miércoles, 11 de marzo de 2009

Carencia total de inspiración (II)

Respirar. Respirar nicotina y ausencia de magia. Las carreteras asfaltan de manera prosaica un torrente de pensamientos mientras los pulmones, carentes de oxígeno, buscan desesperadamente un combustible ajeno al miedo. Y todo se derrumba. Agazapados por una bocanada de aire, los instintos depredadores eternizan una guerra fría sin teléfonos rojos que construye muros por doquier. (Esos no se derrumban).

Mirar en rededor, con mirada necia. Crisis, crisis, crisis. Mas, por mucho que diga la prensa, todo se regala. Las almas pagando letras de hipotecas que han venido a convertirse en las sustitutas del diablo. Los ojos evitando encontrarse; tropezar desinteresadamente como solían hacerlo, por temor a que algo los succione y se queden atrapados en un bache retrasando su huída de quién sabe qué. Ya no hay principios (ni siquiera finales), soñar es de bobalicones y de comedias americanas. Las glotis se impermeabilizan tras corrientes de saliva que, forzosamente, se deslizan por su superficie hasta causar tumulto. Se traga saliva como se tragan ilusiones.

Recordar. Recordar inocencias, que murieron en el seno del escepticismo exentas de quimioterapia. Luces y sombras que configuraron el elenco de una función que nunca llegó a estrenarse aunque resistió pasivamente al desgaste del tiempo, de la faz de las dudas (hasta aquel maldito holocausto...). Recordar. Cuando aún era posible llorar de cara al público y las manos jugaban a entrelazarse y regalarse vida. Cuando las garras enmudecían ante un sonido de carcajadas. Cuando los monstruos vivían debajo de la cama y no en el pecho.





Preguntarse...




¿Quién puede llamarse poeta
en un mundo sin poesía?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y las niñas ya no quieren ser princesas.

javixu dijo...

Puede llamarse poeta todo aquel que como tu, deja las palabras al viento.
Si es que con tanta fiesta no se puede :P

Muacks!