligro de extinción, quizás será por el estado de bienestar (porque si, somos privilegiados, a pesar de la susodicha crisis económica). Aunque la típica pregunta de entrevista de trabajo sea "¿Y sabes trabajar en equipo?", la verdad es que poco importa ya que cada vez se desempeñan mas trabajos individualmente, trabajos que además servirán para medrar en la empresa, por lo cual tampoco nos interesa mucho que nuestros compañeros se vean beneficiados. Solamente se muestra un poco de compañerismo actualmente en las manifestaciones o movilizaciones, teniendo en cuenta, claro, que muy frecuentemente son para conseguir beneficios para las personas que acuden a ellas.

Con todos estos desesperanzados pensamientos estaba yo el pasado jueves, cuando empecé a ver el partido de la selección, y algo tan estúpido como eso, tan poco profundo y, en principio, ajeno a todo lo que acabo de explicar, me hizo recuperar un poquito de ilusión. Cuando Villa se lesionó, lo
sustituyó (mi adorado) Cesc Fábregas , que con un espontáneo beso y un abrazo lo despidió antes de entrar en el terreno de juego. Fue una despedida llena de afecto, de admiración, de “estoy a tu lado. No te sustituyo, porque tú sigues jugando conmigo”. Acto seguido, todos los jugadores del banquillo se volcaron en el asturiano, que intentaba ocultar su llorera, con mensajes de ánimo y gestos de cariño. No tendrían por qué haberlo hecho; Villa era el pichichi de la Eurocopa, siempre titular, y muchos de ellos ni siquiera habían salido al campo con la roja, excepto quizás en el partido contra Grecia. Pero realmente quisieron mostrarle su apoyo al delantero "estamos contigo, compañero". Después de la memorable segunda parte, y tras el final del partido, todos y cada uno de ellos salió del banquillo, se abrazaron, se besaron, lloraron, saltaron. Todos. Eran uno. Sin hablar de los 11 que jugaron, los del banquillo no podían evitar su felicidad, iban a la final, TODOS, iban a la final, porque el equipo son todos. Se les notaba. El propio Villa olvidó por un tiempo su lesión, las lagrimas que minutos antes le acechaban, y saltó como pudo con sus compañeros porque realmente estaba feliz de que ganaran. Aunque no pueda jugar la final. Quizás porque tienen un objetivo común, ganar la Eurocopa, y no pueden hacerlo solos, pero en ese momento percibí en esos futbolistas grandísimas dosis de compañerismo. Y sonreí.

C de ceder, C de cimientos, C de caricia, C de caballerosidad, C de clamor, C de consuelo, C de cariño. C de capacidad, amigos, ¿aún queda capacidad de compañerismo?

1 comentario:

lamotta dijo...

Te recomiendo fervientemente que uses tu capacidad de síntesis(que seguro que la tienes) y, así, reduzcas la extensión de los textos, porque si no no habrá ser que se lea lo que escribes. He leído dos pero no más...
Por lo demás, muy bien el sitio este, no siempre se encuentra uno un blog con buen lenguaje y perfecta ortografía.
Ah, y en relación al compañerismo...no estoy del todo de acuerdo. Creo que hoy día se venden muy bien los valores relacionados con la parte menos miserable del hombre, como el altruísmo o el simple compañerismo. Aunque no todos, y aunque la sociedad tiende al anonimato, creo que las relaciones más cercanas van poco a poco ganando terreno. La pareja ahora se sustenta en el amor, porque si no hay amor no hay pareja(y hace unos pocos años el divorcio era impensable, por ejemplo).

Un abrazo, Arantxiña(sí, sí, con tx).
Julen